Cruzar el puente 25 de abril, antes Antonio Salazar, ver la salida del Tajo al mar en ese “fiordo” magnífico que forma la capital y su área metropolitana con casi 3 millones de almas, visitar Los Jerónimos, la Torre de Belém, el mirador de Santa Justa, la plaza del comercio, etc. Eso es Lisboa.
Ahora es más turística y estándar que hace años, la primera vez que la vi. Me gusta igual su gente, tristona, amable y cercana; la ropa tendida al sol, símbolo de vida y de permanencia de la gente en el centro. Las callejuelas de la parte alta. Me encanta cenar en Machado, interrumpido por fados y guitarradas. Me gusta leer a gente culta y curiosa, me flipa esa saudade oceánica que, además, te permite estar en verano a 20 grados por la acción reguladora del frío atlántico. También esa idea tan infantil como absurda de que, si plegaras la península ibérica, Lisboa vendría a coincidir con … Alicante (somos como hermanos de pliegue 🙂
Me gustan sus calles de la parte alta y esa suciedad habitual que, al menos, no da esa imagen de capital centroeuropea falsa, brillante y como una patena, tan artificial. Y es que Roma, Lisboa, Alicante parece que no se limpian, pero sí. Para ver lo que es una ciudad sucia de verdad está la, por otra parte maravillosa, El Cairo.
Lisboa está poniéndose las pilas y atrayendo inversiones. A nadie le cae mal Portugal, ya saben que no gasta nada en espías. Tal vez Cristiano Ronaldo, al ser de Madeira y un poco chulín, pueda atraer odios acérrimos, pero injustificados.
La verdad es que hace muchos años y tras conocer los amores y desencantos de España y Portugal a lo largo de la historia, creo que sería una buena idea de futuro unificar los dos países, sumar impulsos y ganar un potente país en el sur de Europa y abierto a toda América como siempre fue. Incluso en Portugal se planteó una encuesta con esta cuestión y salió favorable. Pero hay un problema básico y cultural, ¡cómo no íbamos a fallar en eso!
Mientras los vecinos portugueses saben de nuestra cultura y realidad bastante, sus vecinos españoles no saben ni papa, en general, de Portugal, de su historia, su cultura, su increíble literatura, etc. No distinguimos a Saramago de Sara Baras y no sabemos el nombre de un político luso. La verdad es que sería para ofenderse si no fuera porque tampoco sabemos mucho de nuestra cultura, casi nada (que no sea falso) de nuestra historia y mejor no saber de muchos políticos 🙂
Pero no me negarán que mientras otros quieren irse y nos extorsionan con sus peticiones legislativas y económicas a cambio de un puñado de votos, no estaríamos mirando por encima de la hierba planteando Iberia, un país más grande, más variado, más importante, con objetivos propios y tercera potencia económica europea. En lugar de discutir de jueces, menas, indepes y demás cuestiones para olvidarnos de impuestos y problemas domésticos de familias residentes en Moncloa, estaríamos ganando el futuro creando algo grande y nuevo para las generaciones venideras.
A lo mejor no es una tontería. ¡Viva Iberia!
Haciendo amigos.
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