Germain es poeta y tiene aire de poeta, ese halo indefinible que acompaña al que se mueve por el arte de la música, el pincel o la palabra. Lo conocí en la casa de nuestro común amigo Carlos Galiana Ramos, traductor y pianista, pintor y poeta, que tanto se afana por la cultura alicantina y francesa desde su presidencia de la Casa de Francia en Alicante. Germain me traía dos libros de poesía en tres idiomas, los cuales fueron recientemente reseñados en la web de la Asociación El Cantarano. Poco después, tuve ocasión de verlo recitar, acompañado de una guitarra amiga, en el madrileño Café Gijón.
Cuando me fui a documentar para su entrevista, comprobé que hace casi un año la que fuera jefa de redacción de la Hoja del Lunes, Elvira Rodríguez, ya le dedicó una extensa reseña en este medio contándonos casi todo sobre él, su poesía y sus proyectos. Sin embargo, me ha parecido oportuno, en este mes de abril tan literario, recordar a los alicantinos la suerte que tenemos de que nuestra luz mediterránea siga atrayendo a personalidades como Germain. Con él charlamos una vez más de lo suyo: la poesía.
El Cantarano.- ¿Qué hace un poeta belga y cosmopolita como tú en una ciudad como Altea?
GERMAIN DROOGENBROODT.- He descubierto Altea hace 40 años cuando todavía era un pueblo de artistas donde vivían importantes pintores extranjeros. Además, aficionado a la naturaleza, me encanta la belleza del mar con la vista del Ifach donde se levanta el sol y la parte todavía verde de la montaña Bernia, en definitiva, todo lo que veo desde mi casa, la Fundación Cultural Ithaca. La naturaleza está siempre presente en mi poesía.
EC.- ¿De dónde te viene el amor por la poesía? Generalmente se habla de la infancia, ¿cómo fue en tu caso?
GD.- Desde joven me ha fascinado la lectura y escribí pequeñas historias. Después, antes de dedicarme exclusivamente a la poesía, también cuentos. Hace poco algunos de mis cuentos se han publicado otra vez en revistas en Bélgica y Holanda. Entre ellos El cerebro del Dr. Weinstein que, aunque escrito hace 40 años es un cuento muy actual: para tener información actual, habían conectado el cerebro del genio Dr. Weinstein a computadores. Pero sí, de joven me fascinó también la poesía, sobre todo la poesía del poeta-cura flamenco Guido Gezelle (1830-1899): la musicalidad de su poesía. Después, estudiando en Bruselas, descubrí en las bibliotecas francófonas los grandes poetas franceses como Baudelaire, Lamartine, Víctor Hugo, Verlaine… pero más aún me fascinó la poesía alemana, inicialmente Goethe, Schiller, Hölderlin y Rilke y después poesía moderna de Reiner Kunze de quién he aprendido la brevedad, o de Paul Celan… No la poesía flamenca o neerlandesa, sino la alemana ha dejado sus huellas en mis primeros poemarios.

EC.- Cuéntanos sobre tus proyectos literarios de congregar poetas tan diversos en lenguas y estilos.
GD.- La idea de la editorial POINT (POesía INTernaciona) que fundé en Bélgica el año 1984 fue traducir y publicar poesía moderna internacional para hacer algo, por poco que sea, para un mejor entendimiento entre los seres humanos. Como los poetas no pueden ganar dinero con la poesía, todavía (si no viven en países con un dictador) pueden escribir sobre sus compatriotas, sobre sus alegrías y sus tristezas: la verdad. En POINT he publicado poesía de poetas de Alemania del Este, poesía latinoamericana rebelde, poesía de Irán, del más importante poeta de Palestina Mahmud Darwish, poesía de Taiwán. Después he fundado el proyecto Poesía sin Fronteras, teniendo el mismo objetivo que POINT, pero más internacional, publicando, gratis, dos veces al mes dos breves poemas de todo el planeta con una ilustración en 38 lenguas, un proyecto que goza de apreciación internacional. Hace poco me ha escrito mi traductor japonés: «¡Qué suerte tengo de poder leer con regularidad poemas tan bonitos!»
EC.- Es evidente que crees en la traducción literaria. ¿Qué nos contarías al respecto? Seguro que tienes alguna anécdota para compartir.
GD.- El poeta norteamericano Robert Frost ha escrito: «La poesía es lo que se pierde en la traducción». Muchas veces es así, pero no siempre. La traducción de poesía no es fácil, y más complicado aún de lenguas muy distintas a las nuestras. A veces la traducción suena mejor que el original, aunque el traductor tiene que respetarlo. Cuando algo no me gusta, contacto con el poeta y propongo un cambio. Traduciendo en Taiwán un poema de un poeta que no hablaba inglés, después de tantos intentos sin éxito de traducir un verso, el traductor chino me dijo, «pero ¿sabes?, tampoco el original es bueno», y el poeta lo cambió.
EC.- Hablemos de números: número de poemarios publicados, número de poetas que han colaborado contigo, número de lenguas en las que has publicado versos, número de recitales por todo el mundo y número de países en los que han oído tus versos.
