ELIO RODRÍGUEZ, artista
Elio Rodríguez es un artista cubano instalado en Elche desde hace diez años. Llegó en 2005 para participar en una exposición colectiva en Altea y decidió quedarse en una tierra donde encontró pareja, la artista ilicitana Susana Guerrero, luz y tranquilidad para crear. Entrar en casa de un artista siempre impone, los sentidos se despiertan y llegas entre expectante y alerta, pero tras una conversación telefónica fácil y cercana llamo a la puerta de Elio, que me recibe desde su altura en su casa estudio situada en el corazón de la ciudad, donde hablamos de su obra y la gran difusión que ha alcanzado en el último año.
Tras unos minutos de cortesía donde hablamos sobre los diferentes ritos a la hora de tomar café, empezamos a hablar de su presente y futuro, sus proyectos más cercanos en un año donde se han concretado muchos y buenos proyectos en Nueva York, Philadelphia, Miami y La Habana. Pero nada es casual, detrás hay mucho trabajo y tesón burocrático, como cuenta Elio: “antes el 80% de mi tiempo era estar en el ordenador negociando proyectos, contactando con galeristas, respondiendo mails, preparando las promociones, detallando las condiciones…, porque también es importante poner condiciones. Yo quiero exponer, pero en condiciones justas que es lo que garantiza un nivel de seriedad en tu trabajo. Siempre lo mejor que se pueda porque nunca se sabe, de un proyecto pequeño puede salir uno grande”.
Ahora Elio está en un momento dulce, disfrutando de la cosecha de años, pues “en el mundo del arte todo va muy lento. Ahora he expuesto con Susana en el centro de Desarrollo de La Habana con “Pórtate bien”, un proyecto que empezó a fraguarse en 2005 y que viajará a Colombia y Holanda. También ha sido seleccionado para la Bienal del diseño de la Habana, donde va mucho público estadounidense”.
Una buena oportunidad para exponer su trabajo, pues ahora la isla es un hervidero de gente que viene y va, fruto del aperturismo de los últimos años: “Cuba está ahora efervescente, es un lugar un poco loco, para bien o para mal. Allí los coleccionistas como Abramovich, el dueño del Chelsea, o los directores de museos van a casa de los artistas, y también las celebrities como Madonna o Beyoncé, llegan en su jet privado y rodeados de guardaespaldas entran su casa para ver la obra y comprar. Allí está todo el mundo como loco”, sentencia riendo.
Dada la proyección internacional del trabajo de Elio, le preguntamos si no le saldría a cuenta instalarse mejor en el continente americano, a lo que responde tajante “¿Vivir en New York? Tengo claro que no, culturalmente no tiene nada que ver conmigo. Me encanta la ciudad y el mercado norteamericano, pero aquí estoy más cómodo, más tranquilo para trabajar. Mi tipo de obra es de fácil transporte, no me hace falta producir allí; eventualmente, puedo ir y estar como máximo dos meses, pero con una galería allí que hace el trabajo de promoción no me hace falta más”.
A nivel nacional, Elio ha expuesto en un muestra colectiva en Madrid en la Galería Odalys, así como en Casa América. En Alicante, también estuvo en L ´Escorxador de Elche y en Las Cigarreras, pero poco más: “tengo un trauma terrible con eso, he trabajado poco aquí y ahora nada. Me gustaría trabajar con alguna galería local, sería una maravilla, pero no sé qué pasa que, a pesar de la gente que viene por aquí, mover arte resulta raro. Parking cerró, que era buenísima, una pena”.
Porque Elio huye de la falsa idea del artista encerrado en su torre de Babel a la espera de que el mundo lo descubra: “debes montar tu obra, una cosa lleva a otra. Ahora tengo una galería estable en Nueva York, pero siempre he estado en proyectos colectivos, de uno sale otro, todo va concatenado”, afirma.
Como la llamada que recibió de un profesor de la universidad de Harvard para participar como artista invitado junto a académicos de todo el mundo en unas jornadas organizadas por el Hutchins Center sobre racialidad. Elio ha expuesto así en la prestigiosa universidad una serie de siete trabajos bajo el título “On Guard –Con la guardia en alto”, donde desarrolla su parte más irónica. “Cuando creo en bidimensional soy más chistosito, me gusta el juego de la simulación. Me apropio de determinada iconografía y le digo a la gente otra cosa distinta, juego a resolverlo todo con la clásica pachanga con diferentes niveles de lectura que no tienen por qué ser asumidos por el espectador”. Como explica Elio, “utilizo elementos anacrónico que provoquen que la gente piense, reflexione”. Es el caso de dos de sus obras de «On Guard», basadas en las composiciones de cuadros famosos como «El nacimiento de Venus», de Boticelli, transformado en «La Creación», o «La libertad guiando al pueblo», de Delacroix, que Elio transforma en «La liberación».
En este contexto encontramos “Macho Enterprise”, marca propia que creó en 1991 cuando se propició la creación de empresas mixtas en Cuba para paliar la crisis económica que asoló la isla tras la caída del Muro de Berlín. “Es una empresa ficticia donde agrupo mi obra y hablo de violencia, corrupción, machismo a través del humor. Es la manera que tengo de conocer las cosas, riéndome de mí mismo”.
En otro orden de cosas están sus creaciones escultóricas, realizadas con telas donde “trato de ser serio, pues me gusta trabajar con las sensaciones, los sentimientos abstractos y crear imágenes con muchos niveles de lecturas”. Es el caso de “Puzzled”, su última creación con piezas movibles con opción a crear la obra al gusto del espectador. “Mi acercamiento al arte es de cultura popular, necesito que el público disfrute, se involucre con mi obra aunque no la entienda, que tenga la sensación de poder tocarla y participar. Con “Puzzled” cada uno la puede montar como quiera”.
Quizás es lo que convenció al comprador que ahora disfruta de su obra en el hall de un edificio en el barrio de Chelsea de Nueva York, el mismo que lució en la portada del catálogo de la feria «Context», una de las citas más importantes del arte contemporáneo con artistas de cincuenta países, y que adornó las paredes del metro de la Gran Manzana. Mientras, a nueve horas de vuelo transoceánico Elio sigue en su casa estudio de Elche creando y plasmando su mundo entre papel y telas diseminadas por su amplio, fresco y luminoso salón, ajeno solo en lo físico al ruido que su obra empieza a producir en los circuitos internacionales del arte.
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