Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Opinión

Elecciones municipales y los carteles de toros

Lo de pegar carteles y gastarse el dinero en publicidad electoral, pienso que es es una chorrada, una pérdida de dinero que solo beneficia a los publicistas, porque nadie lee los nombres de los diestros en política. Los carteles con las fotografías retocadas de los candidatos/as a la alcaldía de Alicante que empapelan la plaza […]

Lo de pegar carteles y gastarse el dinero en publicidad electoral, pienso que es es una chorrada, una pérdida de dinero que solo beneficia a los publicistas, porque nadie lee los nombres de los diestros en política.

Los carteles con las fotografías retocadas de los candidatos/as a la alcaldía de Alicante que empapelan la plaza de la Viña, me recuerdan aquellos antiguos carteles de toros que pintaba nuestro gran pintor taurino Simarro (Socio de honor del Club Taurino de Alicante desde 2011).  Eran otros tiempos. Los grandes cartelones con pases de toros con la mano izquierda (que es la mano del dinero), que anunciaban las corridas de Hogueras de San Joan (que es lo correcto, no San Juan) en el solsticio de verano del mes de junio atacado de calor, estaban por todas partes.  El arte de la pintura taurina se ha perdido (que nada tiene que ver con las corridas de toros) porque una cosa es pintar y otra torear con muleta y estoque de pico curvo.

Ahora los toros en Alicante hay que considerarlos como clandestinos, no se anuncian ni con carteles ni publicidad en la prensa, porque han quedado como algo incorrecto, ante la presión de los Pacma (Partido animalista), que nada tienen que ver con la «pasma», ya me entienden. Lo evidente es que las corridas de toros como los festejos taurinos son un maltrato animal.

Hace años, en mi años juveniles yo era «romanticotauromáquico» (¡vaya palabro!), llegué a ver en la Malagueta un mítico mano a mano entre Antonio Ordóñez y su yerno Paquirri. ¡Qué tiempos aquello con ausencia de canas!  Señoras con mantillas y manicura roja que era lo preceptivo. Recuerdo que aquí en Alicante, en los salones del desaparecido Hotel Sidi San Juan, ofrecí un recital con el también desaparecido periodista y comentarista taurino y amigo Antonio Cano, reportero del también desaparecido Canal 37 TV. No sé si es que soy ya historia o la historia vive en mí, o estoy ya muerto y no lo sé.

Lo que quiero hacer ver es que los tiempos cambian y nuestra mentalidad también cambia y, sin querer, se hace más sensitiva,  reconocemos que cuando el bravo toro da en la plaza esos tremendos bufidos (alaridos de dolor), ¿es porque le duelen las puyas y banderillas…? ¡Oh, no quiero oírlos!  Dicho esto, hemos de reconocer que esta fiesta sangrienta (mal llamada nacional), ha quedado obsoleta, propia de la Edad Media, en este mundo globalizado y en la era digital, que con el tiempo desaparecerá como desapareció el circo romano, donde la distracción del pueblo era ver cómo un león se comía a un cristiano. Somos sensitivos a la demanda de los vientres de alquiler o a la gestación subrogada (no legal en España), pero legalizamos los toros.

Volviendo a nuestro tema de inicio, entre la similitud de los carteles de los candidatos a las elecciones municipales y lo carteles de toros, ahora vemos que aquellos diestros con trajes de luces (¡qué acertada metáfora!) que bebían del «cotidiano cáliz de la muerte» según escribiera nuestro gran Miguel Hernández, han pasado a ser los candidatos a la alcaldía, que no beben cálices de muerte sino Fondillón del Culebrón.

Lo de pegar carteles y gastarse el dinero en publicidad, pienso que es es una chorrada, una perdida de dinero que solo beneficia a los publicista, porque nadie lee los nombres de los diestros en política. Siento que el lenguaje inclusivo no admita diestra.  Ahora no se vota a un partido sino a una persona, que en mi opinión debe tener carisma, que equivale a credibilidad. Los partidos que perdieron las generales ya no vendrán a Alicante, porque perjudican mucho a los candidatos en su impulso. Los diferentes equipos electorales han de perder kilos en las calles, los veo sobrepasados.

