Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Sin recortes

El poder de la estupidez humana frente a la IA

Imagen generada por IA de Microsoft Bing.

Hace apenas unas semanas el economista turco que ejerce de profesor en la Universidad de Nueva York, Nouriel Roubini, afirmaba en un artículo que «la estupidez humana es una fuerza mucho más dominante en el mundo que la inteligencia artificial (IA)». Todo ello porque constantemente asistimos en los medios de comunicación a los peligros de un avance tecnológico que puede substituir parte de los procesos cognitivos de los humanos. El autor advierte del menosprecio de la verdadera amenaza para nuestra especie que es la estupidez, o sea, el ejercicio de una política demasiado disfuncional que toma decisiones erróneas frente a riesgos más graves y evidentes para nuestro futuro como el cambio climático y la reiteración de pandemias graves. El mundo, en palabras de Roubini, «sigue una tendencia general hacia el proteccionismo, la desglobalización y la desdolarización»; todo ello a partir de una reacción contra las democracias liberales que ofrecen oportunidades a movimientos políticos populistas, autocráticos y violentos.

El escritor austriaco Robert Musil, tras escribir su novela El hombre sin atributos (1933-1937) donde construía una metáfora para intentar explicar la caída del imperio austrohúngaro, pronunció la conferencia «Sobre la estupidez» (1937) donde llamó la atención sobre los escasos estudios dedicados «al vergonzoso dominio que la necedad tiene sobre nosotros», una evidencia que también destacó el filósofo italiano Giancarlo Livraghi en el ensayo El poder de la estupidez (2010) tras afirmar que «la principal fuente única de errores terribles es la pura y simple estupidez». Si analizamos nuestro entorno, nos podemos dar cuenta que la mayoría de las mentiras que usa el poder político son meras estupideces, antes que mentiras. Mentir bien no está al alcance de cualquiera, entre otros motivos porque requiere contención: no se puede mentir constantemente. Quien representa la política se siente obligado a presentar panoramas optimistas, aunque tenga constancia que la situación es alarmante. Se busca una justificación constante con los pretextos habituales de la falta de recursos económicos o la herencia recibida de los gobernantes anteriores sin ofrecer un análisis real de la situación y un plan efectivo para remediar los males que acontecen a la sociedad.

Todos los autores sobre la materia concretan la definición de la estupidez humana como un término que se refiere a la capacidad para actuar de manera irracional, ilógica o incompetente en diversas situaciones. Puede ser causada por una variedad de factores, como la falta de conocimiento, la falta de habilidades críticas, la falta de experiencia, los prejuicios o simplemente la falta de reflexión antes de actuar. Con esta concreción, seguro que podemos recordar situaciones vividas como aquellas en las que se toman decisiones sin sentido con argumentaciones que contravienen los propios intereses de quienes las promueven. Me vienen a la mente unos cuantos ejemplos recientes que he conocido que, una vez descartada la falta de conocimiento de quienes las han desarrollado, entiendo que son, sin ninguna duda, estupideces sin más.

Como advierte Livraghi, una de las peores formas de ignorancia es dar por supuesto que uno sabe. Del mismo modo apunta que las personas que jamás se han dado cuenta de su propia estupidez resultan muy necias; la gente que jamás ha comprendido que no sabe es tremendamente ignorante. Si seguimos en la cueva donde hibernamos como humanos frente al temor a los peligros del exterior, cuando salgamos, el brillo del sol nos confundirá. Salgamos, pues, de nuestra situación de acomodo; luchemos por aprender y no tengamos miedo a lo desconocido. Aprendamos del resto y escuchemos sus consejos, no nos dejemos llevar por inercias absurdas que nos dan una seguridad inicial pero una falta de motivación por mejorar nuestras acciones y, en definitiva, realizarnos como humanos felices.

¿Es la IA una esperanza tecnológica para cambiar el mundo? ¿Quedan los parámetros de estas aplicaciones en nuestra sociedad fuera de la aplicación de políticas estúpidas y la concreción de decisiones necias propias del ser humano? La evolución de éstas, con la posible revolución robótica y de automatización, el desarrollo de robots con características humanoides capaces de aprender y hacer varias cosas al mismo tiempo que nosotros, su aplicación a la salud y a la mejora de vida de las personas o los avances de computación cuántica que se fusionarán con la IA podrán producir aplicaciones de ciberseguridad y criptografía avanzada, podrá resolver problemas sobre los cuales la estupidez humana no encuentra solución. ¿Acabaremos esperando que la IA solucione, pues, los problemas que nuestra especie no ha sabido superar? Salgamos de nuestro escondite y, de la mano de los avances tecnológicos, superemos la estupidez que durante tantos siglos ha marcado nuestra especie.

Carles Cortés

Catedrático de universidad y escritor.

2 Comments

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  • Artículo interesantísimo que deberían leer Pedro Sánchez y Félix Bolaños, empeñados en llevarte la contraria, en ‘descalificarte’, cuando dices que «no se puede mentir constantemente». Por otra parte, tus reflexiones sobre la estupidez humana, durante siglos, me hace dudar de que vayamos a cambiar con la IA. Ojalá. Un cordial saludo.