Desquiciado Cervantes por estafas, injusticias en su vida y hasta prisión en dos ocasiones (en Argel y en Sevilla donde, según desveló, engendró El Quijote…), nos alerta sobre el refrán “de bien nacidos es ser agradecidos”.
En esta vida, y en las próximas (si reencarnamos), la condición humana bondadosa, generosa sin medida, preñada por la utópica locura del amor verdadero (¡existe, sí existe!) destierra los egoísmos que siembran infelicidad eterna en nuestra conciencia. Lo intuyo así (si hubo en mí vidas pasadas). Y así, hoy, siento que resulta más feliz abrir el corazón para al fin renacer en el amor de besos y caricias, lágrimas y felicidad.
De la ejemplar investigación e interpretación literaria Nueva aproximación al Quijote, de Martín de Riquer (Teide; Primera edición de 1960), comparto hoy el capítulo ‘La aventura de los galeotes’. Pasaje que viene a representar una de las más claras y evidentes demostraciones del concepto y significado de una quijotada. Doce encadenados caminan sedientos, maltratados por ser delincuentes, con destino a las galeras del rey y a la muerte segura. Pero allí que aparece el hidalgo caballero, lanza en ristre, dispuesto a luchar por la libertad propia y ajena sin excepciones.
Con bravura y atrevimiento, don Quijote detiene a la comitiva, luego habla y reflexiona con los guardianes que conducen a la docena de delincuentes, para proclamar su decisión firme e irrevocable: dar libertad al forzado o esclavizado —ley irrenunciable de los caballeros andantes— sea cual sea su condición o su circunstancia. Guiño aquí a las novelas picarescas por intervenir personajes del mundo de la delincuencia y del hampa que relata este género.
Apedrear al benefactor
El más culpable de todos los galeotes es Ginés de Pasmonte, malhechor iracundo, quien después de que el hidalgo caballero lo libere a él, junto con sus compañeros, al percatarse de que se trata de la acción de un irresponsable loco, incita a sus compañeros a apedrear a su liberador y su escudero, Sancho, perplejo ante tamaña injusta manifestación de desagradecimiento.
Este Ginés de Pasamonte es un personaje histórico y real que Cervantes conoció en su juventud. El aragonés Gerónimo de Pasamonte, nacido en 1553 cerca de Calatayud, en 1571 se alistó en el Tercio de don Miguel de Moncada, donde se encuadró también Cervantes y con él participó en la batalla de Lepanto, en la acción de Navarino y en la conquista de Túnez. Pasamonte fue cautivo de los turcos entre 1574 y 1592. Latigazo a latigazo, obligado a remar en las galeras ‘de los infieles’, sufrió toda suerte de penalidades. Y ya en libertad escribió su autobiografía con el título La vida y trabajos de Gerónimo de Pasamonte.
Odio en la sutileza del escribir, del decir sin decir, debía sentir Cervantes por alguna acción de Pasamonte porque de cautivo en las galeras turcas como digno cristiano, lo torna —en este pasaje de El Quijote— y convierte en un malhechor que iba a purgar sus delitos en las galeras de España. Animadversión de Cervantes hacia Pasamonte, encubierta con sutileza, tal vez nacida en los años donde coincidieron en la milicia.
Críticas a la Justicia
Si bien pudiera parecer, en un principio, que don Quijote es el paladín de la libertad y valiente adversario de la tiranía, como así interpretó y divulgó la crítica romántica, sin embargo, más bien parece que el hidalgo revela en este episodio el desquiciamiento y poca fe en la Justicia del propio Miguel de Cervantes. Condenado y en prisión, tal vez injustamente en varias ocasiones, por acciones ajenas que ni supo ni pudo controlar hasta que fue apresado y dio con sus huesos entre rejas.
Don Quijote defiende aquí no causas justas sino las más injustas que darse puedan, como es la de libertar a seres socialmente peligrosos, condenados a las galeras del Rey. Y luego, al apedrear a don Quijote y Sancho, pondrá de manifiesto la vileza de su condición inhumana y desagradecida. La aventura de los galeotes constituye en la obra universal de don Miguel de Cervantes una de las mayores ‘quijotadas’ de don Quijote, traicionado y vilipendiado por quienes ha liberado de una muerte segura en galeras. Y así las cosas, reza en el refranero español: “De bien nacido es ser agradecido” o “Cuando al malagradecido se le olvida quién le ayudó, la miseria le refresca la memoria». Vale (cervantino).
‘Haz el bien y no mires a quién’, querido Pedro J., Quijote de la Vega Baja y lancero de Nuestro Padre Jesús Nazareno. No es difícil imaginarte unido a Alonso Quijano y a Sancho huyendo de las pedradas de Pasamonte y los suyos. Un fuerte abrazo. (Vale).
Hacer el bien es la felicidad….
Feliz verano, Don Ramón Gómez Carrión…