Nos hemos encontrado de nuevo (después de mucho tiempo sin verle en programas “para pensar”, de los pocos que quedaban en la televisión con ese talante) con el escritor Juan Manuel de Prada. Prada es unpensador ante todo, columnista en la prensa con reconocimiento asiduo y escritor de novelas, que mantiene la frescura e idoneidad de salir al paso de la gente que va por la vida sacando pecho y empujando para llamar la atención, o sea, provocando. “La tecnología ha destruido nuestra sensibilidad, nuestra capacidad de conmoción ante la belleza”, nos dice en la revista Mundo cristiano de marzo 2022, entrevistado por José María Sánchez Galera, recordando al lector que el pensamiento tradicional tiene una vigencia imperecedera, siendo tan válido hoy como hace mil años o dentro de tres mil. Y que lo es porque es verdadero. La gente actual, la que reparte algunos sopapos en forma ideológico-moderna, según su criterio, utiliza el mismo formato y lenguaje que los que han utilizado y usan todavía (y no pueden dejar de hacerlo). Lo explica en su libro Una enmienda a la totalidad, diciéndonos que las ideologías modernas son sucedáneos religiosos que aspiran a llenar el vacío que en el ser humano deja la ausencia de Dios, una ausencia en la que todos tenemos mucho que ver cuando prescindimos de la existencia de un ser superior a quien se conoce pero no se mira.
“El hombre no puede funcionar así”, puesto que es un ser de cercanías, que necesita completarse con otras personas, tener hijos, tener reconocimiento individual. Lo que se sigue vendiendo por parte de los políticos es que hay que escuchar únicamente al Estado y las más diversas y lejanas corrientes ideológicas. Lo que se vende es la religión de la adoración del hombre. Las ideologías debilitan los vínculos humanos, exaltan el individualismo y te acaban convirtiendo en rehén. Antes se hacía el elogio de los anacoretas, resaltando las virtudes de renuncia personal, los sacrificios, “pero lo de ahora no es renuncia sino imposición”. Lo que pasa es que la magia del mal consiste en hacer creer que las imposiciones son ejercicios libérrimos de tu independencia, de tu autonomía. Esta es la magia del mal: enmascararse y presentarse como bien, como bien alternativo. Y los manipuladores van por la vida cargándose la historia, tantas veces grandiosa de los que nos precedieron, de los que vivieron años y años de guerra y otros tantos de contención. El entrevistador interroga más y pregunta a De Prada con una afirmación sobrepasada: “La Agenda 2030 y del Foro Económico Mundial es ‘no tendrás nada y serás feliz’”. La respuesta es que “Eso de no tendrás nada y serás feliz” la gente lo interpreta sólo en el plano material, pero te lo están diciendo también en el plano espiritual, en el plano de los afectos, en el plano de todo. Tendrás un cuchitril miserable en el que podrás ver tu serie de Netflix, pero no tendrás nada, y no solamente en el plano material porque cobrarás un sueldo birrioso, no tendrás una propiedad, no tendrás una familia, no tendrás cosas que son mucho más que la pura materialidad.
El entrevistador José María Sánchez cambió el escenario unos grados en cualquier dirección, diciendo que una chica levantó la mano para decir: “¿Quién es Jesucristo?”. A De Prada le parece impresionante. “Es como el fin de la civilización en una anécdota. Una anécdota jocosa pero terrible. Estamos ya hablando de la posmodernidad, que supone la inmersión de nuestra generación en la barbarie, la barbarie balbuciente, epiléptica, nerviosa”. Acaba la entrevista preguntando de este modo: “Un cambio antropológico profundo sería el de las nuevas tecnologías. ¿Qué piensa al respecto?”. Juan Manuel reflexiona y sale desde detrás de sus gafas diciendo que “la tecnología nunca es neutra, cambia nuestra relación con el mundo, la libera de intermediaciones. Antes, nuestras decisiones morales eran mucho menos arduas. Nuestro esfuerzo es ahora más liviano, ha destruido también nuestra sensibilidad y nuestra capacidad de conmoción ante la belleza”.
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Demetrio: Aciertas de lleno cuando encumbras a Juan Manuel de Prada como uno de nuestro grandes intelectuales, un gran humanista y defensor de la civilización greco-romana-cristiana, la que hizo este Occidente que se está suicidando con el desastroso laicismo campante. Vamos hacia el abismo. Tenemos que luchar por la recuperación de los valores frente a las fuerzas deshumanizadoras, entre las que el sanchismo-comunismo está destrozando a España. Un abrazo.