Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Sin recortes

La investigación, ¿de ciencias o de letras?

Fuente: Freepic.

Los que hemos desarrollado nuestra carrera docente y de investigación en un campo de los tradicionalmente llamados de “letras”, hemos tenido que defender en más de una ocasión lo siguiente: “los de letras, también investigamos”. Todo ello, porque hay un sentir generalizado de que la única investigación pertenece a los campos técnicos, o llamados popularmente “de ciencias”.

Veamos pues, ¿qué entendemos por “investigación”? ¿Qué es ser de “letras” o de “ciencias”? Parece ser un dilema baladí, pero creedme, lo viví en mi propia experiencia el día que, tras las pruebas de la antigua selectividad, después de haber cursado un bachillerato de ciencias, decidí matricularme en Filología, para sorpresa de mis profesores de Matemáticas, de Física o de Química. Aprendí latín a marchas forzadas y me di cuenta, a lo largo de toda mi carrera, de la realidad: la sociedad tiende a encasillarte en una de las dos grandes ramas del saber.

Por este motivo, siempre me he considerado como una persona vinculada a las humanidades, pero con gran atracción hacia los ámbitos técnicos, como las matemáticas o la informática. Tal vez, soy un técnico en esencia que acabó cursando materias de lengua y de literatura. Esta fue mi pequeña rebelión: demostrar que las categorizaciones de la realidad no son verdades absolutas, sino acuerdos de nuestra sociedad en su empeño por clasificar y sistematizar todo nuestro entorno.

El debate que yo planteo no es nuevo. De hecho, en algunas especialidades es difícil delimitar los dos grandes campos. La pandemia universal vivida ha provocado que algunas voces defiendan que la investigación científica es el único futuro por el que apostar en educación. Así, se ha desarrollado un cierto movimiento negacionista de las humanidades. Los diversos debates que Platón plasmó en sus escritos, desde Ión a La República, intentaban ofrecer una imagen de complementariedad entre las dos posturas, aunque sus propuestas arrancaban de la concepción de la filosofía como una rama de las ciencias, cuando en la actualidad, ocupa un lugar marginal en nuestro sistema educativo.

Trabajo en el laboratorio. Fotografía de Pressfoto (Fuente: Freepic).

Un simple rastreo por las páginas web de las universidades europeas nos lleva a observar que tienen preferencia las noticias de avances de investigación en los campos técnicos, mientras que las novedades de las humanidades quedan relegadas a notas secundarias de carácter social como son la presentación de una monografía o de un congreso de especialistas. Del mismo modo, las personas dedicadas a la investigación en contenidos de las ciencias reciben los reconocimientos y galardones más prestigiosos por sus descubrimientos. Si aplicamos esta búsqueda en las diversas redes sociales de los centros públicos o privados, el resultado es similar. Del mismo modo, si consultamos las secciones de ciencia de los medios de comunicación, la preferencia por los reportajes sobre los diversos resultados de la investigación en los campos técnicos es abrumadoramente mayoritaria.

Es cierto que, en el mundo que vivimos, con el desarrollo y valoración de los avances en campos como la medicina o la salud, nos llevan a la tendencia de celebrar cada pequeño hito en la evolución y el conocimiento de estos ámbitos. Por el contrario, el trabajo que las humanidades despliegan se queda ceñido al marco del conocimiento propio y tratado como un avance secundario en la evolución de la humanidad.

Entre el descubrimiento de un manuscrito inédito de un escritor clásico y el conocimiento de una mutación genética de un virus, la tendencia es clara: darle protagonismo al segundo, en tanto que puede tener una consecuencia directa en nuestro bienestar. No es momento, pues, de valorar si el interés para la ciudadanía es mayor o menor en uno de los dos ejemplos, pero es obvio que la comunicación y el reconocimiento será mayor en el segundo. Con todo, los dos son una buena muestra del trabajo del personal dedicado a la investigación, con independencia del grado de aplicación de sus resultados.

Es momento, pues, de saber valorar por igual toda investigación, proceda del campo de desarrollo que proceda. La humanidad es variada y compleja, necesitamos completar el conocimiento de nuestro entorno para aprender y evolucionar, para encontrar mejores perspectivas de desarrollo, fomentando los valores de igualdad de oportunidades y de mejora de las condiciones de existencia. Priorizar unas disciplinas sobre otras puede llevarnos a distorsionar la realidad y, sobre todo, a no reconocer adecuadamente la dedicación de un excelente personal formado que tenemos en todas las ramas del saber.

Las humanidades nos ofrecen una mayor capacidad para interpretar y valorar la realidad; son, en definitiva, imprescindibles en una concepción cada vez más transversal del saber, como entendieron los filósofos clásicos. Algunas nuevas titulaciones universitarias así han nacido: con la voluntad de superar esta dicotomía entre las ramas de la ciencia en general.

Carles Cortés

Catedrático de universidad y escritor.

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