Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Trescientas... y pico

Gisèle Pelicot

Gisèle Pelicot comparece ante los medios tras el juicio (Fuente: RTVE).

Sucede a veces que hay palabras que apenas tienen significado ni trascendencia alguna. Que son simplemente como partes de esos engranajes que engrandecen a otras más rotundas y enormes, de esas que no necesitan ayuda, contexto. Son muchas de ellas palabras neutras, conjunciones, verbos transitivos, nexos neuronales que nos ayudan a conformar el pensamiento mágico del habla y la escritura cuando el habla y la escritura nos conmueven, nos trascienden.

Hay también esas otras palabras —libertad, amor, dignidad, igualdad, muerte, Auschwitz…— que basta pronunciarlas o leerlas a solas, aisladas, para saber de qué hablamos, aunque luego, algunos, algunas, las prostituyan y las perviertan, que también eso sucede con algunas de ellas como bien sabemos. Aunque se escriban diferente, en idiomas distintos, con signos distintos, su significado es siempre parecido, porque vienen de lejos, han atravesado siglos, guerras, civilizaciones, muerte y vida, porque han sido una y mil veces zarandeadas pero siempre han acabado emergiendo del fondo con una proverbial fuerza. Eso lo vemos claro y nítido cuando leemos a los clásicos.

Retrato de Gisèle Pelicot realizado por Ann-Sophie Qvarnström (Fuente: Wikimedia).

Sucede también que, a veces, hay palabras que no eran nada, que no significaban nada, que no nos transportaban a ningún lugar mágico, que eran perfectas desconocidas para casi todos nosotros. Si acaso solo un cierto aroma a un idioma que algunos mal aprendimos de adolescentes. Pero, de pronto, sucede el milagro de la transmutación. Ahora no. Ahora decir, nombrar, las palabras Gisèle Pelicot es decirlo ya todo. No hace falta añadir nada. Su sola mención nos reconforta y nos enfrenta al tiempo con el lugar más oscuro de los seres humanos, nos confronta con la miseria moral que anida en muchos hombres que siguen creyendo que la mujer, su compañera, su amante, les pertenece al modo como pertenecen las cosas materiales y que pueden hacer con ellas, con las mujeres, lo que les venga en gana.

Por eso decir ahora GisèlePelicot, así, pronunciado todo junto, es también, y sobre todo, tanto como hablar de decencia, fuerza, dignidad, poder, coraje, entereza. En apenas unos meses ha pasado de ser una de esas palabras casi sin significado a serlo casi todo. Es, debería ser, la palabra del año. El personaje del año. Así, pronunciada con ese deje de un francés reaprendido, Gi-sè-le-Pe-li-cot. Nada más. Y nada menos.

Pepe López

Periodista.

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