Por otra parte, pienso que antes de estar en condiciones de servir a la comunidad desde los ayuntamientos, antes hay que sanear la casa propia no solamente en la estructura  de los edificios consistoriales,  sino, en su estructura interna y el personal funcionarial, para que, valganla carambola redundante o rumiante, funcionen engrasadamente (pero sin manos de mecánicos). Una vez le di la mano a un alcalde y la tenía llena de callos, y lo voté por simpatía.

Arreglados los problemas que reivindican los sindicatos, y cumplidos sus razonadas y antiguas peticiones, llega la hora de remangarse y ponerse todos a trabajar.

–Si ya trabajamos…

Cierto señor García, pero como en otras empresas se cobra por productividad a lo mejor hay que hacer un esfuerzo más. Y nosotros los administrados o «consistoriados» (no sé si esta palabreja me la admitiría la RAE de aquel insigne académico Fernando Carreter), pensamos que se podía trabajar un poco más, y quitarle unos minutos al café, o el de salir de compras en hora de trabajo. Ahora es obligado fichar en las empresas para poder cobra horas extras. Y me pregunto: ¿Van a fichar los funcionarios de los ayuntamientos, con arreglo a la nueva Ley Velerio?  (¡Oh Dios mío, qué barbaridad dice este Palmeral) pero si ya trabajamos H24: Policía Local, bomberos, servicios de emergencias y el alcalde…

–Bien, bien, ¡pero escucha!, es que en esta tesitura, andamos medio mareados. Me parece loable que la gente gane por las horas que echa de más. ¿Y su rendimiento? A este lugar del espacio laboral va mi dardo. La pregunta sería: ¿Qué más podríamos  hacer desde los ayuntamientos para mejor a la atención ciudadana?  No vayamos a trabajar más, sino más eficazmente, con una administración moderna y sin tanta tortuga burocracia por medio. Todo ciudadano debe ser atendido positiva o negativamente en sus peticiones.  Para ello se debe crear una oficina de atención al ciudadano como la oficina de atención al turista. Luego no se quejen ustedes, si un ciudadano escribe un «clamor dolorido» en la prensa.

La cercanía de los candidatos a la ciudanía es muy importante ¿Qué tal un viaje en autobús? Ya sabemos que van a visitar los  mercados de abastos por ver si tienen la suerte encuentran a una madre con un bebé para cogérselo, besarlo, tomarlo en brazos y hacerse la fotografía. Los domingos no son días de descanso para un candidato, ha de ir a la Explanada de España para oír a la Banda Municipal, a la carrera de bicis o media maratón. Debe haber una persona que atienda las llamadas telefónicas del líder del partido desde Madrid. Saber delegar es una de las reglas, y ordenar, saber ordenar, otra que no se aprende, se tiene o no se tiene.

Hay que ponerse las pilas en limpieza, en parques y jardines, en la plaza de la Viña faltan once palmeras, y los pasos de cebra están sin pintar. Más deuda es imprescindible, el papá Estado siempre vendrá al rescate. Cada día veo menos trabajadores en limpieza y las cacas de los perros se quedan como coprolitos.

Ramón Palmeral

Soy escritor con más de 40 libros publicados sobre temas diversos. Socio de Honor de Espejo de Alicante, socio del Ateneo Blasco Ibáñez de Valencia, colaborador de la Fundación Cultural Miguel Hernández de Orihuela. Publico crónicas culturales y políticas con un sentido satírico desde hace más de veinte años, puesto que considero que la labor del ciudadano y de la prensa es la de fiscalizar al poder. Dirijo el portal Nuevo Impulso.net de arte, cultura y opinión. Mi correo: ramon.palmeral@gmail.com

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