Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Al paso

Isabel Coixet, como tú y como yo, busca ‘su’ lugar

Isabel Coixet en imagen de 2019. Fotografía de Teddy Award (Fuente: Wikimedia).
La famosa cineasta se ha ido a vivir a un pueblecito francés y confiesa: “Llevo toda la vida buscando mi lugar y no hay manera”. A ella (a usted y a mí) le digo: no lo hallará hasta que encuentre a Dios.

Al final de la vida, en el instante de la muerte definitiva, todos nos encontraremos con Dios. No pasa nada porque tardemos unos años más o menos. El tiempo pasa que vuela. ¿Qué más dan unos años más arriba o abajo? Lo que importa es la vida. Y la tenemos para toda la eternidad. Si quieres encontrar antes la verdadera vida, vete al encuentro con Jesucristo que dijo “yo soy el camino, la verdad y la vida”.

El encuentro con Cristo es lo más importante; no el encuentro con la Iglesia, que también, pero como un medio. Cuanto antes lo encontremos mejor. Pero si nos pasamos años y años intentándolo, incluso con meditaciones orientales, tampoco pasa nada.

Si verdaderamente buscamos ‘nuestro’ lugar con verdad, con respeto (si es que con amor nos parece excesivo) a los demás, seguro que lo encontraremos pasados unos cuantos años, los que sean, que siempre serán pocos si las cosas terminan bien. Y si las cosas van mal, porque nos perdemos por el camino, tampoco hay que angustiarse, al final llegamos a la meta y en la meta de verdad nos espera el mismo Dios, el mismo Padre, pura misericordia, que nos preguntará si queremos pasarnos la eternidad con Él y los suyos (casi toda la humanidad) o si preferimos no estar con Él por los siglos de los siglos. Va a ser el último ejercicio de libertad.

Escribo hoy sobre Dios tras haber leído unas declaraciones de Isabel Coixet, la excelente directora de cine, entrevistada tras ganar un premio en el Festival de San Sebastián. Dice cosas muy interesantes, como acostumbra a hacerlo en los artículos que publica todas las semanas en el suplemento dominical de ABC, La Verdad y demás periódicos del grupo Vocento. Como la protagonista de su último film (Un amor), “una mujer perdida, que se esfuerza por encontrar su lugar en el mundo, vuelvo a él una y otra vez porque ese personaje soy yo misma desde que tenía cinco años. Llevo toda la vida buscando mi lugar y no hay manera. Y es cierto que el afán de búsqueda es lo que nos hace seguir adelante, lo que nos da energía e impulso. Pero es agotador”.

Jesucristo dijo a este respecto (Evangelio según San Mateo, capítulo 11, versículo 15): “Venid a mí los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré”. Y para los que tienen sed, cansados de andar caminos bajo el sol sin encontrar su lugar, es una fuente de agua viva y la ofrece generosamente, como hizo con la mujer samaritana, sentados ambos en el brocal del pozo de Jacob. Hay muchos ejemplos de ‘buscadores de su lugar en el mundo’ que lo encontraron, entre ellos dos modernos, los dos del recién pasado siglo XX; uno, el religioso y periodista franciscano Maximiliano Kolbe, canonizado por Juan Pablo II el 10 de octubre de 1982; y el otro, un gran escritor francés, André Frossard, hijo del largo tiempo secretario general del Partido Comunista, un ateo que se convirtió y que, además de sus memorias-conversión (Dios existe; yo me lo encontré), escribió una preciosa biografía del periodista franciscano, asesinado por los nazis: No olvidéis el amor. La pasión de Maximiliano Kolbe’ Dos periodistas y escritores.

Frossard fue miembro de la Academia Francesa de la Lengua. Yo releo, de vez en cuando, pasajes de la biografía, edición (la séptima) de 2018, casi calentita todavía. Y se la recomiendo a Isabel Coixet, porque puede dar lugar a un gran guión para una enorme película. Kolbe tiene una vida tan fabulosa que daría para un excelente film de Isabel.

