Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Al paso

Europa sin cristianismo no será motor, será comparsa (y IV)

Imagen generada con IA de Microsoft Bing Copilot.

Cierro mis reflexiones sobre el presente y el futuro de Europa cargado de un pesimismo que me viene de la convicción de que existe una profunda división en el seno del cristianismo occidental, división que también advierto en el propio catolicismo y no sólo por el problema de Roma con el obispado de Alemania. Mis temores, que son los de multitud de militantes que creemos en la enorme contribución de mensaje cristiano en la construcción de la gran Europa que transformó el occidente global, vienen de la constatación de ciertos movimientos internos y contradictorios de la Iglesia que se pueden ver consolidados o volados por los aires tras la conclusión del Sínodo de la Sinodalidad convocado para el próximo mes de octubre en el Vaticano.

Habrá quien piense que doy excesiva importancia al papel que el cristianismo en general y el catolicismo en particular van a jugar en el futuro de Europa. No hay más que mirar a la historia de los pueblos para ver que las diversas religiones fueron fundamentales en la configuración y en el desenvolvimiento de las comunidades, de las naciones y de los imperios, creo que sin excepción alguna. El hombre es un ser religioso por esencia y lo seguirá siendo por más movimientos ideológicos o económicos que se empeñen en destruir las religiones e imponer un laicismo materialista que sólo conduce a la animalización de la humanidad y a la pérdida de la dignidad y, al cabo, de la felicidad.

No es anecdótico que haya multitud de dirigentes mundiales tan importantes como Biden y Macron, por poner sólo dos ejemplos, que consideren un derecho fundamental de las mujeres (y de los hombres, porque también de los hombres son los bebés no nacidos) al aborto. Y van sumándose cada día más países que legalizan la eutanasia, para acabar con los ancianos y todos los pacientes terminales (de la edad que sea y pronto los harán con enfermos mentales molestos e insalubres).

Uno de los grandes problemas que tiene la nueva Unión Europea, la que ha salido de las recientes elecciones y que se está poniendo en marcha es la inmigración irregular. Irregular quiere decir la que llega ilegalmente. ¿Cómo es posible que sean incapaces de regularla? Es urgente unir esfuerzos y negociar con los países que originan los movimientos migratorios para acabar con las mafias. Y también para colaborar con la ONU y pacificar los países donde bandas militares del Estado Islámico terrorista están provocando las guerras que arrojan de sus países a gente inocente, a inmigrantes que, lógicamente tienen que huir para no morir, primero, y para buscarse un trabajo y una vida digna, después. Somos humanos, hermanos todos, en primer lugar, y religiosos o no religiosos, después. Pero siempre sometidos a las leyes, una leyes justas, claro a las que hay que someterse y los Gobiernos han de hacer cumplir para que no haya altercados, ni odios provocadores de ellos.

Estoy predicando casi como Jesucristo y Gandhi. Pero es que así predicaban Konrad Adenauer, Robert Schuman, Alcide de Gasperi, Jean Monnet y Paul-Henri Spaak, a los que luego se sumaron Walter Hallstein, Altiero Spinelli y Winston Churchill. Los padres de Europa iniciaron los trabajos de solidaridad europea, a los tres años de acabarse la Segunda Guerra Mundial. Nada de nuevas contiendas suicidas; colaboración y prosperidad común en un mercado común europeo que primero fue ‘del carbón y del acero’ y luego se fue ampliando a compromisos internacionales de todo tipo y a lo que ahora es una superpotencia mundial, que tendrá, o no, futuro según sepamos responder a los desafíos que se plantearon aquellos ‘padres’ inspirados por los principios filosóficos, jurídicos (grecorromanos) y cristianos, profundamente humanos y por eso universales.

Precisamente porque comulgo con aquellos ‘padres’ es por lo que me atrevo a pronosticar que Europa sin cristianismo no será motor, será comparsa de unos navegantes que perdieron el rumbo y no llevan a los europeos y a la humanidad a buen puerto. Es un aviso para navegantes, algunos de los cuales, por no saber, ni siquiera saben dónde está la estrella Polar y la confunden con su ombligo.

Ramón Gómez Carrión

Periodista.

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