El ser humano tiene la necesidad intrínseca de conocer su pasado, de saber cuáles son sus raíces, de tener datos de sus antepasados (padres, abuelos y si puede alargar más su árbol genealógico, mejor) y busca información de familiares directos o de personas que conocieron a sus ancestros y que aún viven o de personas que oyeron hablar de ellos a través de sus padres o abuelos, etc.
Un pueblo, una nación, también debe hacer lo mismo: indagar en su historia, poner en valor sus proezas y asumir sus errores y llegar a la conclusión de que todos los países han tenido luces y sombras. Es injusto dar lustre al pasado de unos pueblos y hundir el de otros cuando sus actuaciones fueron similares o quizá peores las de los otros.
De forma virtual asistí a una ponencia que me resultó ser muy interesante sobre “La huella del virreinato de España en los Estados Unidos” impartida por María Elvira Roca Barea, destacada ensayista, escritora y profesora española que ha impartido clases en Harvard y es Medalla de Andalucía (2018). El virreinato ocupó gran parte de lo que hoy es México y sur de los EE.UU. y ha dejado gran influencia en la cultura y en la sociedad de ambos países. Pero esta influencia se ve ninguneada o es más bien nula en las películas del género del Oste o westerns, silenciada por propios intereses de propaganda épica para construir su pasado.
En los niños que éramos en los años 60 y en generaciones anteriores las películas de este género copaban tanto el cine como posteriormente la televisión. Aún hoy día siguen emitiéndose por televisión estas cintas que nos hacen ver una realidad muy diferente a la que fue con respecto a la influencia española en el intercambio cultural: el español era la lengua franca que usaban los Apaches y sus primos los Navajos para entenderse con campesinos de origen español y mexicano y con otros indios y se asentaron costumbres y formas de vida más acordes con parámetros occidentales más evolucionados, como pueden ser la eliminación de los sacrificios humanos al uso en aquellos lugares, el trabajar la tierra con mayor rendimiento o una religión que perdura hasta hoy, el cristianismo.
Sirvan este diálogo que aparece en la novela El tesoro. La aventura del pasado, el presente y el futuro del Perú, de Rolando Arellano (2021), para entender algo mejor lo que sucedió en tierras de lo que hoy es el sur de los EE.UU. antes de la llegada de los colonos americanos:
“Pero, profesor, ¿si en vez de los españoles nos hubieran conquistado los ingleses, no seríamos como Estados Unidos? Con un extraño acento, el doctor Del Mosto dijo: “Según don Bartolomé de las Casas, los incas tenían alma y no podían ser esclavos. Y por ello, a pedido de nuestra reina Isabel formamos parejas de razas mixtas, para dar al Nuevo Mundo un nuevo tipo de cristianos”.
En dicha novela se cuenta que en América del Norte se exterminaron a los nativos con engaños y con balas y que en sus tierras (Perú) hubiera sucedido lo mismo si no hubieran ido los españoles y vivirían en reservas. Los apellidos españoles perduran en los descendientes de aquellos antepasados indígenas gracias al mestizaje.
Cuando el presidente de México, López Obrador, y el expresidente de Bolivia, Evo Morales, exigieron a los españoles una disculpa por las actuaciones españolas en el pasado, cuando en realidad fueron sus propios antepasados los que protagonizaron esos excesos a los que se refieren, porque sus apellidos indican que ellos mismos son descendientes de algún conquistador que partió para América.
Y siguiendo con el tema del western, las grandes películas de este género muestran cómo el hombre blanco se va acercando desde el este de forma épica y se va encontrando con los indios que, según reflejan, jamás habían tenido conocimiento de la existencia del hombre blanco y, según apunta María Elvira en su ponencia, “eso es falso de toda falsedad”:
“En los 20 títulos más importantes de los westerns, Ford Apache, por ejemplo, de John Ford, pero podríamos añadir muchas más como La conquista del oeste, etc., en los enfrentamientos con los indios nunca aparece que éstos hablaban español, o que Gerónimo hablaba español, que estaba bautizado y sus padres también”.
Según comenta la prestigiosa ensayista, los Apaches Chiricahuas se entendían bien y sin tener relaciones conflictivas con los granjeros españoles y mexicanos en época del virreinato español. En 1848 cuando el virreinato ya está independizado de España, es cuando tienen el primer levantamiento contra el Gobernador. Los sucesos de emancipación de México de la Corona frenaron los avances para la integración de apaches y comanches en el sistema imperial español, se inició un importante cambio truncando esas relaciones que permitían la convivencia entre apaches e hispanos.
