Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Formación de los reinos de España

El Reino de León y Reino de Castilla

Estandarte medieval del Reino de León. Sociedad Española de Vexilología (Fuente: Wikimedia).

Origen de Castilla

Según las primeras crónicas de los reinos medievales cristianos de la Edad Media, aparece esta zona, que más tarde se llamará Castilla, acuñada con el nombre de Bardulia. Y algo más tarde al-Qil-a (los castillos), según los cronistas musulmanes, que dará nombre a Castella o Castiella (la tierra de castillos, por la cantidad de estos que había en la zona).

Estas tierras aparecen como autónomas en el siglo IX, con los primeros movimientos repobladores de fines del siglo VIII, con Alfonso II rey de Asturias (783) y (791-842), y como condado perteneciente al Reino de León (como ya vimos, convertido en Reino de León en el año 910 con García I, hijo de Alfonso III, el cual había repartido su reino de Asturias entre sus tres hijos; dando a Fruela II, el Reino de Asturias y a Ordoño II el Reino Galicia).

Todo este territorio de Bardulia estaba ocupada mayoritariamente por habitantes de origen cántabro y vasco, los cuales tenían su propio dialecto romance que recibiría el nombre de castellano. Aprovechando los momentos de debilidad por los que estaba pasando el emirato de Córdoba, gran cantidad de habitantes del norte van a atravesar la cordillera Cantábrica hacia estos territorios deshabitados haciéndose cargo de terrenos, restaurando iglesias y recuperando molinos para organizarse una nueva vida.

El rey de Asturias, Ordoño I, nombra a Rodrigo (850-873) primer conde de Castilla y tanto en este condado como en el de Álava, también creado recientemente, eran atacados por los musulmanes. Siendo su sucesor el conde Diego Rodríguez (873-C.885) fue quien fundó la ciudad de Burgos, que sería posteriormente la capital de Castilla, siendo rey de León Alfonso III. Esta fue una época de expansión hasta llegar al río Duero.

Fernán González

Fernán González fue conde de Castilla y de Álava y héroe popular castellano. Nació probablemente en el año 905 y falleció en el 970. La tradición presenta a Fernán González como el conde que independizó el condado de Castilla del Reino de León, sin embargo, esto nunca sucedió, como lo demuestran los diplomas y crónicas de la época. El relato fue popularizado por los cantares de gesta, los juglares y el Poema de Fernán González, del año 1250, lleno de anacronismos y recogiendo la leyenda del caballo y del azor que el rey de León compró al conde y por el que se comprometió a pagar el doble de su precio cada día de retraso que tuvo en el pago. La deuda llegó a ser tan grande que el rey llegó a proponerle saldarla ofreciéndole la independencia del condado.

Fernán González aparece en la historia castellana en el año 931 en la disputa entre Alfonso IV y Ramiro II por el trono de León. Alfonso IV (como ya vimos en el capítulo referido al Reino de León), desolado por la muerte de su esposa, renunció al trono a favor de su hermano Ramiro y se retiró al monasterio de Sahagún, pero pronto se arrepintió e intentó recuperarlo. Su hermano Ramiro venció en la contienda, lo apresó y lo cegó.

Retrato de Fernán González por Juan Ricci (Fuente: Wikimedia).

Fernán González unió bajo su dirección los tres condados que formaban Castilla, anexionando también el condado de Álava que se extendía hasta el mar Cantábrico. Con la reunión de estos territorios consiguió gran poder y así, pudo enfrentarse venciendo en unas contiendas contra los ejércitos islámicos y resistir los ataques de estos en otras. Eran los tiempos en que al-Ándalus más brillaba con su califa, el más poderoso que hubo, Abderramán III.

La mayor batalla y más importante en la que intervino Fernán González con otros condes bajo las órdenes del rey Ramiro II fue la que tuvo lugar bajo las murallas de Simancas y un barranco de Soria cerca del Duero para la que el Califa reunió el mayor ejército que jamás se había visto en al-Ándalus. Abderramán III acabó retirándose al no poder conquistar la plaza. Y en el barranco del río Tiermes, el ejército musulmán fue sorprendido tras casi diez días de saqueos y destrucciones musulmanas en estos territorios por el ejército de Ramiro II y en tal acontecimiento bélico intervino Fernán González con sus huestes de Castilla y Álava. Los cristianos infringieron una de las mayores derrotas de los ejércitos musulmanes en la que el propio califa perdió su cota de mallas, las insignias califales e incluso lo que más lamentó, su propio libro sagrado, el Corán que llevaba consigo. Tras esta debacle, el califa jamás volvió a estar presente en otra campaña. Esta gran victoria permitió a los cristianos avanzar en 940 por el sur del Duero e iniciar la repoblación de Salamanca y de Sepúlveda en Castilla por Fernán González.

