En los últimos años, la Inteligencia Artificial (IA) ha adquirido una gran relevancia en diversos ámbitos, incluyendo la Ingeniería. Una simple muestra de ello se puede obtener introduciendo las palabras “Inteligencia artificial” e “Ingeniería” en Google, inmediatamente nos reporta más de diez millones de entradas sólo en español. Su capacidad para simular el pensamiento humano y llevar a cabo tareas complejas ha generado tanto entusiasmo como preocupación. En este artículo, exploraremos qué implica realmente la IA y cómo su aplicación en la Ingeniería de Estructuras plantea desafíos y riesgos.
Es importante comenzar por aclarar el concepto de la mal llamada Inteligencia Artificial. A menudo, se confunde con la idea de que una máquina puede poseer una inteligencia similar a la humana. Sin embargo, la IA se refiere más bien a la capacidad de las máquinas para realizar tareas que normalmente requerirían intervención humana. Estas tareas incluyen reconocimiento de patrones, procesamiento de grandes volúmenes de datos y toma de decisiones basada en algoritmos complejos.
En el campo de la Ingeniería de Estructuras, el criterio del proyectista se basa en su experiencia práctica. Aunque la IA puede ofrecer herramientas y asistentes que agilizan y optimizan este proceso, no puede reemplazar por completo el juicio y la intuición del ingeniero. La experiencia acumulada a lo largo de los años es inestimable, los aciertos y sobre todo los errores permiten tener en cuenta factores específicos que no siempre pueden ser capturados en un algoritmo.
En los últimos meses, hemos sido testigos de una gran cantidad de noticias tanto positivas como alarmantes relacionadas con la IA. Por un lado, hemos presenciado avances impresionantes en la capacidad de las máquinas para llevar a cabo tareas complejas, como redacción de textos o generación de código de programación. Personalmente, he tenido experiencias positivas utilizando herramientas de IA para redactar artículos, recopilar información ordenada de internet e incluso escribir códigos de programación más eficientes.
Sin embargo, también he sido testigo de las incertidumbres y desafíos asociados con la IA. Recientemente, solicité a un sistema de IA que generara el enunciado de un problema de examen para la asignatura de Resistencia de Materiales y a continuación su solución. El enunciado generado de forma automática parecía correcto a primera vista, con una redacción clara y precisa. Sin embargo, al revisar la solución numérica propuesta, me sorprendió encontrar errores conceptuales graves. Aunque la apariencia inicial era ordenada y coherente, el resultado final resultó ser completamente incorrecto tanto numérico como conceptual. Tras mejorar, ampliar y retocar el prompt, en numerosas ocasiones, la IA me recomendaba dirigirme a un experto. El enorme interés de esta experiencia ha generado que se produzcan más de 44.000 interacciones en mi perfil de LinkedIn, que recoge fundamentalmente profesionales de la Ingeniería de Estructuras.
Estos resultados me llevan a reflexionar sobre la importancia de utilizar la IA de manera responsable y cautelosa. Si bien la IA es una herramienta potente y prometedora, su efectividad está determinada por la calidad de los datos con los que se entrena y la precisión de los algoritmos utilizados. Además, la supervisión y corrección humana son fundamentales para garantizar la precisión y evitar costosos errores.
En conclusión, la Inteligencia Artificial es una herramienta que puede ofrecer grandes beneficios en la Ingeniería y otros campos. Sin embargo, es crucial comprender sus limitaciones y los riesgos asociados. La IA no puede reemplazar por completo la experiencia y el juicio humano en la toma de decisiones críticas. Por lo tanto, es imperativo que la IA sea utilizada por profesionales expertos, con sólidos conocimientos y una comprensión profunda de los principios y fundamentos de la disciplina.
La responsabilidad recae en nosotros, como ingenieros y profesionales, utilizar la IA como una herramienta complementaria y tomar decisiones apoyadas en nuestra experiencia y conocimiento junto con todas las posibilidades de apoyo de la IA. Solo así podremos aprovechar al máximo las ventajas que la IA puede ofrecer sin comprometer la seguridad y la calidad de nuestros proyectos. En esta misma línea, la potencia actual de las herramientas informáticas en cálculo de estructuras nos permite observar cómo algunas construcciones recientes presentan soluciones estructurales extrañas y quizás incorrectas pero que la herramienta informática ha dado por buena y el operador que las gestiona, y pone su firma, no las ha corregido y ha permitido que se construyan.
Como reflexión final sólo quiero apuntar que la Inteligencia Artificial puede ser un aliado poderoso, pero siempre debe ser supervisada y controlada por expertos para evitar los peligros que podrían surgir de su mal uso, al igual que en muchos prospectos médicos se debe alertar constantemente de su peligrosidad en manos inexpertas.
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