Así, vemos que en estas películas se oculta una realidad, que los indios apaches que luchan contra el “hombre blanco protestante” ya habían tenido unas relaciones razonablemente fluidas con “el hombre blanco español” y que esta relación les permitió seguir libres y vivir inmersos en su propia cultura y ritos. Por otro lado, cuando esas películas presentan a Gerónimo como “otro Gerónimo que no es católico y no se santigua”, “es otro Gerónimo completamente diferente para los westerns, un indio rebelde y sanguinario”, apunta María Elvira Roca Barea.
Otra de las incongruencias que presentan estas películas es, según comenta la ensayista, la aparición de los indios montados a caballo, como si les hubieran caído del cielo. En realidad, sabemos que fueron los españoles los que llevaron los caballos a América: “Oñate fue hacia el norte con sus caballos, burros y ovejas merinas”. Con los primeros hombres blancos con los que tuvieron relación los indios fueron los españoles y fue bastantes años antes de la llegada de los ingleses debido a la migración a Nueva Inglaterra de los radicales protestantes, los puritanos, llegados principalmente entre 1620 y 1640, que esperaban que esta tierra fuera una «nación redentora». Huyeron de Inglaterra y querían crear una «nación de santos».
Gerónimo, El Apache
La figura de Gerónimo forma parte del imaginario de las llanuras del sudoeste de Estados Unidos al igual que Cochise, apaches ambos, junto a los sioux lakota Nube Roja, Toro Sentado y Caballo Loco en las llanuras más al norte y sur de Canadá. Fue Gerónimo mismo quien contó en idioma español su vida al escritor S.M. Barrett que la plasmó en inglés y apareció en España bajo el título Gerónimo, historia de su vida.
Gerónimo fue bautizado, como lo fueron sus padres y algunas generaciones de apaches chiricahuas que habitaron el sudoeste de Estados Unidos. Habló de sus costumbres, de su cultura y también de la persecución de su pueblo relatando cómo fueron asesinados su madre, su esposa y sus tres hijos a manos del ejército mexicano. Fueron estos sucesos los que le empujaron a levantarse contra mexicanos y estadounidenses (que les iban acotando sus posibilidades de vida, recortando su territorio y su subsistencia), sembrando el terror en toda aquella zona de Nuevo México, Arizona, etc.
Fue el general Nelson A. Miles quien logró su rendición definitiva, en 1886, y dijo de él que era “el peor y el más salvaje de los indios”. El general le hizo muchas promesas que luego no se cumplieron y le ofreció una vida en paz en Arizona después de cumplir dos años de castigo en la prisión de Florida. Fue tomado como prisionero de guerra en la reserva de Fort Sill (Oklahoma). El nombre de Gerónimo ya se había convertido en leyenda. Y acabó su vida siendo “una atracción de feria” en exposiciones internacionales, haciéndose fotos y firmando autógrafos. Había perdido lo esencial de un ser humano: dignidad y libertad, echándose en manos del alcohol, quizá como vía de escape.
Las Guerras Apaches son los conflictos entre 1861 y 1886 que enfrentaron a los apaches contra el ejército estadounidense en el territorio de Arizona. Se producen con el levantamiento de los indios, cuando los EE.UU. se quedan con los territorios del norte de lo que fue el virreinato y les expulsaron de sus tierras, acabando con la extinción de muchas tribus indias de aquella basta zona.
El bisnieto de Gerónimo, Alfonso Borrego, dedicado a la investigación histórica, refuta la leyenda negra y reivindica la herencia española, especialmente de los territorios al oeste del rio Mississippi. Hace una clara distinción entre los estados de nombre español como son Montana, Nevada, Nuevo México, Colorado, Arizona, Utah, California, Texas y Florida en los cuales están las reservas indias frente al resto de estados en los cuales no existen éstas. Los primeros ingleses se asentaron en las colonias británicas. Alfonso Borrego comenta que en Plymouth Rock desembarcaron por primera vez y “se toparon con la tribu de wampanoag…”. A la que el presidente Lincoln usó de ejemplo para el día de Acción de gracias de la nación preguntando de forma retórica: “Pero, ¿dónde están los wampanoag?”, ya que, según refiere el bisnieto de Gerónimo “los ingleses mataron a todos los indios de Playmouth Rock hasta los estados de nombre español. Esa es la diferencia entre los ingleses y los españoles”.