Este poderío militar concedía al conde cierta autonomía y le permitió convertir el condado en hereditario hasta el año 1037 en que su tataranieto, Fernando I, fue proclamado rey de León.

Alfonso VI 

Nació posiblemente en 1047/1048 y murió en 1109, en la ciudad de Toledo. Fue rey de León, Castilla, Galicia, Asturias y Nájera, conquistador de Toledo e imperator totius Hispaniae. Es uno de los grandes monarcas que marcó una de las huellas más reconocidas de nuestra historia durante su largo reinado entre los años 1065 a 1109. Hizo grandes aportaciones entre las que se cuentan la expansión de sus territorios desde el río Duero hasta el río Tajo, conquistando el reino de Toledo, y supo poner fin a un aislamiento cultural incorporando plenamente su reino a la cristiandad europea.

Alfonso VI, de padre navarro y madre castellana, hijo de Fernando I —monarca del gran reino de León, que comprendía también Castilla y Galicia—, y nieto de Sancho el Mayor (o el Grande), rey de Pamplona, y de la condesa castellana Muniadonna. La madre de Alfonso VI era la infanta leonesa doña Sancha, que heredó el reino leonés en 1037 a la muerte de Bermudo III, su hermano, en el enfrentamiento con las tropas de su cuñado Fernando por la disputa de unas tierras fronterizas.

A la muerte de Fernando I, como ya lo había hecho Alfonso III, dividió el reino entre sus tres hermanos. Sancho II, el mayor, heredó y convirtió Castilla en reino y más tarde se apoderó del reino de Galicia de su hermano García II, apresando a su hermano con el beneplácito de su otro hermano Alfonso. Más tarde se apoderó también del Reino de León (tras haber desterrado a Alfonso al reino moro de Toledo por influencia de su hermana Urraca, señora de Zamora. Su hermana Elvira era señora de Toro); y Sancho volvió a unificar el reino de su padre. Pero en el conocido cerco de Zamora murió a manos de Bellido Dolfos y Alfonso, volviendo del exilio, fue proclamado monarca de todo el reino ante una asamblea extraordinaria (sin dar crédito a la leyenda juglaresca a la jura en la iglesia de santa Gadea de Burgos).

La situación en aquellos momentos presentaba un poderoso reino con su capital en León y unos veinte reinos de taifas repartidos entre los musulmanes que frecuentemente guerreaban entre sí, siendo los más poderosos los de Zaragoza, Toledo, Badajoz, Sevilla y Granada. Ya Fernando I había preferido someterlos al pago anual de unas parias o tributo a cambio de protección y de no ser hostilizados. Alfonso continuó con la misma política. A la muerte de al-Mamún, rey de Toledo, el cual le acogió en su exilio, decidió Alfonso ocupar las fortalezas hasta conseguir la rendición del reino a cambio de colocar a su rey al-Qadir, nieto del gran al-Mamún, como rey en Valencia. Dicha conquista fue un acontecimiento de gran relevancia e hizo que los reyes de Sevilla, Badajoz, Málaga y Granada, viendo el peligro, pidieran ayuda a los almorávides.

Fue en Sagrajas, en el año 1086, cuando el emir almorávide Yusuf ibn Tasufin y varios reyes de taifas se enfrentaron con las tropas de Alfonso VI sufriendo estos últimos una incuestionable derrota. Pero esta derrota hizo que la superioridad militar del rey de León acabara y empezara una época de grandes enfrentamientos consiguiendo mantener inamovible la frontera del Tajo y haciendo inexpugnables las plazas de Toledo y Talavera.

Estatua de Alfonso VI en los jardines de Sabatini (Madrid). Fotografía de Luis García (Fuente: Wikimedia).

