Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Trescientas... y pico

Entre gritos y silencios

Jesús Quintero (Fuente: Canal Flickr de Canal Sur Media).

Casualidad o no, pero el destino ha querido encadenar en apenas unos días tres clases de voces. A un lado, los gritos guturales y territoriales lanzados en plena noche desde las ventanas de un colegio mayor de Madrid habitado solo por jóvenes hombres a otro colegio mayor habitado solo por jóvenes mujeres, aullidos de lobos que actúan en manada, lobos dominantes, pretendida élite entre las élites. Muy cerca de allí, la voz suave y meliflua del vicepresidente de la Comunidad de Madrid para enterrar en ominoso silencio la tragedia de la muerte de miles de personas abandonadas a su suerte en las residencias de Madrid en plena pandemia. Y frente a ambas, frente a ambas ignominias, emerge poderoso y contundente el silencio definitivo del maestro, Jesús Quintero.

Desde las ventanas de un colegio mayor de Madrid, de un colegio regido por una orden religiosa y de nombre Elías Ahuja, cuna de las élites que fueron y que, muy posiblemente, serán, dicen que solo era juego, una performance nocturna de apareamiento al inicio de otro curso: “Putas, salir de vuestras madrigueras, sois todas unas ninfómanas. Os prometo que vais a follar todas en la capea». Eso gritaba y aplaudía enfervorizada la Granja, que así se conoce el espectáculo. Gritar para asustar. Gritar para atemorizar, para marcar territorio, para que quede claro quién manda y quién obedece.

Vista del Colegio mayor Elías Ahuja cuando se producían los gritos (Fuente: https://www.telecinco.es/informativos/sociedad).

Debe ser que vivimos, y casi sin darnos cuenta, rodeados de gritos, envueltos a veces en un cierto vociferio que apenas percibimos. Por eso debe ser también que desde todas las ventanas mediáticas de todo un país, paralizado en la noche del no saber, resonaron, una y otra vez, como si fuera una novedad el enjambre de voces que creíamos haber olvidado: “Putas, salir de vuestras madrigueras…”.

Dicen que las palabras no dicen lo que dicen, que solo es una performance y un transitorio cóctel iniciático de hormonas, testosterona y juventud, una tradición, una broma, hecha curiosamente de la misma pasta que sirvió de molde hace años a uno de sus ilustres colegiales, un tal Pablo Casado, ¿se acuerdan?: «Entre sus presas más codiciadas —escribía entonces el joven aspirante a todo en la revista colegial— se encuentran las lobas u otras especies animales como cerdas, zorras, gallinas o cualquier especie de ave”. Efectivamente, lo de ahora, el cavernario grito de ahora, no parece casualidad. Así se explica todo un poco mejor. Enraíza en el ayer. El pasado dándose la mano con el presente.

Enrique Ossorio Crespo (Fuente: Comunidad de Madrid).

Más gritos. Más palabras. Consejo de gobierno de la Comunidad de Madrid: «Esa comisión solo tiene un interés electoral y va a causar un daño a esas familias que podrán volver a pensar si se podría haber evitado la muerte de sus familiares. Creo que eso las familias ya lo han superado y volver a esto por interés electoral no es procedente».  Son las palabras y la voz exacta del vicepresidente de la Comunidad de Madrid, Enrique Ossorio, para negar por enésima vez la reapertura de una comisión que permita saber cómo murieron las 6.187 personas en las residencias de Madrid, que permita hacer el duelo que nunca se hizo, que permita, sobre todo, que lo que relata el dimitido exconsejero de Política Social de la Comunidad Alberto Reyero en su libro-testamento de aquel tiempo —Morirán de forma indigna— no vuelva a suceder. Son aquellas las palabras del mismo vicepresidente al que tanto le costaba ver el millón y medio de pobres que sacó a flote el informe de Cáritas y miraba desdeñoso a su alrededor.

Alberto Reyero, exconsejero de Política Social de la Comunidad de Madrid (Fuente: https://www.lasexta.com/).

Y frente a todo este griterío, frente a todo esta insurgencia clasista y tabernaria de gritos y susurros, de colegios bien y moqueta institucional, frente a todas estas manadas de clasismo que tanta injusticia y tanto dolor provocan, solo cabría, si acaso, enfrentarles ante el espejo de palabras como empatía, decencia, respeto. Y, también, manchar suavemente el paisaje aquí descrito con unas últimas y suaves pinceladas del último silencio prestadas por el genio de la palabra y la convivencia sin límites ni fronteras que fue Jesús Quintero. DEP el Loco de la colina.

Pepe López

Periodista.

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