Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Al paso

La familia y su futuro, según Lucía, la vidente de Fátima

Fotografía: Stefan Schweihofer (Fuente: Pixabay).
Lo mucho bueno y casi todo lo grande que nos sucede se produce dentro del ámbito familiar.

El pasado día 30 de diciembre celebrábamos los católicos la fiesta de la Sagrada Familia, la compuesta por María, José y el Niño Jesús recién nacido. Es una de las celebraciones navideñas, como lo será la de los Reyes Magos en este 6 de enero precedida, la noche anterior, por la Cabalgata de Sus Majestades en casi todos los pueblos y ciudades de la Cristiandad a mayor honra de los Magos y para felicidad y magia entre los más pequeños. En algunos sitios, como Alcoy, los festejos alcanzan cotas tan altas que se antojan celestiales.

Los Evangelios y la Tradición dan pie a tan fantásticas celebraciones que tienen como gran virtud el recordarnos que tenemos destino divino además de esencia humana; que fuimos creados por Dios en la Tierra, pero que igual que Jesucristo, tras la muerte, resucitaremos para el cielo con un cuerpo glorioso tan inmortal como el alma. Lo ha prometido Jesucristo, que es Dios y no miente y lo vienen repitiendo él y la Virgen con sus milagros y sus mensajes de salvación en medio de esta nuestra historia de glorias y miserias en el corto peregrinaje terrenal.

Como quiera que estamos celebrando la Navidad y dado que se trata de las fiestas familiares por excelencia de cada año, pensaba yo en la conveniencia de reflexionar un poco sobre la familia nuestra de cada día partiendo e inspirándome en la de Jesús, José y María. Fue una extraordinaria familia, a la vez que una familia más en la que el padre se ganaba la vida como carpintero y el hijo ayudó al padre hasta que murió y decidió dedicarse ‘a tiempo completo’ a predicar la Buena Nueva, la doctrina cristiana, formando a sus apóstoles y discípulos, varios de ellos pescadores, que le siguieron para convertirse en ‘pescadores de hombres’; judíos y gentiles, todos iguales y todos hermanos y todos libres con la libertad que procede de la verdad divina y no de ’la pura Razón Humana’ de la Revolución Francesa, que acabó guillotinando a las mejores y ateas cabezas revolucionarias, guillotina que sigue (y seguirá) funcionando entre  quienes han decidido que no hay nada más allá de las elucubraciones inhumanas de sus cortas o recortadas inteligencias para degradar la dignidad de hombres y mujeres hasta extremos criminales.

Suena duro, pero es preciso llamar a las cosas por su nombre ahora que se impone el utilizar las palabras con significados falsos y falsificadores. Da igual que falsifiquen las palabras las izquierdas o las derechas. Hay falsificadores, igual que corruptos, en izquierdas y derechas. Un aborto o millones de abortos serán un crimen o millones de crímenes los aprueben las izquierdas o las derechas. Lo digan quienes lo digan; lo defiendan Macron y Biden o sus porqueros. Y lo mismo las eutanasias. Hay criminales por todas partes. Y hay dinero para matar, grandes cantidades de dinero y negocios para matar, pero no hay dinero para salvar vidas de no nacidos y de sus madres y padres, vidas de familias rotas por las muertes ruines.

El matrimonio y la familia llevan años y años siendo atacados en las ‘progresistas’ democracias occidentales y en las dictaduras del proletariado que denominan como ‘nuevo comunismo’ mundial lo que en Italia se denominó, hace tiempo, ‘Eurocomunismo’ intentando camuflar la dictadura como se camufla el liberalismo capitalista con el nombre de ‘neoliberalismo’.

Las dictaduras comunista y capitalista se han cargado ya la civilización occidental, fundada, entre otras cosas, en principios de la cultura grecorromana y cristiana, que tenía en el matrimonio y la familia tradicionales uno de sus pilares fundamentales. No se trata sólo de una ruina religiosa. Es más profundo: se trata de una destrucción de principios puramente naturales: de lo que a lo largo de la historia de la humanidad fueron el matrimonio y la familia, el fundamento de la sociedad; el fundamento de derechos y obligaciones; el fundamento de las relaciones entre hombres mujeres; el fundamento de las relaciones de los padres con los hijos y de éstos con sus progenitores. Es la subversión del orden para imponer el desorden. Vamos hacia matrimonios que no son matrimonio (bastante serían como parejas de hecho) y hacia 16 tipos de familia que no son familias sino esperpentos delirantes de mentes infantiles e infantilmente gobernantes. ¿Hacia dónde vamos guiados por conductores y conductoras sin carnet, sin conocimientos elementales sobre fundamentos de tradición y derechos metahistóricos? ¿Puede estar un país en manos de niñatos absolutamente incultos pero soberbios sin fundamento?

Estamos (o están) destruyendo la sociedad que funcionaba bastante bien y garabateamos otra, nefasta, en la que abundan, como nunca antes, los asesinos. Fabricamos (o fabrican) monstruos sin alma, jóvenes y adolescentes muy preparados para cambiarse de sexo y para tener relaciones sexuales, consentidas eso sí, desde casi niños, a cambio de la miseria intelectual y moral. Estamos haciendo una sociedad de mierda (los niños son del Estado, no de los padres, por ejemplo) y luego quieren echar la culpa de asesinatos y más asesinatos de mujeres al machismo en vez de luchar contra la proliferación de criminales producidos por una sociedad que lleva décadas de total desorientación. Pretenden curar el cáncer metastásico galopante de la sociedad con llamadas a un teléfono contra la violencia o poco más. Estos gobernantes y otros gobernantes (la pandemia destructora es mundial) tienen que ser barridos por un tsunami de cordura, de moral, de hermandad, de libertad-igualdad-fraternidad de la buena, no de sucedáneos que llevan a la muerte, a tantas muertes de mujeres, a tantos suicidios de jóvenes: ellos y ellas.

Sor Lucía dos Santos, a la derecha, con 10 años (Fuente: https://alfayomega.es/).

Termino este artículo con una referencia a la carta que la vidente de Fátima, Lucía, la prima de Francisco y Jacinta, escribió contestando a la que le envió el Arzobispado de Bolonia, solicitándole oraciones para el éxito del Pontificio Instituto de Estudios sobre el Matrimonio y la Familia, organismo que el Papa Juan Pablo II puso bajo la dirección del cardenal Carlo Caffarra. La carta, escrita a mano, de Sor Lucía se encuentra en el archivo del Instituto y dice, entre otras cosas: “Llegará un tiempo en el que el combate decisivo entre Satanás y el Reino de Cristo tendrá lugar en el seno del matrimonio y la familia, Y quien defienda el matrimonio y la familia sufrirá grandes persecuciones. Pero no tema; nuestra Señora ya le ha aplastado la cabeza”.

La carta ha cumplido poco más de 20 años y estamos en plena batalla contra el matrimonio y la familia. Las fuerzas del mal (y del Malo) atacan porque saben que lo mucho bueno y casi todo lo grande que nos sucede se produce dentro del ámbito familiar. Si no fuera tan grande y fabulosa la familia, no la atacarían unos y otros con tanta y desatada furia, ¿no creen ustedes?

Ramón Gómez Carrión

Periodista.

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