Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Mi querida España

El regreso de Zapatero

José Luis Rodríguez Zapatero jura como presidente de Gobierno de España, 12 de abril de 2008 (Fuente: Moncloa).

Ha vuelto Bambi. No el cervatillo que Walt Disney hizo famoso en los años cincuenta del pasado siglo. Al Bambi que ha regresado lo atraviesa de parte a parte de su cara, a modo de navaja, una sonrisa aparentemente inocente y cardenalicia, tierna pero engañosa. El tinte de su pelo es el de una buena persona, más bien simplona y poco inteligente. Se ha tatuado en la frente una G y una P mayúsculas. Las siglas de Grupo de Puebla. Y en la lengua lleva clavada con una chincheta las palabras revolución, paz y unión . Me estoy refiriendo a José Luis Rodríguez Zapatero, expresidente del Gobierno. ¿Ha regresado? Tal vez nunca se haya ido.

De Zapatero recuerdo el artículo de un afamado articulista madrileño que escribió algo así como que a lo más que podía aspirar era a ser encargado en una gasolinera de León, ciudad en la que nació. Es evidente que el articulista se equivocó. Falleció unos años después. Hoy, sin ser nada, sin aparentar nada, es tan influyente en la política española como Pedro Sánchez. Tal vez más. Es la sombra del presidente.

En apariencia, es el llanero solitario el PSOE español. El hombre que nunca encuentra una silla para sentarse, pues lo mismo está en Barcelona, en Madrid, donde vive en un chalet que las malas lenguas ––está escrito–– dicen está valorado en algo más de un millón de euros, que en Buenos Aires o en Caracas, su emplazamiento favorito.

No se sienta, no descansa, no duerme. Lo que hace es intrigar, instigar, maldecir, viajar, volar, embaucar, dominar en las sombras. Por eso no tiene silla donde sentarse. Es el comendador de Ocaña, el inspector Gadget, el gran corregidor del Grupo de Puebla.

Lo suyo es hacer proselitismo de una revolución silenciosa entre países firmantes del consorcio. La semillita del Grupo de Puebla la arrojaron a la tierra Fidel Castro y Chaves. Cuando empezó a crecer, fueron los primeros regímenes populistas de Sudamérica quienes se emplazaban de vez en cuando, luego casi todos los años, para regarla. Ahora es una planta hermosa, lozana, luminosa. Sus palabras clave son igualdad, regeneración, nueva izquierda, revolución, según quien las lea.

Hay medios que califican al grupo como un espacio de reflexión política entre pueblos hermanos. Otros van más allá y advierten de que se trata de un organismo que pretende exportar el totalitarismo comunista por todo el mundo. Bambi, es decir, Zapatero, es el exportador de la idea, es decir, el corresponsal ambulante del grupo, su espíritu, el viento sin silla donde sentarse. Y, en mi opinión, algo más: la inspiración.

Zapatero en la visita oficial de Hugo Chávez a España el 25 de julio de 2008 (Fuente: Moncloa).

Lo que en su día fue un grupo de amiguetes preocupados por ganar elecciones e instaurar un sistema populista de izquierdas, se ha convertido hoy en una organización interdisciplinar y colaboracionista cuyas bases ideológicas fundamentales se asientan en la revolución bolivariana, el chavismo, y el kirchnerismo, variante del peronismo introducida y germinada en Argentina por Néstor Kirchner y continuada por su esposa, Isabel. A estos ismos yo añadiría, por el sentimiento de inspiración que citaba antes, el Zapaterismo.

Existe una cierta dosis de perspicacia, de exquisitez política, cuando se trata de exponer el ámbito de actuación del Grupo de Puebla. Inicialmente estuvo circunscrito al continente americano. Sin embargo, en la actual descripción de su ámbito se explicita asimismo el término “países de Europa del Sur”. Portugal no se incluye. Italia, imposible. Es evidente que, hoy por hoy, esa “Europa del sur” está referida a España. El presidente Pedro Sánchez y la vicepresidenta Yolanda Díaz son miembros del Grupo de Puebla.

En este nuevo tinglado, el nombre de Zapatero brilla con luz propia. Es el descamisado peronista con traje de Armani, el asesor de Maduro, el benefactor de Petri, el amigo personal de Lula, la mano izquierda de Isabel de Kirchner. José Luis Rodríguez Zapatero es el alma del Grupo de Puebla.

Yo lo he visto (en video, naturalmente) sentado a la izquierda de Isabel, no hace mucho tiempo, empleando una verborrea de halagos hacia la viuda de Kirchner que me empalagó, y me rindió, exhausto. Expresó en voz alta su amor inquebrantable y único hacia un país del que se asiente enamorado, Argentina. Entre otras razones porque, además de ser el más maravilloso de la tierra, es el país en el que nació el más grande escritor (sic) en lengua castellana de la historia: Jorge Luis Borges. Los aplausos interrumpían su intervención al final de cada frase, y él correspondía, gozoso, ancho como una plaza de toros, con esa sonrisa única que tanto le caracteriza y subyuga a quienes lo escuchan. Isabelita lo miraba con ojos lánguidos, deshidratada de tantas emociones vertidas en un auditorio entregado a la palabra del presidente español.

Repito, presidente de España. Zapatero lo fue y lo es, espiritualmente. Es el gran consultor de Pedro Sánchez, que no mueve un dedo sin hablarle antes. El padre del sanchismo, puesto que el sanchismo no es más que una variante continuista y reforzada del zapaterismo. Es la sombra alargada de Pedro. Su confesor. Su poder, el de Zapatero, empieza a ser ilimitado. El primer hombre al que llamó Delcy Rodríguez cuando aterrizó ilegalmente en Barajas.

El proyecto que Sánchez lleva en la cabeza sobre Cataluña es el de Zapatero. Es la conexión del Grupo de Puebla con China. Tenderá puentes con Putin. Conoce el “secreto de Marruecos”. Visitó recientemente al gigante asiático. Se entrevistó con el secretario general del Partido Comunista chino. Su sonrisa ya no es la que evoca la amable simpleza de un encargado de gasolinera en León. Es la sonrisa de Maquiavelo, la leyenda rediviva del doctor Fausto. El poder de la oscuridad.

Manuel Mira Candel

Periodista en medios nacionales e internacionales; presidente de la Asociación de la Prensa de Alicante; Premio Azorín de Novela en 2004 con "El secreto de Orcelis" y autor, desde entonces, de más de doce libros, entre ellos las también novelas: “Ella era Islandia”, “Madre Tierra”, “El Apeadero”, “El Olivo que no ardió en Salónica”, “Esperando a Sarah Miles en la playa de Inch”, “Las zapatillas vietnamitas” y "Giordano y la Reina".

3 Comments

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  • Manolo: El encargado de gasolinera Zapatero es más listo que el camionero Maduro y mucho más peligroso… que Sánchez, el enamorado… de sí mismo más que de Begoña. Un abrazo.

  • Coincido con el autor en la descripción del Zapatero. También yo pensé que había llegado a la presidencia del gobierno de España, porque ningún otro socialista de prestigio hubiera querido optar a tal responsabilidad. Pero me he equivocado, solamente una persona con un fuerte afán de revanchismo, puede haber desenterrado a su abuelo y «parido» una Ley para enfrentar a media España con otra media y retroceder, en nuestra evolución histórica, a los años 1931-1936, arrojando por la borda una TRANSICION POLITICA EJEMPLAR, como fue la de la instauración del modelo democrático que supuso la superación, , por ambos bandos de aquella división y polarización que acabó en una trágica Guerra Civil.
    No conozco ninguna nación europea que haya ocurrido algo similar.