Sin restricciones de aforo como en el año pasado, la representación teatral al aire libre del Tratado de Almizra vuelve a su escenario habitual en Campo de Mirra el 25 de agosto. Durante ochenta minutos, cerca de cuarenta personajes volverán a revivir las cuatro jornadas del encuentro diplomático medieval que protagonizaron el rey Jaime I el Conquistador por parte de la Corona de Aragón y el infante Alfonso, posterior Alfonso X el Sabio, por parte de la de Castilla. El objetivo: evitar una guerra ante la tensión causada por sus disputas territoriales al sur del Júcar. El resultado: un pacto con el que fijaron la frontera de dos reinos integrados en ambas Coronas, el de Valencia y el de Murcia. La muestra de teatro popular cuenta ya con una trayectoria de cuarenta y seis años.
El Tratado de Almizra fue en realidad una salida in extremis que se firmó el 26 de marzo de 1244, un caso de geopolítica de la época que incluso ha mantenido vigencia en algún aspecto como el lingüístico. La evidencia mayor se aprecia en la comarca del Alto Vinalopó, donde Villena o Sax son de habla castellana y localidades tan próximas como Biar o el propio Campo de Mirra son de habla valenciana. Sin embargo este Tratado, que marcó la expansión de las dos Coronas en lo que hoy es provincia de Alicante y trazaba la línea divisoria desde el río Cabriel a Almizra para pasar después por Biar, Xixona, Busot y salir al mar por el barranco de Aigües, solo permanecería en vigor legal sesenta años, hasta que la Sentencia Arbitral de Torrellas en 1304 desplazó la frontera del Reino de Valencia más al sur, incorporando territorios y plazas importantes como Alicante, Elche, Crevillente y la que fue Gobernación de Orihuela, que habían quedado en 1244 en el lado castellano.
La escenificación teatral de lo ocurrido en Almizra, cuyas fuentes conocidas son el relato de Jaime I en su Crònica o Llibre dels Feits, libro de memorias, y una copia del texto del pacto que se conserva en el Archivo de la Corona de Aragón en Barcelona, es un evento que se celebra desde 1976. Su origen ese año se debió a la conmemoración del VII Centenario de la muerte del rey.
En principio iba a ser una representación única, pero los organizadores locales decidieron prolongarla y a partir del año siguiente la introdujeron en el esquema de las fiestas de moros y cristianos. La primera versión teatralizada de Francisco González Mollá, un funcionario de Correos de Biar que tenía disponible un libreto en las fechas de la efeméride, fue sustituida seis años después por una pieza más amplia que se le encargó a Salvador Doménech Lloréns y se estrenó en 1982. Su obra es la que básicamente viene interpretándose en los últimos cuarenta años, si bien su texto fue retocado posteriormente en algunas partes y se añadió a la representación una escena nueva de Maria Conca y Josep Guia en la que Jaime I aparece dictando su Crònica a su escribano.
La trama histórica tiene todos los alicientes de una discusión nada fácil donde se confrontaban los intereses políticos de ambos bandos. Castilla había entrado en negociaciones secretas con el alcaide musulmán de Xàtiva, cuya conquista pertenecía a la Corona de Aragón en virtud de un pacto anterior, para que le entregara la plaza. Jaime I había asediado Villena y Sax, cuya conquista correspondía realizar a los castellanos. A petición del infante mediante el envío de un mensaje, el castillo de Almizra, ya en poder de la Corona de Aragón, se convirtió en la sede del encuentro diplomático para buscar una solución.
Alfonso, con quien además existía un compromiso de matrimonio con la hija de Jaime I y Violante de Hungría, que en esta expedición acompañó a su marido de manera excepcional, desestimó la invitación que se le hizo para instalarse en el castillo y acampó al pie de la montaña, desde donde trazó una estrategia de negociación en la que él no intervenía directamente y enviaba a dos colaboradores. El hecho de que estos insistieran a Jaime I para que cediera Xàtiva a Castilla como dote matrimonial de la hija Violante —de ocho años de edad, mientras que el infante tenía veintitrés—, exasperó al rey hasta el extremo de advertir que quien quisiera entrar en esta plaza tendría que pasar por encima de su cadáver.
La tensión, cada vez más crecida, provocó que el rey diese por canceladas las conversaciones sin acuerdo alguno, lo que dio paso a un gesto de relevancia histórica al mediar Violante de Hungría ante su marido, incluso llorando, para que reflexionase y prosiguiera con la negociación. El momento fue clave: Jaime I accedió a seguir, como recogió en su Crònica, y las entrevistas dieron un giro que permitió llegar al acuerdo de renunciar cada parte a las plazas ambicionadas que no les correspondían, señalando la frontera de los dos reinos al sur del Júcar.
Programa
La representación del Tratado de Almizra cuenta con un prólogo a las 20:00 h en el que un heraldo recorre a caballo las calles del pueblo, deteniéndose en ciertos lugares para leer un pregón que anuncia la cita para la firma del pacto. Posteriormente, a las 21:30 h, comienza la representación teatral en la plaza de la Iglesia. La escenificación, dirigida por Joan Lluís Escoda, cuenta con la participación de un elenco compuesto por actores y actrices residentes en el pueblo o con vinculación a él, la interpretación musical en vivo de la Colla de dolçainers i tabaleters El Terrós de Petrer y el toque de campanas final por parte de la Colla de Campaners d’Ontinyent.
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