Sorprende la ligereza con que se opina de cuestiones importantes en las televisiones y en las redes sociales
Mi capacidad de sorpresa puede que se deba a los muchos años que he cumplido y posiblemente sea similar a la de los niños, lo que avalaría la tesis de que con los muchos años las personas regresan a la infancia. Este ‘regreso’ puede tener (o tiene) connotaciones positivas y negativas. No todo tiene que ser bueno o malo en las diversas etapas por las que atraviesa una larga vida, que con frecuencia se nos antoja muy corta. Yo prefiero seguir sorprendiéndome, al contrario de lo que sucede a los que aseguran que ‘ya nada me causa sorpresa’.
Sorprende que haya quien no se sorprenda de cómo cuestiones importantes se tratan en las televisiones, en las redes sociales y en las revistas del corazón, unas veces con insensatez y otras con tintes de estulticia o estolidez. No creo que el cantautor José Manuel Soto sea un insensato ni que insensata sea Mercedes Milá. Pero, en ocasiones, gente que ha demostrado profesionalidad y seriedad intelectual se permite la licencia de decir alguna insensatez.
El primero hizo unas declaraciones en ‘Espejo público’, entrevistado por el torero Fran Rivera. Soto se deshizo en elogios a Enrique Ponce tras su separación de Paloma Cuevas y su acercamiento a la veinteañera Ana Soria: “Ponce es un triunfador de la vida. Lo ha conseguido todo en su profesión. Ha ganado dinero. Ha abierto todas las puertas grandes… y se ve ahora legitimado para hacer lo que le dé la gana. Se ha enamorado de esta niña; la gente se mete con él, pero a él no le importa. Yo creo que incluso le pone un poco el cachondeo ese de la gente. Y sale y le pinta la A en el ruedo y le canta un video… Está feliz como un niño chico”. (Fran Rivera interviene para apostillar: “Es feliz, que es lo más importante al final. Además, sin hacer daño a nadie”.
¿Quién le ha dicho a Soto que ser un triunfador profesional te legitima para hacer lo que te dé la gana? ¿Que “lleva 30 años jugándose la vida delante de un toro”? Muchísimos mineros, transportistas y otros profesionales llevan años y años jugándose la vida y no se han llenado de millones, que bastante tienen con llegar a fin de mes. ¿Qué oráculo le ha dicho a Fran Rivera que Ponce es feliz y sin hacer daño a nadie?
Creo coincidir con la mayoría de las personas que han llegado a una edad avanzada, con experiencia a sus espaldas, al dudar de tanta felicidad en un divorciado aunque se llame Enrique Ponce. En todo divorcio, aunque se tilde de amistoso (el que comentamos no lo es) suele haber daños colaterales, sobre todo si hay hijos.
La experiencia me lleva también a considerar que Mercedes Milá, pese a haber triunfado tantos y tantos años en los medios audiovisuales (creo que muchos más que Ponce en los toros), no ha estado especialmente brillante al atacar al doctor Pedro Cavadas por las palabras que éste le dirigió a Fernando Simón, el doctor del coronavirus, poniendo más que en duda su trayectoria al frente de la lucha contra la pandemia. Milá, en “La sexta noche”, mostró su simpatía por Simón, lo que me parece normal, cada uno es muy libre de amar a quien quiera y Simón es un tipo que cae bien a mucha gente. Pero ¿a qué viene el tono despectivo para con Pedro Cavadas? “Me suena su nombre, pero no lo conozco… El aspecto de guerrillero con el que se presentó en el programa de Pablo Motos ya no me gusta”. Mala cosa es que una superfamosa de los medios de comunicación ignore que Cavadas es uno de los cirujanos más famosos del mundo; que da nombre y servicios a una fundación que ayuda gratuitamente a desheredados del tercer mundo y que opera gratuitamente a ciudadanos marginados de países de África. Pero es peor que le intente descalificar por vestir una cazadora tipo militar, como si todo el mundo tuviera que imitar la indumentaria de Fernando Simón.
Creo que tanto Soto, como Rivera y Milá han cometido un pecado venial del que deberían arrepentirse. Un lapsus, un despiste, lo tiene cualquiera. “Quandoque bonus dormitat Homerus” (Alguna vez el bueno de Homero se queda dormido). Lo escribió Horacio en su Epístola ad Pisones. Luego se castellanizó un poco el dicho horaciano: “Aliquando bonus dormitat Homerus”, que se acortó finalmente suprimiendo el ‘bonus’. Es decir, que Soto, Fran y Milá, cuando menos, se han dormido una vez. ‘Errare humanum est’, errar es humano y ‘hasta el mejor escribano echa un borrón’.
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