Si no recuerdo mal, hace más o menos medio siglo en un curso sobre el lenguaje en la publicidad el profesor nos contó lo siguiente: en un pueblo prácticamente todo el comercio estaba situado en o alrededor de su calle Mayor; allí había tres zapaterías y una de ellas instaló un rótulo con esta leyenda: “Fulano, la mejor Zapatería de España”. Poco después, otro de los comerciantes, mosqueado, cambió su rótulo y puso uno nuevo: “Mengano, la mejor zapatería de Europa”, con lo cual se satisfizo convencido que había enmendado la plana al anterior. El tercer propietario de comercio de venta de zapatos reaccionó casi de inmediato con este cartel: “Zutano, la mejor zapatería de esta calle”.
Trató, con esta historieta de transmitir que no siempre lo más grande, lo más opulento, lo más estentóreo, no siempre es lo más importante. Y lo he recordado a raíz de los mensajes que, vía redes sociales, había observado tras la eliminación, primero del Real Madrid, y después del Atlético. Los cules que andaban un poco fastidiados porque el equipo blanco había ganado la Liga ya estaban preparando el cava para celebrar su triunfo en la Champions.
Ahora los madridistas se regodean con el fracaso del Barça. Muchos aficionados prefieren que sus enemigos “nacionales” fracasen en Europa aunque ellos hayan quedado apeados de esa competición. He recordado este verso del barcelonés Joaquín Bartrina publicados en 1876:
Oyendo hablar a un hombre, fácil es
acertar dónde vio la luz del sol;
si os alaba a Inglaterra, será inglés:
si os habla mal de Prusia, es un francés,
Y si os habla mal de España, es español.
Así que, si los blaugranas hacen el ridículo en Lisboa, son sólo ellos y no solo el fútbol español el que no ha llegado a semifinales. La envidia nacional es uno de nuestros tópicos más absurdos, y aplicada al fútbol llega a sus cotas más altas. “Todo español es abogado mientras no se demuestre lo contrario”,parece que afirmó un periodista llamado Luis Morote hace más de cien años, que yo parodio como “Todo español es mejor entrenador que cualquier otro, aunque solo vea fútbol por televisión”.Así que los madridistas han olvidado la lentitud de Zidane para abordar sustitucionesdurante el partido que los eliminó, y los atléticos, que presumían de ser un equipo duro, a recibir más leña mientras Simeone se limitaba a bracear desde la banda. Todos contentos, porque al míster del Barcelona le debe quedar una pelada (cuando esto escribo aun no ha dimitido ni lo han destituido).
Presumo de no alinearme con ningún equipo, sólo aplaudo el buen juego, quienquiera que lo desarrolle, y me satisface que cualquier equipo español logre triunfar en Europa, aunque sea contando con la mitad de su plantilla de extranjeros. Ya se sabe que, como dijo Cánovas del Castillo: “Son españoles… los que no pueden ser otra cosa”.
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