El jueves 10 de noviembre a las 12 horas se celebró la misa de difuntos al historiador y polígrafo Joaquín Santo Matas (1935-2022) en la Concatedral de San Nicolás de Bari, fue una de las más multitudinarias que recuerdo haber visto en la ciudad. Estaba todo el Alicante intelectual: periodistas, escritores, poetas, pintores, historiadores y amigos, no puedo ni debo nombrar a nadie en especial porque me dejaría muchos nombres fuera. Aunque sí citar a su desconsolada viuda a la que conocí años atrás en algún evento.
Cuando estaba yo esperando al autobús, el 02, en la parada de la Rambla (frente al Banco de España), para regresar a la Plaza de la Viña, pasó la comitiva fúnebre por delante de mí, dirección Alfonso el Sabio, para ir al cementerio. Yo me persigné al paso de los coches fúnebres y un hombre de avanzada edad que estaba a mi lado exclamó: «¡Este debe ser un pez gordo porque le han hecho una misa en la concatedral!», yo le respondí: «Sí que lo era». Llegó el autobús y el conductor me ordenó, más que pedir, que me pusiera la mascarilla, tomé asiento y pensé en lo efímero de la vida y reconocí que es transitoria, como dicen los budistas.
Sentado en los últimos asientos del bus recordé cuando conocí a Joaquín, que fue por el año dos mil y pico en la Torre de las Águilas, en la casa del bibliófilo hernandiano Gaspar Peral Baeza —que fue quien me lo presentó—. Me dijo que él y su hijo Paco, el notario, fueron amigos de la niñez porque los padres eran amigos comunes…
Recordé más cosas, como cuando yo iba al Instituto Juan Gil-Albert, del que fue un gran director, y también sus conversaciones telefónicas sobre nuestro Gabriel Miró, y su relación de amistad con Vicente Ramos, Oscar Esplá, o lo mucho que sabía sobre la historia de la Guerra Civil en nuestra ciudad que, cuando daba una conferencia en la sala Altamira, se le llenaba por completo… Y ¿qué decir sobre Azorín o de Miguel Hernández, de los presos del Reformatorio, de los que sabía mucho? Fue colaborador intelectual del Museo Fernando Soria, de San Juan, de los pintores de la Asociación de Artistas Alicantinos, de los poetas del Grupo Numen, porque siempre estaba dispuesto a escribir algún prólogo o presentar a algún escritor en ciernes.
En fin, la memoria es traidora y a veces a uno se le amontonan los recuerdos, pero quiero refrendar que, los que tenía de él, todos son buenos. Para despedir a Joaquín, diré como le dije al poeta José Antonio Charques:
«Los poetas no mueren, porque viven en sus versos y poemas».
Ramón Palmeral
En el caso de Joaquín, vive en sus libros. Y para cerrar estos flashes memorísticos, recordaré una frase de Clemencia Miró Maignon (hija de Gabriel Miró), de su libro de cuentos Permenato: «Amanecía. Un gallo apagó la última estrella con la flecha de su canto».
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Breve, acertado y enriquecedor elogio de un gran intelectual alicantino, este Joaquín Santo Matas que se nos ha ido estoy seguro que como un rayo transitando hacia el cielo. Querido Ramón, creo que lo del ‘tránsito’ es tan cristiano como budista. En el prefacio de la misa de difuntos se dice: ‘vita mutatur, non tollitur’ (la vida se cambia, muta, pero no se acaba, no se quita, no se suprime). Mutamos los cristianos, como el resto de mortales; la muerte es tránsito. Y así se dijo en la Iglesia desde los orígenes del Cristianismo. Somos eternos. Lo dijo Jesucristo. Palabra del Hijo de Dios que se hizo hombre. Un abrazo, tocayo sabio y generoso.
Gracias tocayo por dejar tu comentario tan enriquecedor y espirtual. Saber que el vida es solamente un transito es un gran consuelo.
Querido Ramon magnifico recuerdo
Estuvimos juntos en la misa funeral de corpore in sepulto y la Concatedral estaba repleta de gente y de sentimiento. Se ha ido un gran intelectua y un hombre bueno. D.E.P.
Efectivamente, estuvimos sentados en el mismo banco.
Querido Ramón, resultan refrescantes tus recuerdos de Joaquín Santo Matas, al que yo recordaré con afecto por su amabilidad y cercanía como en alguna ocasión le comenté.
Ese mismo día, el de la misa de funeral en la Concatedral en la que estuvimos juntos Julio Calvet, tú y yo, por la tarde, en el acto que organicé en Sede Universitaria dedicado a Miguel Hernández en el que participó Aitor Larrabide, director de la Fundación Miguel Hernández, tuve unas palabras de recuerdo para Joaquín, como le prometí a la salida de la misa a María José, su esposa, ya viuda, siempre tan cariñosa con Inmaculada y conmigo cuando coincidíamos en algún evento o comida organizados por el Ateneo o en alguna conferencia.
Joaquín Santo Matas, admirado intelectual alicantino de gran amor por su ciudad, D.E.P.
Efectivamente, los tres: Julio tú y yo estuvimos juntos en la ceremonia. María José, su viuda hoy, era y es muy cariñosa y cercana.
Mi admiración por este gran intelectual alicantino que ha dejado un reguero imperecedero de sabiduría, que sigue viviendo para siempre en sus libros y un recuerdo de bondad en sus amigos
D.E.P
Sí así es. Una gran pérdida para la ilectualidad alicantina y valenciana.
Tocayo: cuando comentaba tu artículo sobre Santo Matas, no había leído a José Moratinos, cuyo artículo se enriquece con tu retrato de Varela. Eres multidisciplinarmente grande.
No soy grande, soy viejo.
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