Tras recibir la noticia de la muerte de su hijo y heredero, que había quedado al frente de Marruecos, Yusuf ibn Tasufin había tenido que volver al norte de África, para regresar dos años después a España y viendo la debilidad de las taifas volvió a atravesar el Estrecho para regresar y apoderarse de todas las taifas, excepto la de Zaragoza que estaba protegida por Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador, desde Valencia.

En 1097 volvía por cuarta vez Yusuf, pero los cristianos en Toledo le frenaron y el rey leonés pudo refugiarse en el castillo. En este combate murió el joven Diego Rodríguez, el único hijo varón del Cid Campeador, que se había reconciliado con Alfonso VI. Pero la mayor derrota la sufriría Alfonso VI en Uclés (Cuenca), donde perdería la vida el único hijo varón del rey de León y Castilla, aún adolescente (hecho similar al que vivió el Cid).

Durante estos años, Alfonso compaginaba el éxito de la resistencia en el Tajo con algunas derrotas, mientras que el Cid Campeador, que había conquistado Valencia el 16 de junio de 1094, se enfrentaba siempre victoriosamente contra esos mismos ejércitos. En enero de 1094, un ejército dirigido por Abu Bakr, uno de los mejores generales, llegaba hasta Almusafes (Valencia) y se retiraba sin atreverse a atacar al Cid, que en ese momento se encontraba asediando la ciudad de Valencia; ese mismo año, en diciembre, ya ocupada Valencia, otro gran ejército almorávide, enviado para recuperar la ciudad, a las órdenes sobrino del emir Yusuf, era deshecho en las mismas puertas de Valencia; y en enero de 1097, cuando un tercer ejército que, bajo el mando del mismo emir, intentaba cortar la retirada a Rodrigo Díaz de Vivar junto a Gandía (Valencia), era prácticamente aniquilado por el Cid y su aliado, el rey Pedro I de Aragón.

El 10 de julio de 1099 moría en Valencia en su lecho Rodrigo Díaz de Vivar y Valencia y su comarca eran heredados por doña Jimena, su viuda. Unos años después, ante un asedio al que acudió Alfonso en ayuda, consideró que no merecía la pena el esfuerzo de conservar una ciudad tan alejada de Castilla y decidió evacuar la ciudad de sus tropas y las del Cid. Y es que, en el año 1085, Alfonso VI había rendido al Reino de Toledo y quiso repoblar y dotar de organización eficaz el territorio que se extendía por esa zona y a eso dedicó toda su atención, en tres importantes ciudades: Salamanca, Ávila y Segovia que dominaban un término de varios miles de kilómetros cuadrados. A esta repoblación se dedicó don Raimundo de Borgoña desde el año 1092, con su venida a España y matrimonio con doña Urraca, hija del rey Alfonso.

Bajo el mando de Alfonso VI, el Reino de León consiguió arrebatar buena parte de Castilla a los musulmanes y la conquista de Toledo, capital del antiguo reino visigodo, fue de gran valor simbólico.

Urraca I

Como Sancho (hijo menor del rey y de Zaida que se convirtió al cristianismo) murió en la batalla de Uclés, le sucedió en el trono su hija Urraca (hija de la esposa legítima Constanza de Borgoña). Urraca fue la primera reina de pleno derecho en Europa medieval. Estuvo forzada a numerosas luchas para conservar el poder y sus territorios en contra de los parientes que querían arrebatárselos. Se casó con Raimundo de Borgoña, que había ayudado a Alfonso contra el poderoso califato de Córdoba. Urraca, después de muchas complicaciones (el rey prefería que su hijo menor fuera su sucesor, pero la muerte de éste y de Raimundo de Borgoña le acabarían por entregar el trono de León y el de Castilla que sustentaba su padre) dio un heredero, el que sería Alfonso VII, pero su padre, Alfonso VI, la forzó a que se casara con el rey de Aragón Alfonso I El Batallador, dejándola como heredera.

Urraca I en una litografía del S.XIX. Biblioteca rector Machado y Nuñez (Fuente: Wikimedia).

Este matrimonio, en vez de servir como alianza contra los almorávides, fue un fracaso. El rey aragonés era violento y la reina pensaba que su esposo intentaría arrebatarle a su hijo el trono de León, Castilla y Galicia. Así que los cinco años que duró dicho matrimonio fueron de continuas luchas que involucraron a los reinos de León y Aragón además del condado de Portucale, gobernado por Teresa (hija ilegítima de Alfonso y hermanastra mayor de Urraca) y por su esposo Enrique de Borgoña, primo del difunto primer marido de Urraca y padre de Alfonso VII.