También citó Borrego naciones como Nicaragua, Belice o Perú para señalar que “ahí están los indios”, sin embargo, “donde estaban los ingleses no hay ni uno”. Entrevistado posteriormente a su ponencia por el diario ABC, puntualizó que los españoles se mestizaron con los indígenas y combinaron culturas, defendió la herencia española en los indios y reconoció “las buenas relaciones que se dieron por lo general entre nativos americanos y españoles. Éramos parte de la frontera española». Y comenta que fue la fe la que hizo que existiera una buena relación entre los nativos y los evangelizadores. “Esto se plasmó en la propia familia del apache Gerónimo, que se bautizó junto con sus padres, como lo demuestran las partidas de bautismo recientemente descubiertas”.
Según la idea de Borrego, ante los políticos que exigen que España debe pedir perdón “por su labor en América” les indican que deben dar las gracias “porque dejaron todos los edificios, la lengua, la tecnología, alimentos y animales que en América no se conocían”.
Los apaches broncos y su persecución
Los apaches broncos no se habían aculturado como el resto de indios que vivían en reservas, seguían usando el arco y la flecha, vistiendo pieles de venado, cazaban ciervos y cultivaban pequeños huertos de maíz y calabazas. Quisieron seguir libres y fueron desplazados de sus tierras a otras donde escaseaba la caza. Esto les impulsó a asaltar ranchos y granjas.
Esta situación a la que se vieron abocados les empujó a seguir siendo guerreros temibles hasta bien entrado el siglo XX. Y no olvidan tantos años de exterminio, pues el Gobierno mexicano estuvo pagando por cabellera de indio bravo de cualquier edad, desde su independencia en 1821, haciendo algo parecido algunas zonas de los Estados Unidos. Estas recompensas atraían tanto a mexicanos como a estadounidenses a la caza de indios. A finales del siglo muchos colonos mormones se fueron estableciendo en el norte de México y los apaches libres se vieron forzados a desplazarse hacia las montañas donde había menos posibilidades de caza y tierras fértiles. Esto les obligó a aumentar los saqueos. Así fue la historia de los apaches broncos por querer seguir viviendo en libertad. En 1940 (ya en pleno siglo XX) este grupo de apaches fue exterminado por completo.
Fray Junípero Serra
Fue un fraile franciscano, profesor y doctor en filosofía y teología que se trasladó a América donde fundó nueve misiones en la alta California y presidió otras quince, muchas de ellas se han convertido en grandes ciudades con nombre español. Nació en Petra (Mallorca) en 1713 y falleció en Monterrey. Fue beatificado por el papa Juan Pablo II y canonizado por el papa Francisco en la ciudad de Washington en el año 2015. Es el único español que tiene una estatua en el Salón Nacional de las Estatuas en el Capitolio estadounidense, donde figuran los padres de la nación que cada estado propone y él fue propuesto por California. Aunó la espiritualidad con las enseñanzas prácticas; fundó monasterios e inició los derechos civiles en California. Fray Junípero, al igual que los demás misioneros, catequizaba y enseñaba nociones de agricultura, ganadería y albañilería y proporcionaban a los indígenas semillas y animales.
Influencia del virreinato de Nueva España
Con la conquista española se produjo la unión de Occidente y el Nuevo Mundo, empresa política y espiritual, un mestizaje étnico y cultural que fusionó las dos culturas. La mayoría de los mexicanos de hoy son católicos y hablan español, herencia del virreinato. Llevaron caballos, mulas, burros, ovejas, cabras, chivos y cerdos, establecieron nuevas vías de comunicación y transporte, sobre todo marítimas, entre Europa y América. Esto llevó a la creación de numerosos puertos oceánicos y fluviales en el continente americano, además de adelantos en navegación, cartografía e introducción de la brújula, la imprenta, etc.
En la ciudad de México se establecieron la primera imprenta (1539) y una de las tres primeras universidades de América (1553), las de Santo Domingo y Lima son las otras dos. Cuando en 1636 se fundó la Universidad de Harvard en la colonia inglesa de Massachusetts, la primera institución universitaria en Norteamérica, ya había diez en la América española.
En la actualidad
Actualmente está creciendo una ola de señalamientos a España por el fomento de la idea de los «errores» cometidos en el pasado en el continente americano y denigran su descubrimiento y las actuaciones de abuso que hubo, como si todo lo que aportaron los españoles fueran excesos contra la población.
