Si Dios no lo remedia, la llamada ley Celaá de Educación, enésima en la fluctuante trayectoria de la educación en la democracia, pasará a formar parte de uno de los desaguisados más grandes que se recuerde. Aprobada en el Congreso por el estrecho margen de un voto y con la institución dividida entre los aplausos de las izquierdas y los gritos de ¡libertad! de las derechas, nace no con un mal, sino con un pésimo pie.
Considerando, más que el articulado en sí, que también, pero sobre todo lo que podemos llamar la intrahistoria, el background y lo que se “cuece” en nuestro país en materia de política educativa (y de la otra), estos son algunos de los “ataques” de esta infausta ley:
- Ataque al castellano.
- Ataque a la libertad de enseñanza.
- Ataque a la concertada.
- Ataque a la educación especial.
- Ataque a la libertad religiosa.
- Ataque a los valores humanos.
- Ataque a la calidad de la enseñanza.
- Ataque a la supervisión educativa.
- Ataque a la educación diferenciada.
Y así se podría seguir, pero creo que basta con estos botones de muestra.
Vamos a un Gobierno socialcomunista, cruzando peligrosas líneas rojas, habida cuenta de que la UE, en sus estatutos, no permite la existencia de gobiernos comunistas por considerar que esta ideología tanto daño ha hecho al mundo (y sigue haciéndolo). La UE se inscribe dentro de un concepto global liberal, aunque con flexibilidad evidente hacia otras ideologías “democráticas”. Pero no permitiendo ni el fascismo/nazismo ni el comunismo.
Los que padecerán las consecuencias de la ley Celaá son los sufridos escolares que han experimentado ya en pocos años un sinfín de cambios en sus programas de estudio, en un desbarajuste que se asocia a esa legislación autonómica tan diversa, de modo que si un alumno o una alumna se traslada de una a otra comunidad parece que vaya a “un país distinto”. Y no digamos el problema de las lenguas.
Pero vamos a analizar, uno a uno, estos ataques de la ley Celaá
- Ataque al castellano.- En la ley se menosprecia al castellano como lengua vehicular, dando una importancia inusitada a las “lenguas vernáculas” (valenciano, catalán, euskera, gallego…) con menoscabo del español. Parece increíble que, en España, se menosprecie el español, lengua hablada en el mundo por cientos de millones de personas y considerada como la tercera en número de hablantes, tras el mandarín y el inglés. Recientemente ha circulado la noticia de que en China el español pasa a ser lengua incluida en las materias y programas de estudio. Y aquí…
- Ataque a la libertad de enseñanza.- Como signo evidente de un Gobierno pro-comunista, la ideologización es un hecho. Se anula la pluralidad, y ese sistema monolítico del Padre-Estado controlándolo todo en detrimento de lo privado y lo individual, va siendo una triste realidad. Recordemos´la frase de la ministra señora Celaá: “Los hijos son propiedad del Estado”.
- Ataque a la concertada.- Engarzado directamente con el anterior, el ataque a la concertada (recordemos, sostenida con fondos públicos) es otra realidad, y ahí tenemos las manifestaciones y protestas en toda España de los representantes de este tipo de enseñanza. Los padres, las familias, se encuentran seriamente perjudicados.
- Ataque a la educación especial.- Es acaso uno de los hechos más sangrantes. Los alumnos y las alumnas necesitados de una ayuda importante por sus características de déficit en distintos aspectos, de minusvalías y carencias, se encontrarán desprotegidos.
- Ataque a la libertad religiosa.- No puede extrañar. Para el marxismo, la religión es “el opio del pueblo”. Pero la religión tiene en si unos valores formativos y supone una enseñanza ética innegable. Además, en España hay una tradición religiosa muy grande (parroquias, procesiones de Semana Santa, cofradías, veneraciones de patronos y santos, y en nuestra Alicante esa Santa Faz “intocable”…). Y no es solo el quitar la religión de las escuelas (puede haber cierta suplencia con la enseñanza en parroquias) sino la “saña” con que se aborda el tema.
- Ataque a los valores humanos.- Los valores humanos, morales, cívicos o de convivencia son destrozados en la nueva ley. Se trata de formar futuros alumnos “adoctrinados” en ideas colectivistas, insolidarias, materialistas, simples robots al servicio de una colectividad pétrea.
- Ataque a la calidad de la enseñanza.- Si ya España, en su sistema educativo, está a la cola en lo que respecta a la calidad de la enseñanza, ahora seguirá retrocediendo en esa “cola”. Y eso que los profesores y las profesoras, los docentes, hacen esfuerzos loables e impagables por zurcir heridas en nuestro maltrecho tejido formativo. Pasar de curso con suspensos, menosprecio de las humanidades, un empoderamiento de la técnica (aunque necesaria), una condena a la “barbarie” por falta de formación cultural… Y ese dejar de lado a los pedagogos y a los psicopedagogos, los verdaderos expertos, en beneficio de lo político. Recordemos ese “doceavo” de un ministro de Educación, y esas confusiones al atribuir frases a escritores, equivocadamente, de una ministra de Educación. La ignorancia es atrevida.
- Ataque a la supervisión educativa.- Si los inspectores y las inspectoras de Educación son designados directamente por el Gobierno de turno sin pasar por las oposiciones o los concursos-oposición, se pueden imaginar el panorama. Unos inspectores e inspectoras que deben ser técnicos, pasan a ser comisarios y comisarias de tipo político del Estado. Terrible.
- Ataque a la educación diferenciada.- Acaso sea este uno de los puntos más “tolerables” de esta ley infumable. Aun así, cierta flexibilidad en este punto no estaría mal. Se puede sugerir, pero toda decisión radical es desaconsejable.
Y si a ello le sumamos esas menguadas cantidades que se asignan a la Educación en los Presupuestos Generales del Estado (mal pandémico), es la guinda del pastel.
Si Dios no lo remedia, vamos por muy mal camino.
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