Siempre me han hecho mucha gracia los enconados esfuerzos que distintos lugares realizan para demostrar lo indemostrable. La Catedral de Valencia y la Colegiata de San Isidoro en León son los más prolijos en sus intentos por constituirse como residencia oficial del cáliz de Cristo, la copa que Jesús utilizó en la última cena y con la que José de Arimatea recogió la sangre del crucificado en el Gólgota. Esa copa que, según decía Henry Jones Jr. en Indiana Jones y la última cruzada, debía ser la de un carpintero: «Solo el penitente pasará».
No puedo creer que alguien crea lo que dicen defender de este partido de copas. Más bien comprendo perfectamente, eso sí, los beneficios turísticos que una validación ante notario celestial ocasionará para el lugar. No creo que esto suceda, aunque nunca se sabe. Es curioso que incluso se hagan congresos y haya universidades que se prestan a este juego.
El santo grial no era una copa, era una leyenda inventada que surgió de la propaganda medieval en la época de las cruzadas para elevar el espíritu fanático de lucha y conquista que reinaba entre las élites de aquellos tiempos de guerras de príncipes. No toda la Edad Media fue así, ni oscura ni negativa, a mí me encantan esos tiempos en los que se preservó el conocimiento antiguo, se avanzó en las condiciones de vida cotidiana, se descartó la esclavitud como forma de producción, llegó la burguesía y se crearon las universidades, las ferias y los créditos y, entre otras cosas, la idea de Europa.
Decía que la leyenda fue una buena forma de espolear a los segundones de la nobleza y canalizarlos hacia luchas contra enemigos y no contra vecinos cristianos que los Papas estaban hasta más arriba de la tiara de sofocar y pacificar. La literatura, como medio de comunicación, se puso al servicio del poder y ofreció un marco ideológico a las conquistas llamándolas aventuras; a lo desconocido, llamándolo milagro; y a intentar sacar la nobleza de espíritu, lo mejor de nosotros, nuestros más grandes ideales, llamándolo entonces santo grial, el cáliz de Cristo, la búsqueda constante de la verdad, de la pureza, de la bondad.
Ahora la guerra y la inseguridad sobre el futuro atenaza nuestras vidas y buscamos valores, honores y fe. Incluso nos sorprende que no haya líderes. Nos encanta además destruirlos si se asoman. Nuestro santo grial, aquello que nos acerca a dar lo mejor de nosotros mismos no sabemos lo que es, nos movemos en el egoísmo y felicidad cercana sin grandes objetivos colectivos, son estos tiempos los que vivimos hoy. Sin grial, sin objetivos, sin pensar en el futuro ni en lo que dejamos a los siguientes. Y temiendo que cosas que creamos, como la inteligencia artificial, nos acabe llevando a un apocalipsis con Terminator como verdugo, sin pensar que los avances pueden hacernos avanzar. Europa ya se ha esforzado en poner normas para que China, USA y Rusia tomen la delantera y sean los culpables de lo que pueda pasar mientras Europa sigue en su sillón con las «paguicas» y esas cosas que hacen tan bien los eurofuncionarios. Es grave. Haciendo amigos.
Gracias
Totalmente, de acuerdo.
Santo Grial y Piedra Filosofal nacen en idéntica simbología (metáforas espirituales): búsqueda sin fin para ser humanos en la Felicidad que son unidos…
El Saber
La Verdad y
El Amor
Un abrazo
Pedro
un abrazo, feliz navidad