Colecciona llaveros, décimo de loterías, cupones de la Once, cochecitos, etc.
Tengo un vecino excepcional, de una personalidad arrolladora, de una memoria y cultura envidiable, y encima colecciona lo que a mí me gusta, pero no tengo espacio para tenerlo. Yo le conocí por casualidad dando un paseo por el barrio de La Florida en plena pandemia (el nombre de la calle me la reservo por seguridad). Vi en la puerta de su local unos llaveros colgados en unos paneles (todas las paredes llenas), le pregunté si los coleccionaba. Me respondió que sí y me invitó a pasar a su local de unos 150 metros cuadrados. Una vez dentro me dijo:
–¿Cuánto cree usted que tengo de llaveros?
–Unos 5.000 –respondí a voleo por decir un número–.
–No tengo 5.000, tengo unos 14.000 llaveros, algunos repetidos. Empecé a coleccionarlos en 1986 cuando yo trabajaba en la Coca-Cola. Pero es que, además, colecciono cupones de la Once desde 1984 a 2020 y los tengo todos por números correlativos empezando por el 00001. El último es el 00000, y agrupados por números y años, y en un álbum los números capicúas.

Tiene todos los décimos de Lotería Nacional desde 1960 hasta la fecha, menos los que hayan sido premiados que se queda la Administración con ellos para justificar el pago de los premios. Los de los primeros eran generosos en papel con buenas ilustraciones. Como resulta harto increíble lo que os cuento, le pedí permiso para hacer unas fotografías que son la que os muestro en este reportaje.

–¿Y usted dónde es? –le pregunté–.
–Yo nací en Bigastro, ¿sabes usted dónde está?
–Sí, hombre, cerca de Orihuela, el pueblo del poeta Miguel Hernández, yo le digo a mi coche “tira para Orihuela” y se va solo como un caballo. Si ahora tengo 82 años, eche usted cuenta de qué año nací.
–O sea, que nació 1939.
–Mi nombre es José Martínez, Pepe para los amigos.
Luego fuimos a tomar café a un bar en la esquina y ya me explicó como más detenimiento su colección: llaveros, décimo de loterías y Once, monedas extranjeras, cochecitos, billetes de bancos antiguos, almanaques antiguos. Los domingos acude a la plaza del Ayuntamiento donde están los puestos de compraventa de filatelia, monedas y otros objetos varios.

Me dice que él cambia lo que tiene repetido. Lo que vale dinero es lo que escasea. Por ejemplo, antes la Once emitía en cada provincia sus boletos y hubo un año que, por problemas, no se imprimieron y no hubo sorteo, excepto en las Vascongadas, que sí emitió el del 8 de diciembre de 1988. Estos boletos cuestan mucho dinero y Pepe los tuvo que comprar para tenerlos todos, que como he comentado los tiene correlativos.

Este local de Pepe es único. Pienso que se debería convertir en un museo en Alicante, porque es digno de ver. Yo me quedé asombrado, pasmado, y he vuelto a ir varias veces más para darle mis llaveros que ya no sirven. Lo cierto es que me gusta coleccionar, pero reconozco que se ha de tener espacio, un local como el de Pepe que tiene uno 150 metros cuadrados.
Decía al principio que Pepe tenía una memoria envidiable, y ellos se debe al estudio de las colecciones que posee; memoriza números, fechas, datos e historia, porque las colecciones están llenas de historia, es como los filatélicos que tienen una cultura general muy buena que les enseña los sellos, pero lo de los llaveros no es menos. O los décimos u otro tipo de colección que también requieren una atención constante, así están sus mentes siempre alertas y en acción.

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