Asisto boquiabierto a lo que parece una campaña muy bien planificada que, de forma paulatina pero constante, nos llega de lo que antes se llamaba la Diputación Provincial de Alicante. Para más señas, por si alguien no sabe a qué me refiero ,es a ese órgano de la administración local cuya sede reside en la avenida de la Estación, en la capital de la provincia, en un solar rodeado por las calles Tucumán, Ferre Vidiella y San Juan Bosco, edificio de magnífica planta rodeado de jardines.
Intuyo que forma parte -¡nunca vi tanta actividad propagandística!- de un plan diseñado para contrarrestar los proyectos de la Generalitat Valenciana parecen tratar de cercenar la “autoridad” provincial de la Diputación en materia de deportes y turismo. Y he escrito bien, propagandística y no publicitaria, ni de marketing, porque muchas de las actividades parecen perseguir nítidamente adeptos a los ideales que se sustentan desde dicho palacete. No olvidemos que el vocablo propaganda, según define la Real Academia de la Lengua en sus dos primeras acepciones, se refiere al ámbito religioso.
Item más, actividades que muchos casos se circunscriben al espacio capitalino, en el interior o en derredor de sus instalaciones, sin que se observen al mismo ritmo acciones del mismo tono en el resto de la geografía provincial.
Mi asombro extremo me deja casi en suspenso por tanta prolijidad de mensajes en diferentes medios, especialmente en las emisoras de radio –cuñas- cuyo cierre, lema o eslogan –o claim, como dicen los publicistas- es: “Gobierno Provincial, la dipu de los pueblos”. Reflexiono sobre el primero: uno, cargado de quinquenios, lo del “gobierno” lo asocia al Gobierno Civil –hoy subdelegación-, y no encuentro justificación en constitución, estatuto o legislación vigente alguna, por lo que entiendo que el concepto acuñado es meramente una libertad literaria, ampulosa y recargada.
Respecto a la segunda parte, a contrario sensu si la “dipu” es de los pueblos es que no es de las ciudades. Alicante y Elche quedarían exentas, y quizás alguna más con una lectura restrictiva. Pero dejemos disquisiciones, ¿no será que todas estas acciones, además, coinciden en un periodo de precampaña electoral?
Y… ¿no será que constituye una autodefensa de otros proyectos de más calado que buscan la práctica desaparición de las diputaciones? La cuestión es si tanta parafernalia va a resolver cualquiera de estos interrogantes.
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