Galope

                      (Carta al poeta Alfredo Gómez Gil).

Doy fe, que así debe ser, se nace poeta y es un compromiso ser siempre fiel a nuestro credo poético, a aquella idea que con una pluma mojada en sangre dio testimonio por primera vez de nuestros ideales.

Y doy fe, de que en los primeros versos sentí rubor y el corazón palpitar con fuerza, porque estaba desnudando mi alma, pero nada me hizo retractarme de lo escrito, aunque el vértigo y la angustia agitaran mi pecho.

Amigo poeta:
Sé que tu dilatada vida en experiencias, vivencias, trayectorias, culturas, mundología, estudios, historias, personajes, civilizaciones, te ha llevado a tener un amplio conocimiento de la vida.

Te va perfectamente la frase de Neruda: “Confieso que he vivido”. Así es, tu sentir y tu filosofía de la vida; has tenido una gran amplitud temática en tus poemarios, reflejo de que has recorrido muchos y variados senderos, y en ese vagar por las calles de Madrid o de Nueva York has ido encontrando el latir de aquellos versos que han ido dando sentido a tu vida, o más bien tu vida ha sido transcrita en versos.

Tú has sabido capear las tempestades con fino humor, bendita alegría, y sarcasmo.

En una ocasión te dije cuando publicaste el poemario Filamentos, que habría que definirte como un poeta fieramente humano y profundamente divino, ya que tus poemas son vivencias viscerales que van unidas a tu ser más íntimo.

A veces, hay que buscarte en ese lenguaje nuevo que tú mismo has inventado y que en ocasiones traduces en exabruptos golpes de pedernal para que puedan salir por las grietas de esa armadura, tras la que te proteges para que las dudas puedan volar libres buscando respuestas.

Te ocultas en los versos que se entroncan fuertemente con esa pasión, que pones en todo lo que te rodea, porque para vivir con la intensidad que tú lo haces hay que estar muy enamorado de la vida, sólo así tu voz enmudecida, cobra de repente la fuerza y el ímpetu para convertir todo lo que te rodea en poesía.

En efecto, este nuevo poemario es como un GALOPE incesante y fiero que te ha llevado a ir recogiendo y recopilando toda tu obra, desde tus años juveniles hasta la fecha pertinente.

Tu voz lúcida y el frenesí de tus palabras hace que tus pasos siempre te lleven hacia el mar, porque viniste del mar y hacia allí quieres siempre dirigirte

Tu voz, relámpago fugaz de estela persistente, queda suspendida en el aire, porque es creación y vida que cada día emprende una batalla, y sale a las desiertas calles en busca de inspiración, porque no hay nada que te aterre más que la vulgaridad.

Tu camino, esa vereda que has emprendido hace tiempo y que has ido adornando según aparecían fechas señaladas, encuentros, el amor auténtico, esa mirada de fuego…

Por fin ha llegado la respuesta, el canto, el verso hallado, la emoción vibrante.

Y todo se ilumina y se hace luz.

En GALOPE se incluye (algo insólito) un mínimo de poemas inéditos pertenecientes a Sobre la marcha, de tu publicación post mortem, para completar el periplo de una existencia plena.

El silencio se hace presencia viva, para servir de eco a ese vagar incesante, intenso que siempre acompañará al auténtico poeta, porque siempre existirá en la memoria fehaciente de sus versos, sus ojos nunca se apagarán porque siempre habrá otros ojos que cuando abran un libro, darán nueva vida y luz a sus versos.

El grito de su voz nunca se acallará, porque en algún lugar del mundo existirá un joven que recite sus versos.

Las hojas en blanco ya han sido rellenadas con palabras eternas, que por siempre permanecerán, y pasado el tiempo alguna joven muchacha pensará que fueron escritas para ella.

La sangre del poeta seguirá fluyendo por siempre del manantial donde se arrullan los sueños.

Los versos del poeta renacerán sobre la arena, ni siquiera las olas podrán borrarlos, porque están escritos en el mar.