Es en el siglo XIX y fruto de la influencia de la leyenda negra. Su origen se remontaría al siglo xvi, fruto de la rivalidad contra el Imperio Español por parte del Imperio Británico y el Imperio Holandés para desbancar al primero y hacerse con su hegemonía. Esto quiere ser utilizado en la actualidad por los Estados Unidos para presentar el Imperio Español como algo negativo, que debe ser denostado. Se pretende ocultar que el papel que jugó en la construcción de EE.UU. fue de gran importancia y establecer que la moral protestante es superior a la católica.
El Ayuntamiento de Los Ángeles ha suprimido el Columbus Day. Aparecen estatuas de Colón con la cabeza cortada o pintada y la de Fray Junípero Serra (“que no mató nunca a nadie, no como el General Custer que mató a muchos indios”, recuerda María Elvira Roca Barea). En algún colegio de California, en representaciones del 12 de octubre, unos niños se disfrazan de indios y otros de franciscanos y estos últimos azotan a los indios, los obligan a trabajar y los maltratan.
Si alguien ayudó a los indios, fue Fray Junípero Serra. Hoy la Universidad de Stanford reniega de Fray Junípero Serra, pero hay que recordar que en los Estados Unidos la población indígena que había a la llegada de los ingleses es hoy de un uno por ciento del total y está confinada en reservas o asimilada y, curiosamente, de esto no dice nada la Universidad de Stanford… (Fuente: Religión en Libertad).
Pero gracias a trabajos y conferencias como los de María Elvira Roca Barea, a libros como Gerónimo, historia de su vida de S.M Barrett, al empeño de Religión en Libertad y artículos en el diario ABC, El Mundo o La Razón y declaraciones como las de Carmen Iglesias, directora de la Real Academia de la Historia y revistas especializadas en Historia como Desperta Ferro podemos acercarnos a un relato más cercano a la verdad que el que nos presentan desde el cine o las criticas actuales de algunos políticos como Evo Morales o López Obrador, quien envió una carta al rey de España y otra al Papa para que pidan perdón “a los pueblos originarios por las violaciones a lo que ahora se conoce como derechos humanos”.
Respuestas a estos ataques actuales a España
El escritor Arturo Pérez-Reverte fue uno de los primeros en responder a las palabras de López Obrador diciéndole: “Que se disculpe él, que tiene apellidos españoles y vive allí.Si este individuo se cree de verdad lo que dice, es un imbécil. Si no se lo cree, es un sinvergüenza”. Y añade: “Acaba uno harto de que la historia de España, con tantas luces y sombras como la de cualquier otro país, se haya convertido en el tiro al blanco de todos los demagogos, oportunistas y golfos de dentro y de fuera”.
Otra declaración interesante y que pone los puntos sobre las íes es la del historiador Alberto G. Ibáñez, autor del libro La leyenda negra. Historia del odio a España (Almuzara, 2018), que puntualiza: “Todo esto es una cortina de humo para eludir la responsabilidad, que sí la hay, de los abusos cometidos después de la independencia (México). Después de 1820 sí que hubo abusos hacia los indígenas. Y los hay hoy en Chiapas. Y esto es una cortina de humo que encabeza un criollo, Evo Morales”. Y al señor López Obrador: “Mirad su cara y preguntaos si pertenece a algún pueblo indígena atacado por los españoles o si él pertenece a una familia de origen español causante de aquellos atropellos de los que él mismo nos está acusando. Si hay algún responsable de supuestos excesos, serían los antecesores de los que se quedaron allí, es decir, los criollos, que son los que gobiernan actualmente en todos los países de Latinoamérica salvo en Bolivia”.
Por otro lado, según Carmen Iglesias, directora de la Real Academia de la Historia (RAH) y miembro de la Real Academia Española (RAE), y que recogió El Mundo, la Corona española ha sido la única potencia que ha practicado “una política de inclusión, de mestizaje” sobre los pueblos colonizados, y que “ingleses, alemanes, belgas” y demás optaron por la contraria, la de exclusión.
Conclusión
Se está viendo que la intención de algunas entidades estadounidenses es la de establecer (utilizando la leyenda negra española creada por los pueblos anglosajones fruto de una mezcla de frustración, admiración y desprecio por no poder vencer a España a lo largo de toda la época moderna) la idea en algunos colegios y universidades, de forma inocente, para que luego se vaya extendiendo que la desaparición de la población nativa americana fue a consecuencia de las crueles actuaciones de los españoles y no del ejército de los EE.UU. con sus generales y coroneles a la cabeza y el aislamiento al que fue condenada en muchos casos y a las expediciones de castigo.