Tras la separación definitiva del matrimonio (aunque en ocasiones siguieron uniendo sus fuerzas militares contra el avance almorávide), Urraca hubo de enfrentarse a dos frentes: uno era el condado portucalense que pretendía constituirse como reino independiente y el otro conflicto era Galicia, ya que parte de la nobleza y el clero deseaban proclamar al hijo de la reina, el futuro Alfonso VII, como rey independiente.

Alfonso VII El Emperador

Nació en Caldas de Reyes, en 1105, y murió en Santa Elena, en 1157. Es el primer rey leonés de la Casa de Borgoña por ser hijo de Raimundo de Borgoña, y a la muerte de Urraca, su madre, reinó desde 1126 hasta su muerte. Recibió homenaje de su cuñado Ramón Berenguer IV, conde de Barcelona, quien posteriormente con Petronila, reina de Aragón, su esposa, fundarían la Corona de Aragón. Alfonso VII reclamó y recuperó los territorios que Alfonso I El Batallador dominaba con la presencia de importantes guarniciones militares. Antes de entrar en batalla llegaron a un acuerdo por tener que hacer frente a otros problemas de mayor envergadura: el rey de León con su tía Teresa y Alfonso I de Portucale, y el rey de Aragón con los almorávides.

Alfonso VII fue coronado emperador en 1135 en la catedral románica de León, “puesto que el rey García, el rey de los musulmanes Zafadola, el conde Raimundo de Barcelona, el conde Alfonso de Tolosa y muchos condes y duques de Gascuña y Francia le obedecían en todo”, tal y como narra en su Chronica Adefonsi Imperatoris.

Óbolo de Alfonso VII con el lema «Imperator Leoni». Numismática Pliego (Fuente: Wikimedia).

Afonso Henriques, hijo de Teresa de Portucale, se reconoció vasallo de Alfonso VII, aunque acabaría proclamando la independencia de Portugal en 1139. Dicha independencia le fue reconocida en el Tratado de Zamora de 1143.

Alfonso VII realizó una gran cantidad de conquistas: Coria, Ciudad Rodrigo, Úbeda, Baeza y Almería, etc. Incluso con la ayuda de Zafadola (noble andalisí, hijo del último rey de la taifa de Zaragoza) tomó Córdoba y otras ciudades andalusíes. Con la llegada de los almohades, que viendo la debilidad en la que habían caído los almorávides tomaron el poder viniendo desde el norte de África, Alfonso VII perdió muchas de sus conquistas, como había sucedido con su abuelo Alfonso VI ante la llegada de los almorávides.

Repartió el imperio entre sus dos hijos: Sancho III recibió Castilla y Toledo y Fernando II, León y Galicia. Sancho III de Castilla falleció poco después y le sucedió su hijo, Alfonso VIII de Castilla (el de las Navas de Tolosas, 1212). Alfonso VIII es menor de edad y esta situación es aprovechada por Sancho VI de Navarra y por Fernando II de León para arrebatarle territorios a Castilla, llegando su tío Fernando II a ocupar Segovia y Toledo y convirtiéndose en regente de Castilla. Fernando II continuó con sus campañas de conquista por tierras de la actual Extremadura, pero éstas se vieron frenadas con la llegada de los almohades.

Adenda

Tras la muerte del conde Fernán González le sucede su hijo, el conde García Fernández, entre los años 970 y 995, tiempo de acometidas de Almanzor y del enfrentamiento entre Ramiro III y Bermudo II por el trono de León. El Reino de León pierde su frontera del río Duero a manos de Almanzor. El conde es apresado y muerto en la frontera del Duero. Le sucede su hijo Sancho Garcés, desde 995 a 1017. Sigue resistiendo los ataques de Almanzor. A la muerte de este caudillo musulmán en 1002, el conde resulta decisivo en la recuperación de la frontera del Duero.

A este le sucede su hijo García Sánchez, último conde descendiente de Fernán González. Por ser menor de edad está bajo la tutela de su cuñado Sancho III de Pamplona, en esos tiempos el rey más poderoso. Este conde fue asesinado y el condado lo heredó su hermana, esposa del rey de Pamplona y fue cedido al hijo de Sancho III, el que más tarde sería Fernando I rey de León e introduciría la dinastía Jimena desde Pamplona. El cual, a su muerte, dividió el reino entre sus tres hijos Alfonso VI, García I y Sancho II (al que acompañó el Cid).