GD.- En mi editorial belga POINT he publicado más de 80 poemarios: poesía moderna internacional, incluso de poetas españoles nunca traducidos al neerlandés, poemarios de poesía española, catalana, valenciana, mallorquina, más poemarios de Miguel Hernández, Francisco Brines, José Ángel Valente, Juan-Gil Albert.
Libros con poemas de mi proyecto Poesía sin Fronteras han sido publicados en Bélgica, Chile, Holanda, India, Indonesia, Malasia, Rumania y en Kurdo. Ya 781 poemas de más de 550 poetas han sido publicados. Los poemas del proyecto Poesía sin Fronteras se publican dos veces al mes en 38 lenguas.
Como poeta me invitaron en más de 20 festivales internacionales de poesía, 4 veces en Kioto y en China casi todos los años, incluso al congreso I-Ching. He recibido docenas de premios internacionales de poesía, el año pasado dos en Rumanía, tres en Italia y el premio internacional de poesía Fuente Vaqueros en España. Mis poemarios han sido publicados hasta ahora en 29 países.
EC.- ¿Qué sentiste al saberte nominado, en 2017, para el Nobel de Literatura? ¿De dónde y cómo surgió esa propuesta?
GD.- Suelo decir “recomendado” para el premio Nobel, pues el comité del Premio Nobel invita todos los años a la Academia rumana Mihai Eminescu a “nominar” a un poeta para el Premio Nobel. Así la Academia Mihai Eminescu me nominó para el Premio Nobel de Literatura en 2017 y una docena de importantes poetas internacionales han escrito al comité sueco confirmando la propuesta de la academia.

EC.- Hemos leído que tú, en compañía de dos poetas orientales, resucitaste el sensacionismo de Pessoa como un movimiento poético de renovación llamándolo neosensacionismo. ¿Qué frutos ha dado esa experiencia poética?
GD.- Una amiga profesora holandesa me había enviado el texto de su doctorado sobre el sensacionismo de Pessoa. Participaron en el Festival Internacional de Poesía La Costa Poética que organicé en Altea y Alfás del Pí diecinueve importantes poetas españoles y extranjeros. Entre ellos dos exiliados poetas chinos, Duo Duo y Bei Dao (el último es el más famoso poeta chino contemporáneo). Se quedaron varios días en mi casa. Hablábamos del sensacionismo de Pessoa y decidimos establecer un nuevo movimiento, incluyendo también China. Pero en aquel periodo no había posibilidad de organizar actividades poéticas en China. Pero algunos de mis poemas, entre ellos Palpable como la ausencia, se refieren al neosensacionismo.
EC.- Quienes hablar y escriben sobre ti, aluden a tu fusión de lo oriental y lo occidental. Eso en poesía da como resultado tu cultivo del haiku, un género en el que tenemos a un destacado representante en Alicante: Juan Miguel Asensi Torregrosa. ¿Qué nos podrías contar de tu concepto del haiku y de los hacedores de haikus que conoces?
GD.- Además de haber visitado tantas veces China, Japón, Taiwán, Hong Kong y también la India, invitado para dar recitales en festivales de poesía y en universidades ahí, he estudiado la filosofía china, el budismo y ZEN. No solamente he leído los haiku de los más importantes poetas japoneses de haiku sino que además he comparado traducciones de sus haikus en las seis lenguas que domino y he traducido y publicado en neerlandés dos libros de los más famosos poetas japoneses de haiku. Este trabajo me inspiró para escribir dos colecciones de haiku publicados inicialmente en Japón. Según ellos mis haiku no son occidentales, sino japoneses. Lo confirmó el mes pasado mi editora japonesa de cinco de mis poemarios Mariko Sumikura:
"Como dije hace 13 años, sus poemas son maravillosos. Ningún otro poeta occidental tiene el tipo de poesía que transmite la sensación de iluminación, resignación e impermanencia que tienen los budistas. Me alegraría que se extendiera por todo el mundo”.
EC.- ¿Qué te gustaría añadir para cerrar esta entrevista?
GD.- En nuestra era digital, la belleza se ha vuelto rara. Con mi proyecto Poesía sin Fronteras intento ofrecer a nuestros lectores una puñada de belleza, de felicidad. Recibo regularmente correos electrónicos felicitándome y dándome las gracias y es como lo ha escrito el poeta alemán Waldemar Bonsels: “Qué felicidad es dar felicidad a la gente, aunque sólo sea con palabras”. Los lectores que desean recibir cada mes un bello poema de todo el planeta más ilustración pueden escribirme, así como leerlos aquí, en Hoja del Lunes. Organizo por decimotercera vez los tres primeros domingos de agosto delante de nuestra fundación cultural Ithaca en Altea Las Noches Poético-Musicales de Ithaca: excelente música, un breve recital de poesía en 5 lenguas y una pequeña exposición de pinturas. El tercer concierto es con un extraordinario dúo japonés, tocando música folclórica de Hungría, Rumanía, Armenia (guitarra y violín).
EC.- Gracias por tanta poesía, tanta generosidad y tanta belleza.
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