Inundaciones en esta tierra hemos visto bastantes. Es verdad que además tenemos el récord de precipitaciones torrenciales. Pero esta de ahora no deja de sorprender y, ante todo, transmitir el estupor y la sensación de pena, de silencio, la desolación y la solidaridad a toda la sociedad de la Comunidad por este desastre, con precedentes. Parece que con los avances tecnológicos no puede pasar esto de estar a expensas de la naturaleza. Pero sí. No somos más que hormigas y peor organizados que éstas, seguro. Cuando la madre naturaleza dice aquí estoy, aquí está. Hay que aprovechar los tiempos intermedios para prepararse ante la próxima vez que vuelva a hablar.
Canalizar las aguas en zonas semiáridas es fundamental para prevenir estas desgracias. Estaríamos hablando de hecatombe si no se hubiera canalizado el Turia en Valencia ciudad. También las fuertes lluvias sobre Alicante habrían sido destructivas sin la canalización de la ciudad y de los barrancos de su área metropolitana con las Ovejas, Juncaret, Orgegia… Ahora habrá que hacerlo, habrá que buscar financiación y recursos para intentar no revivir esta catástrofe que, por otra parte, ha venido a constatar algunas realidades contumaces:
- La política no es para este momento; conflictos, responsabilidades, culpabilidades hay que buscarlas en la atmósfera, no en la antroposfera. Una colada de aire frío en altura entra en contacto con el mar cálido y se carga de agua que descargará al tocar tierra y lo hará de forma torrencial y destructiva. Es repugnante que se utilice el caso para ver cómo echar la culpa al oponente, gran demostración de estupidez que lleva a la desafección a tirios y troyanos.
- Otra lección no antagonista: destacar el trabajo de muchos políticos que en estos duros momentos se dejan la piel, muchos calladamente y sin descanso, por mejorar la vida de sus conciudadanos. En Alicante lo sabemos y recordamos a Trinitario González de Quijano, gobernador civil de la ciudad y considerado un héroe por su actuación humanitaria durante la epidemia de cólera de 1854; Quijano, un español de Guetaria, Guipúzcoa, se dejó la vida ayudando a los alicantinos nada más comenzar su mandato.
- También parece mentira que, con los medios actuales, pasen los días y todavía pueda haber gente aislada, desaparecida, perdida, desolada. No es tan fácil, está claro, pero ¿de cuántos helicópteros disponemos en la Comunidad? ¿Cuántos voluntarios podemos movilizar en un momento de necesidad? ¿Estamos preparados, informados y listos para este tipo de necesidades? ¿Por dónde canalizar las ayudas que deseamos aportar?
Sin duda desde el colegio deberíamos saber cómo responder, ya que está demostrado que cada x tiempo nos pasa y vuelve a pasar; esto debemos aprenderlo de las experiencias y de la realidad implacable y tozuda que nos recuerda que “rambla” quiere decir “lecho natural de las aguas pluviales cuando caen copiosamente.” Hay que saber que si un pueblo se llama “Torrent”, su nombre proviene de “corriente o avenida impetuosa de aguas que sobreviene en tiempos de muchas lluvias o de rápidos deshielos.” Y “barranco”, que hay muchos, viene a ser “quiebra o surco producidos en la tierra por las corrientes o avenidas de las aguas.” Además, si una zona es inundable quiere decir que se puede inundar y si algo puede pasar terminará pasando, casi seguro.
O sea, es una temeridad construir garajes y sótanos en la rambla, no canalizar los torrentes, o poner un centro comercial en el barranc del infern (aviso doble) o edificar en zonas inundables.
Hacemos mal los hormigueros.
Haciendo amigos.
Posdata
Como historiador tengo que señalar que cuando en España hemos perdido el respeto al Rey y nos hemos dejado llevar por la ira y la sinrazón hemos terminado muy mal. Hay que pensar, como decía mi padre, ”la cabeza no está solo para clavar clavos”.
Claridad y sensatez, Pedro. Excelente artículo que deberíamos interiorizar todos. Un cordial saludo.
Un abrazo Sr