En los westerns, toda esta realidad se oculta. Aparece el relato de aquella época del siglo XIX como la historia épica de unos colonos que fueron atravesando y consiguiendo tierras que iban tomando para asentarse en ellas y construir una gran nación muchas veces protegidos por el ejército. Y no cuentan la realidad de los nativos que fueron perdiendo sus tierras, su cultura, sus creencias, su modo de vida y su libertad; pero también sus vidas en forma de exterminio y su reducción en reservas a los supervivientes.
Quisiera poner punto y final a este artículo exponiendo que no debemos conformarnos con las opiniones de aquellos que nos intentan perjudicar, antes bien, debemos buscar información real de los acontecimientos por los que se nos quiere denigrar, bucear en la historia y ver objetivamente cómo se desarrollaron los hechos, ver en la época que sucedieron y las circunstancias en las que se desarrollaron y compararlos con la actuación de otros países en semejantes situaciones.
Cuando un pueblo reniega de su pasado, pierde la savia que lo alimenta. Cuando un pueblo condena su historia porque otros pueblos le reescribieron los acontecimientos para salir beneficiados y se cree a pies juntillas los relatos que le perjudican, enturbian y denigran sin investigar los hechos y profundizar en los tiempos ni en los acontecimientos que le hagan tener una opinión más real, ese pueblo pierde toda autenticidad, pierde su esencia y su personalidad, pierde sus raíces y, como un árbol, muere, se acompleja, se avergüenza y acaba acatando la visión impuesta.
Un pueblo sin raíces pierde su verdad y su peso en la historia, pues sus mismos habitantes la aborrecen y fomentan su olvido. Y aquellos que introdujeron falsedades como si fueran hechos ciertos o los tergiversaron en la conciencia colectiva, reescribiendo lo sucedido en su provecho, consiguen ocultar sus propios defectos para construirse un pasado glorioso creando un “malvado” que asuma todo mal para contraponerlo con sus buenos principios y costumbres y resaltar sus propios acontecimientos como heroicos.
Cabe sospechar que ha habido ciertos intereses de algunos países por fomentar un relato negativo de nuestra historia, quizá para hundirla en el pasado para que otros, de esas cenizas, crearan su historia épica —como sucedió con Inglaterra (por nombrar alguno)— o tergiversaran los hechos, como están empezando a hacer en algunos lugares de los Estados Unidos de América, para ocultar los graves “errores” de algunos países sudamericanos después de su independencia de España y los fracasos en sus políticas actuales así como su incompetencia a la hora de gestionar el alto índice de pobreza que en el siglo XXI siguen generando.
Debemos sentir, como hacen los demás, por lo menos, respeto por nuestro pasado, del que venimos, con sus luces y sombras, de las cuales no se escapa la historia de ningún país. Pero también es verdad que a ningún pueblo, ya sea del pasado o del presente, se le señala tan acusadoramente como al pueblo español, ocultando sus grandes proezas y exagerando o tergiversando o añadiendo bulos para desprestigiarlo y borrar de la historia un pasado que influyó enormemente en el proceso de desarrollo de la humanidad para seguir avanzando en su discurrir.
Nos has regalado, estimadísimo Juan Antonio, un documentadísimo artículo sobre la fecunda labor de los misioneros y conquistadores españoles en América con especial incidencia en las tierras y gentes de los ahora Estados Unidos. Es muy significativo todo lo relacionado con Gerónimo y el testimonio de su bisnieto. Un abrazo.
Muchas gracias, Ramón. He creído que era un tema interesante y poco conocido.
Un abrazo
Querido Juan Antonio enhorabuena por tu magnífica exposición de las verdades históricas de España y su descubrimiento y encuentro con los americanos. Es necesario referir la verdad y reconocer como los pobladores de las tierras descubiertas fueron también súbditos de la Corona y no prisioneros ni esclavos.
Un abrazo Julio Calvet
Muchas gracias, querido Julio.
Hay que poner en valor los hechos y las aportaciones importante que España ha ido sembrando a lo largo de la historia y esclarecer las infundadas acusaciones que se han vertido sobre los españoles, aunque también debemos asumir nuestros errores.
Un abrazo
Juan Antonio Urbano