Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Haciendo amigos

Hay diferentes futuros y dependen de nosotros

Fotografía de V. Ivash (Fuente: Freepik).

La imaginación de muchos novelistas, guionistas de Hollywood, pensadores y filósofos, incluso periodistas e historiadores (ya saben mi creencia de que los historiadores somos periodistas del pasado y los periodistas historiadores del presente), la imaginación, digo, nos ha llevado a concebir e intentar adivinar nuestro propio fututo, casi siempre pensando que está más cerca de lo que parece; 1984, 2001, etc. Sólo que ahora parece que nos situamos al borde del acantilado, que es lugar donde hay que pensar y no precipitarse 😊.

La IA nos proyecta un mundo futuro donde se dirime de nuevo entre las posturas típicas de los expertos: los locos y los panolis; los halcones y los palomos. Nos podemos ilustrar con el último trabajo de Omar Hatamleh, ingeniero español (como su nombre indica), reconocido como uno de los 100 líderes mundiales de opinión en IA e innovación, autor del libro Esta vez es diferente, donde analiza los avances y el impacto de la IA. Muy recomendable para ver más allá de lo que se dice ahora sobre la inteligencia artificial.

En este caso, la cosa va en la percepción de que la progresión aritmética del dominio del conocimiento creará monstruos o si el hombre conseguirá dominar esa situación a su favor. No lo sabemos; nadie, por muy experto que sea, lo sabe de verdad. Confieso que comulgo más con los locos halcones, pero mantengo la esperanza de los palomos panolis, la posibilidad humana de desenchufar, aun a sabiendas de que esto no es posible en esa misma progresión.

Pero como creo sinceramente que alea jacta est, me centro en dónde nos sitúa en el tiempo y en nuestro efímero paso por el universo la situación actual de nuestro mundo. Y es que creo interesantísimo que estemos viviendo los albores de una nueva realidad, aquello que Marx denominaría un nuevo sistema de producción, sería nombrado como el SPA, tras el sistema de producción esclavista, SPE, el SPF feudal, SPC capitalista, luego SPC comunista, parece que podemos entrever un SPA artificial, un entorno productivo donde las máquinas, los clones, los robots, los humanoides (ojo) llevarán el peso productivo del mundo y donde el papel de los humanos o será dominarlo o desaparecerá (o algo así)…

Como historiador me apasiona poder experimentar mentalmente la sensación de abismo, de momento clave que esto supone. He leído y escuchado lo suficiente para sentir que estamos en el instante que vivieron, a mitad del siglo XIX, la gente semi o ilustrada ante la aparición de la máquina de vapor y de los artilugios que vinieron detrás; también las sensaciones de la mayoría de la población, sobre todo urbana, que vio y temió que esas máquinas revolucionarias les quitaran su sustento, su trabajo y su futuro (como pasa hoy). Pensar en cómo verá este momento del tiempo histórico el estudiante del futuro (si lo hubiera), de cómo pasaremos a la historia, en definitiva, es tan interesante como comprometedor. Porque hay diferentes futuros y dependen de nosotros.

Es cierto que la apalancada Europa, antes definida como un continente de mantequilla en un mar de leche, es ahora más bien una tierra de administraciones públicas e impuestos sobre un océano de papeles, normas y justificaciones eternas para pillar subvenciones, “paguicas” y demás zarandajas; Europa digo, ha puesto algo interesante sobre la mesa del crecimiento de esta IA, además de decir que va a invertir 200 000 MLL€. Su aportación es querer garantizar un marco ético con la premisa de defender los derechos humanos por encima de los beneficios económicos. Es su papel, tal vez una declaración de intenciones, tal vez un brindis al sol, pero debería, el futuro, no solo preservar lo alcanzado por la humanidad hasta hoy, también salvaguardar la premisa de no dañar, no maltratar nuestro mundo, nuestra diversidad, nuestro medio ambiente. Con esta orden primaria las máquinas se desconectarían solas. Pero esto es de palomos, no va a pasar.

Por lo tanto, están en ventaja los que no ponen estas premisas por delante, los que no tienen problemas con los intereses económicos («estamos trabajando en ello», léase con acento yanqui), o los que se preguntan «¿qué es eso de la ética?» (degustando un lollito de plimavela).

Hay diferentes futuros y dependen de nosotros, pero la historia señala que los ludistas (contra las máquinas) no solo perdieron la batalla, sino que además quedaron para la historia como unos mierdecillas, equivocados y anti progreso. También nos recuerdan que los excesos de ambición, sin pensar en la sociedad, explota en violencia, revoluciones y creaciones de ideologías con resultados finales bastante chungos, pero que moderan y cambian el mundo. Es decir, te nace un niño con barba en Tréveris y te monta el pollo. Y la lección general de que los inventos se te pueden ir de las manos y que por mucho que te arrepientas luego la cagada queda y otros la explotan (nunca mejor dicho). Oppenheimer, Einstein…

A ver qué futuro somos capaces de crear. Haciendo amigos.

Pedro Picatoste

Empresario e historiador.

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