Lloro en la soleada noche de la incertidumbre, bajo los tristes brillos de las estrellas, mientras se desgarra a trozos en mi pecho esa dulce felicidad que es la miseria.
Paseo las laderas de los edificios, allá donde asoman las azoteas. Y veo con mirada de francotirador cómo golpean las guerras, cómo caen los cuerpos, cómo abrasan las tinieblas. Se rompen las sienes, se esculpen las penas. Se apagan los corazones entre las calles y las callejas. Surgen de la nada los tanques, y los aviones cruzan la frontera, los fusiles asoman en las esquinas yermas. Sangre y lágrimas de muerte en las aceras.
Recorro las grietas de los tejados donde antes colgaban las estrellas, y recojo a trompicones los niños y la inocencia. Caminan unidos por el lazo de la mano de la huesuda extremidad los ancianos, que vuelven a vivir otra guerra. Es la sangre inocente la que siempre riega las calles. Caen los obuses en medio de las centellas. Y se apilan los cadáveres entre las explosiones y los jirones de las casas que se van arrodillando sobre la tierra.
Las lluvias de los huecos no creen que exista la conciencia, pero los hombres y las mujeres se empeñan en tenerla. En medio de los paréntesis nadie se pone en la piel del otro; y crece el odio, la intolerancia y el menosprecio entre los pueblos, entre las etnias, entre las comunidades, entre las creencias, entre los pensares… y entre las familias y entre las personas. Ya en las cosas pequeñas se marcan las diferencias. En los “hablares”, en los “andares”, en los “vestires”, en los “respirares”, en los “sentires”, en los “mirares”, en los “divertires” y en los “jugares”, en los “obedeceres” y en los “mandares”… La preponderancia del “mí” sobre el “ti”, de “lo mío” sobre “lo tuyo”. El enfrentamiento de “lo vecino”: de “lo Real Madrid” contra “lo Atlético de Madrid”, de “lo culé” contra “lo periquito”, de lo de mi pueblo contra lo del tuyo.
Lágrimas en tu pelo: perlas. El mundo de los sentimientos: quimeras. Recostado en el sofá del mundo vemos el equilibrio de la incertidumbre y convivimos entre cuatro líneas extraplanas con la miseria.
Rompo las miradas trágicas de las escenas cuando me miro perplejo ante el espejo y no me reconozco, decrépito y viejo en esta sala postrera de la vida que he ido recorriendo hasta llegar aquí. Cuántos pasos juveniles de fresca mirada cristalina bombearon mi corazón de entusiasmo por creer en la vida con sentimientos e ideas limpias. Y hoy los ojos ya apagados por el desgaste de mirar el mundo y ver cómo se habla frívolamente de amor y paz, de respeto y de “todos somos iguales”, del valor de la vida, de la dignidad del hombre y la mujer, de la libertad de credos, de la protección de la infancia, de la honestidad, del valor de la cultura, del “dinero no hace la felicidad”, del trabajo responsable, del valor de la justicia, de la protección del débil, de la ayuda a los necesitados, de no “robar”, de no malversar, de no prevaricar, de no abusar, de no estafar, de no engañar, de no mentir, de no codiciar, de no envidiar, de no hacer sufrir, de no mercadear con la muerte a través de las imágenes emitidas que no respetan la intimidad de los muertos, ni el sufrimiento de sus familias. Los “negocios son los negocios”, las ganancias fáciles aunque sea a costa de la salud de otros… No importa, nada importa… Yo, yo y yo, y tira “pa’lante”. Pisa fuerte y pisotea que hay que subir “pa’riba”. Hay que aprovechar el momento que “está de dulce”.
Rompo las miradas trágicas de las escenas cuando me miro perplejo ante el espejo y no me reconozco.
La conciencia en púrpura vestida viaja en un todoterreno que está en hipoteca.
Vendí mi alma antes de la muerte y ahora lloro sobre tu pelo bajo el brillo de las estrellas.
Y entre lágrimas veo que hay multitud de gente joven que crece todavía con savia fresca, regada en valores que respetan al hombre y a la vida. Me recuerdan que fui joven con ideas limpias. Y pienso que todos aportamos un granito de civilización a la historia y ayudamos a evolucionar el pensamiento y la sensibilidad del ser humano. Hay que seguir andando para continuar humanizando la vida y las conciencias.
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Juan Antonio: Tus palabras son un tratado-compendio de humanismo y. especialmente, de ética. Y tan bellamente dicho todo que sabe a gran poema. Enhorabuena y un abrazo.
Muchas gracias, Ramón, por tus amables palabras. Un abrazo.
Juan Antonio,.Enhorabuena por este poema en prosa que es un canto de esperanza!!
Un abrazo
Pilar, muchas gracias. Siempre hemos de tener encendida la luz de la esperanza en la vida, en el mundo, en el ser humano.
Un abrazo