Rodrigo Díaz de Vivar (El Cid Campeador)

No podemos acabar este capítulo de la historia de España sin dedicar un apartado especial al Cid Campeador por ser la mayor leyenda que ha llegado hasta nuestros días.

El 10 de julio de 1099 murió Rodrigo Díaz de Vivar, conocido como el Cid Campeador, un caballero que dedicó su vida a la guerra, unas veces en el bando cristiano y otras en el musulmán. Tras su muerte se convirtió en leyenda.

Alfonso VI volvió a ser rey de León, pero ahora también de Galicia y Castilla, a la muerte de su hermano Sancho II en Zamora, que lo había desterrado al reino musulmán de Toledo. Al subir al trono, honró a Rodrigo concediéndole la mano de doña Jimena, pariente del monarca, a pesar del resentimiento que sentía hacia Rodrigo tras las dos batallas que le enfrentaron con su difunto hermano en las que él fue gran protagonista por los lazos de unión con Sancho, y que lo forzaron al exilio.

Hubo un acontecimiento que enfrentó a ambos. En el año 1081, el rey Alfonso se encontraba batallando por tierras toledanas, cuando los musulmanes atacaron por sorpresa Gormaz (Soria) y obtuvieron una importante victoria, logrando un cuantioso botín. Al enterarse Rodrigo Díaz,por su cuenta, reunió a su ejércitoy se dirigió al Reino de Toledano y, como represalia, volvió con varios miles de cautivos entre hombres y mujeres. Los planes del rey Alfonso eran otros: anexionar este territorio sin emplear violencia. Como consecuencia de esta actuación sin el beneplácito del rey, el monarca desterró al Cid, pero continuando con sus bienes personales.

En este primer exilio, Rodrigo buscó señor en los condes de Barcelona, pero al ser rechazados sus servicios decidió ayudar a al-Muqtadir, rey de Zaragoza, en la lucha que mantenía con su hermano al-Mundir, rey de Lérida, Tortosa y Denia, y que contaba con el apoyo de los condes de Barcelona y del monarca Sancho Ramírez de Aragón. Rodrigo Díaz derrotó a Berenguer Ramon II, conde de Barcelona, en Almenar, en 1082, a al-Mundir y al monarca aragonés en 1084.Y fue en esta época cuando recibió el sobrenombre de el «Cid».

Estatua ecuestre del Cid Campeador en Burgos de Juan Cristóbal González Quesada. Fotografía de Elcaminodesantiago09 (Fuente: Wikimedia).

En 1086, con la llegada de los almorávides, integristas islámicos, cambiaría la historia de la península Ibérica. En noviembre de 1088, Alfonso VI solicitó ayuda al Cid para atacar a los almorávides que sitiaban la fortaleza de Aledo en Murcia. El encuentro entre las tropas de Alfonso y del Cid debía producirse en la Villena, en la actual provincia de Alicante, pero ambos ejércitos no llegaron a encontrarse ya que el Cid montó su campamento en Elche. El rey al no recibir la ayuda lo declaró traidor (la máxima deshonra), que conllevaba la pérdida de sus bienes y el destierro.

En ese momento Rodrigo se convirtió en un caudillo independiente y comenzó a recibir las parias de Al-Qadir rey de Valencia. Derrotó a al-Mundir y Berenguer Ramón II en 1090 expulsando al conde catalán de Levante. Ibn Yaḥḥaf, asesinó a al Qadir. Y en 1093, el Cid cercó Valencia y, tras un año de sitio, conquistó Valencia.A los pocos meses, los almorávides intentaron recuperar la ciudad llegando hasta Quart de Poblet, a cinco kilómetros de la capital, y la asedió, pero fue derrotado por el Cid en una batalla campal. ​

A la muerte del Cid, Jimena resistió dos añosante los musulmanes. Abandonó Valencia con los restos de su esposo, que hoy se encuentran enterrados junto a ella en la catedral de Burgos.

