Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Sin recortes

La desconexión de la realidad del catolicismo

No tengo por costumbre polemizar con declaraciones de nadie. Respeto todas las opiniones y creencias, porque entiendo que la clave de la convivencia entre la especie humana es el diálogo y la comprensión que todo punto de vista, sea cual sea su lugar de partida, tiene que ser tenido en cuenta. Hace casi un mes centraba mi artículo de la Hoja del Lunes sobre la serie Adolescencia que, con solo cuatro capítulos, nos ha servido para entender una nueva realidad, a partir de las distorsiones sobre las relaciones personales y afectivas que empiezan a aparecer en la nueva generación de jóvenes de nuestra sociedad. Si mi titular apuntaba al carácter expositivo de sus creadores, “La realidad, aunque duela”, era porque uno de los méritos de este tipo de producto audiovisual no es extraer conclusiones, ni ningún tipo de soluciones para lo acontecido, sino mostrar lo que sucede, aunque nos provoque el rechazo y el desasosiego sobre una educación de los más jóvenes que presenta múltiples puntos conflictivos. Por este motivo, me ha llamado la atención que el principal responsable de la Iglesia Católica en la Diócesis de Orihuela-Alicante, el obispo José Ignacio Munilla, opine en su artículo que la serie “haya renunciado a integrar en su guion el tema del sentido de la vida y las respuestas morales necesarias, limitándose a describir la situación”.

Es obvio que los productos culturales, como es esta realización audiovisual, distan del carácter dogmático y con finalidades formativas de un libro religioso, como es el caso de la Biblia, citada en el artículo como referente para nuestra juventud, concretamente los evangelios del Nuevo Testamento. Así, el autor del artículo apunta el origen del conflicto: “la pinza ejercida entre las redes sociales y el pansexualismo resulta demoledora para los adolescentes”. En su referencia al pansexualismo ataca a la opción de la atracción por personas sin importar el género o su identidad de género. Según el responsable de esta diócesis, esta «confusión» es el origen de todos los males que expone la serie de la plataforma referida. Su conclusión se aferra a la falta de madurez de las nuevas generaciones de nuestra sociedad y a su peculiar solución: “la respuesta está en Jesucristo, el hombre nuevo. No solo necesitamos contemplar y aprender de su madurez en el Evangelio, sino que requerimos también de su gracia para poder alcanzarla”. Tras la cita de un fragmento del documento Gaudium et Spes 22 promulgado por el Concilio Vaticano II, refiere al modelo del primer hombre, Adán, como figura que precedió a Jesucristo y que tiene que servir de modelo para nuestra juventud: “él es el hombre perfecto, que ha devuelto a la descendencia de Adán la semejanza divina, deformada por el primer pecado”. Un consejo que difícilmente puede ser entendido por unas generaciones nacidas en medio de los avances tecnológicos que no han tenido, como fue en nuestra juventud, una formación obligatoria en materia religiosa.

El Obispo José ignacio Munilla. Fotografía de la diócesis de Valladolid (Fuente: Wikimedia).

El documento referido por Munilla fue presentado el año 1965. Más allá del sentido de este texto religioso que se centra en la dignidad del ser humano a la luz de Jesucristo, con claro contenido simbólico y con una función espiritual concreta que pretende dar continuidad a unas creencias, difícilmente podemos encontrar respuestas para las distorsiones psicológicas apuntadas en una situación límite como la de la serie británica. Los condicionantes personales y familiares de nuestra sociedad son, 60 años después, bastante distintos, de manera que ni la creencia en la encarnación de Dios en Cristo que defiende el texto citado, ni cualquier otra referencia al origen bíblico de la humanidad —con Adán y Eva como primeros humanos—, puede ofrecer ninguna solución para evitar situaciones de colapso en las nuevas generaciones que estamos formando. Como apuntaba al principio de mi artículo, respeto cualquier opinión que se dé sobre cualquier materia, pero no dejo de obtener confirmación de la lejanía de la realidad que percibo en la confesión religiosa mayoritaria en nuestro país.

Nuestra generación fue bautizada, sin ningún tipo de opción alternativa, en una fe que año tras año va quedándose aletargada en la respuesta difícil de los retos que van apareciendo en la situación lógica de evolución de la especie humana. Por el hecho de haber ingresado en nuestros primeros días en esta religión sirve para que sigamos siendo contabilizados como adeptos a unos principios dogmáticos que no solo no nos dan respuesta a nuestra cotidianeidad, sino que damos perpetuidad a una sinrazón disfrazada con el nombre de fe. Por suerte para nuestra civilización, las ciencias empíricas y la filosofía, entre otras muchas ramas del saber, han ido ejerciendo el análisis de la sociedad que necesitamos con la aplicación de los diversos descubrimientos que han ido mejorando nuestras condiciones de vida. Prefiero creer que, tras un suceso como el de Adolescencia, podemos aprender que nuestros hijos e hijas necesitan sobre todo atención y afecto, porque la deshumanización de nuestra civilización nos va dejando aislados y faltos de referentes próximos que nos permitan entender que el respeto a nosotros mismos y a la diversidad de nuestro entorno es la clave para mejorar nuestra convivencia. 

Carles Cortés

Catedrático de universidad y escritor.

1 Comment

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  • Creo que las últimas cinco líneas de tu excelente artículo contradicen claramente los inmisericordes ataques a monseñor Munilla (y al catolicismo), pues, esencialmente, el obispo responsabiliza de la inmadurez de los adolescentes a unos padres muy inmaduros. Un cordial saludo. Leo con gusto tus artículos en valenciano en ‘Información’ porque (como los de la Hoja) siempre tienen sustancia.