Hace ya muchos meses que les hablé a ustedes de Kolbe, un periodista franciscano que hasta fundó un periódico en Japón, antes de que Hitler lo matara. Antes de que los nazis lo martirizaran en Auschwitz. Este plumilla de la orden de San Francisco de Asís, prisionero en la Polonia ocupada por los alemanes, cuando diez prisioneros iban a ser encerrados en una celda, condenados a morir sin comida ni bebida, como represalia por la fuga de dos compañeros, se ofreció para ocupar el lugar de un padre de familia y murió de hambre y sed junto a los otros nueve reclusos.

Estamos construyendo un mundo sin Dios y es la más grande aberración que puede darse. Hay fuerzas económicas, ideológicas y de otro tipo, todas empeñadas en acabar con el matrimonio, la familia, la defensa de la vida y todos los valores del humanismo cristiano, en aras de un nuevo tiempo que llaman ‘progresista’ y sólo es un desmadre que nos está llevando a la destrucción sociológica, acabando con las libertades individuales en nombre del bien común. Además de traidores son mentirosos compulsivos; bellacos que se las dan de caballeros; destructores de la Constitución que presumen de constitucionalistas. Peor todavía: están destrozando a la infancia y la juventud con falsedades mil veces repetidas intentando convertirlas en verdades y acaso lo están consiguiendo.

Me solidarizo con Isabel Coixet, que se ha refugiado en un pueblecito francés próximo a la frontera con España buscando su lugar en el mundo. Y lloro porque nuestros gobernantes están haciendo todo lo que pueden (y más) para que nuestros hijos y nuestros nietos tengan muy difícil, casi imposible, hallar ese lugar. Nos están volviendo locos. Más del 50 % estamos enfermos mentales. La pandemia avanza. La quieren cortar con psiquiatras, cuando lo que hay que hacer es cambiar de gobernantes. En España y en el mundo. La mayoría son psicópatas del poder y del dinero. Están como una cabra y nos llevan al abismo. A los cuerdos los llaman de todo, incluso fascistas. Yo siempre fui socialdemócrata cristiano sin partido, admirador de Frossard y de Kolbe y lector de Coixet y sus ‘compañeros’ Arturo Pérez Reverte, Juan Manuel de Prada, Ignacio Camacho…

He encontrado mi lugar en el Cristianismo y en la libertad de los hijos de Dios. Cada uno es muy libre de pensar y hacer lo que quiera. Y trato de ser fiel a la consigna de Kolbe al despedir a sus compañeros franciscanos cuando los nazis se los llevaban del convento: “No olvidéis el amor”.

Ramón Gómez Carrión

Periodista.

2 Comments

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  • Don Ramón, una vez más gracias. Y engancho con su final pues bien cierto es que «cada uno es muy lbre de pensar y hacer lo que quiera» pero desde su libertad respetando la libertad y la verdad… Porque «la verdad es lo que es aunque se cuente al revés» (Antonio Machado, poeta)… Y ya sabe usted la verdad del refranero español: «La mentira tiene las patas muy cortas»…
    Soluciones por el futuro bienestar de nuestros hijos y nietos: nuestra libertad y ética presente al acudir a las urnas y elegir a políticos gestores respondables que no hipotequen el futuro de nuestras hijas y nietas… Salvo excepción contada, pandilla de borregos en la disciplina del voto en la ‘partitocracia’ de miserables analfabetos ineptos…

    • Gracias, Pedro J. Para elegir mejor y a mejores políticos tiene que cambiar la ley de partidos y la ley electoral. Pero, como denunció Javier Cercas, tendrían que cambiarlas los políticos y los políticos no quieren. Estamos jodidos. Llevas razón: «Salvo excepción contada, pandilla de borregos en la disciplina del voto en la ‘partitocracia’ de miserables analfabetos ineptos». Los has definido perfectamente. Un abrazo y… a joderse.