Recuerdo en mi niñez que el papel de los periódicos atrasados tenía muchos usos útiles –tanto o más que leerlos- o, como diríamos hoy, se reciclaba positivamente. Por ejemplo, servía para envolver los bocadillos que nos llevábamos al colegio o al instituto, y también se utilizaba para secar los cristales una vez enjabonados y enjuagados, especialmente por los lavacoches artesanos.
Incluso, a falta de papel de estraza, podían utilizarse un par de páginas debidamente dobladas sobre una sardina en salazón para limpiarla de escamas, haciendo palanca entre las bisagras de una puerta de madera. Mi hermano Fernando, que hizo del periódico su vida, hasta utilizaba su papel en las barbacoas familiares envolviendo los chorizos, de uno en uno, como si fueran caramelos: al dejarlos sobre la brasa el papel se va quemando poco a poco, el chorizo va sudando su grasa, y después se “pela” fácilmente y el embutido está perfecto para comer; aun yo lo hago en su recuerdo.
Los contenedores de papel son de diferentes modelos, y algunos permiten a los necesitados sacar de ellos los viejos periódicos y los cartones allí depositados por los ciudadanos conscientes de su urbana obligación. Parece que recuperar este material y revenderlo a peso –alguien debe comprarlo para hacer una nueva pasta para papel y cartonaje- es un medio de vida para algunas personas necesitadas. Incluso al bar de la esquina de mi casa entra alguien de vez en cuando preguntando por los periódicos viejos –allí se adquiere a diario el «Información» y el «Marca»-. Alguna utilidad obtendrán de ese papel.
No obstante, sigue habiendo vecinos que no clasifican la basura –ni plástico, ni vidrio, ni papel- aduciendo que saben de buena tinta que las empresas que se ocupan de recoger nuestras sobras se limitan a horadar los terrenos de los vertederos y enterrar bajo tierra todo junto y sin seleccionar lo biológico y lo demás susceptible de reciclar. Esta es una noticia que salpica a veces el papel impreso, pero de la que nuestros gestores municipales apenas ofrecen datos: de toneladas de recogida, de su clasificación, de la conversión en alimento agrícola lo biológico, etc., etc.
Pero no era, inicialmente, de este papel del que yo quería reflexionar. Del papel de periódico, en mayúsculas, de su papel social, cultural, informativo, crítico. Bien está que el papel físico tenga utilidad, pero conviene recordar –siquiera de vez en cuando- el papel que cumplen los medios de comunicación, en este caso la prensa escrita. Ahora, a menudo, en lugar de dar alguna noticia, el periódico lo que hace es desmentir o aclarar lo que se difunde por otros medios –eso que llaman las redes sociales-, habitualmente exentos de profundidad, equívocos, inexactos y acaso, muy a menudo, mal intencionados.
Así que –desde este periódico digital, modesto, sencillo- yo aplaudo que los periódicos en papel sigan teniendo una amplia utilidad. Pero, sobre todo, no olvidemos la principal.
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