Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Sin recortes

El reto de Europa: forjar su independencia

EL presidente Sánchez junto a Zelenski durante el encuentro en Kiev la semana pasada (Pool Moncloa).

Tras el espectáculo bochornoso del ególatra Trump, presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, al presidente de Ucrania, Volodomir Zelenski, donde hizo suyas las tesis de Rusia tras la invasión de su país, se perfila un plano complicadísimo para la Unión Europea. Una alineación sin precedentes de dos países imperialistas que, con el liberalismo proteccionista del recientemente nombrado presidente al otro lado del Atlántico, nos deja sin nuestro principal aliado frente a agresiones que puedan venir de otras latitudes. Una realidad inequívoca que describió perfectamente el próximo canciller de Alemania Friedrich Merz la noche de su victoria electoral: “Europa debe forjar su independencia”. Toca repensar nuestro mundo, el difícil equilibrio conseguido tras la II Guerra Mundial. La Unión Europea ha cerrado filas con Kiev, Putin se sienta en el despacho oval, unos titulares que han llenado la prensa este fin de semana. Una locura nacionalista que ha llevado a Trump a declarar el inglés como su lengua oficial. En 250 años nunca había tenido un idioma oficial; el inglés se había impuesto como lengua dominante, pero conviviendo con decenas de otros idiomas en un país de inmigrantes de procedencias muy variadas. Sin embargo, su administración se dispone a aprobar un decreto que lo convierta en idioma oficial. La nueva administración, nada más llegar, suprimió otras lenguas como el español en la página web de la Casa Blanca y de sus perfiles en las redes sociales.

Europa tiene que reinventarse frente a un nuevo orden mundial donde ha tenido que escuchar recientemente que “la Unión Europea se creó para joder a EEUU”. Asistimos en los últimos tiempos al triunfo de la incultura, de la utilización demagógica de realidades que pensábamos establecidas y entendidas por la ciudadanía. Craso error, pues, porque la facilidad de transmisión de los mensajes que buscan la manipulación de la opinión pública provoca la extensión de afirmaciones como la anterior. Con el paso del tiempo podremos ir entendiendo el alcance del daño que un presidente como este, al lado de sus defensores en todo el planeta, pueden acabar provocando no sólo para nuestro tiempo sino también para las generaciones venideras. Habría, por lo tanto, que recordarle que la Unión Europea se creó para promover la paz, la estabilidad económica y política entre los países del viejo continente tras la debacle de la II Guerra Mundial. Tras el Tratado de París de 1951, que establecía la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA) entre seis países, llegó 1957 con el Tratado de Roma que dio lugar a la Comunidad Económica Europea (CEE) con el objetivo de crear un mercado común. Con el Tratado de Maastricht de 1993 se estableció la Unión Europea (UE) que ahora conocemos, ampliando la cooperación más allá de lo económico, incluyendo políticas exteriores y de seguridad. Sus 27 países miembros promueven la cooperación en ámbitos como el medioambiente, la educación y la tecnología.

Todos sus acuerdos, en forma de tratados o documentos similares, recogen valores como la dignidad humana, la libertad, la igualdad y la solidaridad. Unos aspectos que distan del resumen realizado por el bravucón e inculto Trump; nada de lo firmado se ha realizado en detrimento de otros países, como los Estados Unidos de Norteamérica. Por este motivo, el desplante hacia el pueblo de Ucrania y, por extensión al resto del continente europeo, en las conversaciones que se están llevando sólo con Rusia para conseguir un acuerdo frente a la invasión rusa de diversos territorios de su país vecino, no sólo conducen a un callejón sin salida, sino que obliga a redefinir las líneas de actuación, como bien dice el vencedor de las elecciones alemanas, de una Unión Europea que debe reinventarse. ¿Qué medidas tiene, pues, que tomar Europa en un futuro próximo frente a esta nueva situación? En primer lugar, es fundamental la reducción de la dependencia de EEUU en áreas clave como la tecnología, la defensa y la energía. Una autonomía estratégica de la UE que fomente la producción y el consumo dentro del mercado europeo para evitar ser vulnerable a bloqueos comerciales o aranceles. Al mismo tiempo, habría que diversificar alianzas comerciales con otras potencias como China, India, Mercosur, Canadá, América Latina o África, entre otros, para reducir la dependencia del mercado estadounidense. Es necesaria una mayor protección de sectores estratégicos, como el mercado digital, frente al monopolio de las grandes tecnológicas estadounidenses como Google, Amazon o Meta.

Europa, desde los organismos que ha creado en la época contemporánea, siempre representó unos valores como la transición ecológica y energética, la diversidad y la multiculturalidad. Frenemos los movimientos internos que blanquean las políticas sin sentido del actual inquilino de la Casa Blanca y luchemos por un mundo más justo y solidario. Una Europa de valores como la que explicaba el filósofo Jürgen Habermas: “la democracia solo puede florecer en una sociedad que respete la diversidad cultural y garantice la igualdad de derechos para todos sus ciudadanos”. Soñemos despiertos y seamos realistas; este es el auténtico reto de la ciudadanía europea: volver a ser un punto de referencia en un mundo contemporáneo donde sobran las ocurrencias y la improvisación a cargo de líderes que han perdido la razón en aras de un proteccionismo absurdo que puede acarrearnos un retroceso significativo de toda la humanidad.

Carles Cortés

Catedrático de universidad y escritor.

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