A menudo, caminando por la ciudad, observamos incívicos atentados al patrimonio público, como ocurrió el verano pasado con los bustos de dos ilustres alicantinos, el Doctor Balmis y el escritor Gabriel Miró. Vemos como algunos sacan a pasear su mala educación.
Cuando en los muros del Ayuntamiento aparecen pintadas observamos lo mismo. Y conforme se eleva (si es el caso) nuestro cabreo hablamos de incívicos, gamberros, “tontos del culo” y de ahí para arriba. En el conocido como pórtico del reloj, situado en nuestro Ayuntamiento hay unas pintadas, mejor dicho unas guarradas, desde hace semanas.
Pórtico del reloj. Ayuntamiento de Alicante.
A los maleducados que perpetraron el incívico hecho se les llama con cualquier “lindeza” que a ustedes se les ocurra. El pórtico del reloj es un lugar de mucho, muchísimo paso al cabo del día. La mala imagen que eso proyecta allí, un día sí y otro también, no es muy buena para la ciudad. Es, sencillamente, una mala imagen. Los responsables, claro está, son los ensuciadores de paredes sin ton ni son. Pero ¿cómo llamamos a la persistencia de los garabatos?
Cuando después de una semana siguen allí podemos pensar en la burocracia municipal (ya estamos dando mala imagen), cuando han pasado 2 semanas quizá hablamos de desidia o dejadez y cuando ya han transcurrido 3 largas semanas desde el atentado a los muros de nuestro Ayuntamiento podemos pensar en que esto es un cachondeo, dicho en alicantino: la bufa la gamba.
Como ciudadano quiero confiar que el obligatorio lavado de cara estará próximo, pero si atendemos a otros casos (como los mencionados al principio) de vandalismo contra el patrimonio no es el optimismo lo que me viene a la cabeza.
El pasado verano, a principios de agosto, el busto del Doctor Balmis en la plaza de su nombre fue descabalgado del pedestal y este removido de su base con tal deterioro que las tomas eléctricas que alberga afectaron al vecindario. Se solucionó este problema, pero más de 4 meses después el busto (que se retiró para su restauración) sigue sin aparecer sobre su pedestal que ahora, como diría un huertano, está cogido con “palicos y cañicas”, vamos con unos provisionales alambres (más de 4 meses de provisionalidad) que no ofrecen la mejor imagen del lugar. Larga restauración, a fe mía.
Algo parecido ocurre con otro busto cercano, el del escritor Gabriel Miró en la recoleta plaza que lleva su nombre. Fue atacado el mismo día, también acabó en el suelo y con la cara ennegrecida. Se repuso en su pedestal y se anunció que se buscaría el mejor producto para darle su aspecto habitual. Han pasado los 4 meses mencionados y deben estar aun buscando el producto pues la cara continúa ennegrecida aunque ahora es más difícil verla ya que la jardinería circundante prácticamente lo oculta a nuestros ojos. Del pie informativo, repleto de garabatos desde hace todavía más tiempo mejor ni hablamos, ya lo hace por sí solo.
Muchos, demasiados meses, para volver a poner las cosas en su sitio, como estaban. Así que, entre pitos y flautas, da la impresión de que para algunas cuestiones no se es lo rápido y eficiente que un ayuntamiento de esta envergadura (superamos de largo los 300 mil habitantes) debería.
Lo dicho, a veces esto parece la bufa la gamba.
Benjamín Llorens.
Fotos del autor.
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Bueno…estimado Llorens. Existe una página en internet que te envía al Ayuntamiento y en la que puedes ejercer tu derecho de ciudadanía, reclamando cualquier deterioro. Yo lo he usado varias veces, para denunciar, por ejemplo, el abandono de la Cruz de los Caídos y su en torno; para denunciar el mal estado de la muralla del XIX que rodea el paseo de San Francisco (Calvo Sotelo), donde en su entrada norte falta (desde hace años, parte del forjado; para denunciar la desastrosa situación del monumento a Maisonnave, de la citada plaza , sucia a más no poder (por cierto que la placa conmemorativa se colocó en lugar poco apropiado y de eso van para tropecientos años. ¿Do fueron mis quejas o sugerencias?
Y esto no ocurre ahora, que ha pasado siempre, con cualesquiera gobierno municipal. Me acuerdo de la reforma que de la repetida plaza de Don José, hizo el PSOE y que a la hora de reconstruir la puerta oeste, neoclásica, los propios obreros se preguntaban que faltaba algo que la coronara. Claro, el escudo de Alicante (del que hace mención Figueras en su libro). Lo tenia yo guardado, que me lo encontré entre los escombros de las obras de reestructuración semanas antes y me lo llevé para que no se perdiera. ¿Qué se están preguntando, les dije a los dos operarios que hablaban preguntándose, subidos en el andamio, que ahí faltaba algo. ¡Esperen un momento! y subí a mi casa, donde reposaba el adorno. Por eso, ahora, luce de nuevo en la citada puerta. Así que, ¿qué hacer?