«Es difícil explicar ese magnetismo de la figura del Cid», dice el historiador David Porrinas, aunque señala dos aspectos clave para abordar dicha excepcionalidad: «El primero tiene que ver con la conquista de Valencia, que logra en un momento en que en la Península solo se había tomado una gran ciudad islámica amurallada, Toledo, por Alfonso VI, el señor más poderoso; y lo hace enfrentándose a enemigos cristianos y a los almorávides, unas tropas musulmanas que durante cuatro décadas habían derrotado a todos los ejércitos cristianos», señala el historiador. Y lo hizo sin contar con un territorio propio, sólo con sus mesnadas. El segundo, es su aura de invencibilidad en el campo de batalla: afrontó la mayoría de combates en desigualdad de condiciones, frente a ejércitos más numerosos y mejor armados. Pero salió triunfador de prácticamente todas sus operaciones militares, y apenas fue herido en dos ocasiones. Se alió con varios reyes de taifas. Pero su cristianismo nunca se cuestionó y trató, de beneficiar a su señor, Alfonso VI, con quien tuvo una tortuosa relación (según David Porrinas).

Conclusión

La Hispania Medieval fue durante muchos siglos un puzle de territorio que iban cambiando de extensión y de propietario según los enfrentamientos y las victorias que ampliaban o disminuían los feudos. En este período hubo reyes importantes como el califa Abderramán III, Alfonso VI o personajes que se vistieron de leyenda como Almanzor, el conde Fernán González y el noble Rodrigo Díaz de Vivar, cuyo nieto llegó a ser rey de Pamplona.

Pero si comparamos a estas dos figuras legendarias como son el conde castellano Fernán González, uno de los nobles más poderosos del Reino de León, y el mítico Cid, el líder militar por antonomasia y guerrero de fronteras, podríamos ver que la figura del conde fue más decisiva en la historia de Castilla. Pero la leyenda del Cid no tiene parangón en toda la Europa Medieval.

Juan Antonio Urbano

Soy profesor de Educación Primaria. He publicado cinco libros; dos en valenciano: 'El seu nom era Pere Bigot' (2012) y L’arbre màgic' (2012); y otros dos en castellano: 'El misterio de la cueva' (2014) y el poemario 'Camino entre versos' (2019), estos publicados por la Editorial Club Universitario y 'Entre el asfalto' (2022) por la editorial Olélibros. He publicado en diversas Antologías y revistas poéticas y artículos en distintos medios.
En noviembre de 2016 creé y coordiné el grupo poético PARNASO perteneciente al Ateneo de Alicante. He organizado numerosos recitales poéticos, entre los que destacan el I Encuentro de poetas alicantinos y otros con el grupo PARNASO dedicados a Miguel Hernández, Federico García Lorca, Rubén Darío...
Recibí el segundo premio del Certamen Poético Numen (2013) y el 2.º premio en el Real Casino de Murcia del Encuentro 'Poesía hispano-argentina' (2019).

6 Comments

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  • Solo decirte «profesor», que me has hecho imprimir todo tus artículos de «la formación de los reinos de España» (ya que soy de la vieja escuela) para guardarlos y posteriormente anillarlos (con tapa y todo) para tenerlos como algo importante que no podemos olvidar.
    Gracias y un gran abrazo.

    • Encantado, Jorge, de que te estén interesando estos trabajos hasta el punto de imprimirlos y encuadernarlos. Eso me estimula a seguir investigando por mi propio interés y para compartirlo en La Hoja del Lunes. Un abrazo.

  • Juan Antonio: es un gustazo leerte y poder rellenar huecos de la historia de la Reconquista, tan apasionante como parcialmente desconocida y mutiladamente aprendida. Esperamos tu nueva lección magistral. Un abrazo.

    • Gracias, querido Ramón.
      Siempre me interesó esta época de España, y como dices, la aprendíamos de forma muy parcial, dejando muchos huecos vacíos y aspectos sin tratar.
      Por eso me decidí por informarme y viendo lo interesante que resulta ver esta época más en conjunto y con una visión más amplia, la voy mandando a la Hoja del Lunes para compartir con quien pueda interesarse.
      Un abrazo

  • Magnifico artículo histórico. La formación de España fue así y Castilla fue con el tiempo la cabeza, desde sus orígenes como la tierra de los hombres libres.
    Enhorabuena y un abrazo
    Julio Calvet Botella

    • Muchas gracias Julio.
      El próximo trabajo de «La formación de los reinos de España se centrará en la Corona de Castilla.
      Un abrazo