Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Opinión

El nacionalismo sumiso

Vladimir Putin y Viktor Orba, primer ministro ruso y húngaro, en una cumbre bilateral. Foto: WIKIMEDIA
Vladimir Putin y Viktor Orba, primer ministro ruso y húngaro, en una cumbre bilateral. Foto: WIKIMEDIA
El nacionalismo es la otra cara de la globalización. Como la xenofobia es el reverso de los grandes movimientos de refugiados y migrantes. Los sentimientos nacionalistas- que son básicamente sentimientos, y no razonamientos, conviene no olvidarlo- se definen por rasgos identitarios reales o mitificados que subrayamos mas unos u otros en función de los límites […]

El nacionalismo es la otra cara de la globalización. Como la xenofobia es el reverso de los grandes movimientos de refugiados y migrantes. Los sentimientos nacionalistas- que son básicamente sentimientos, y no razonamientos, conviene no olvidarlo- se definen por rasgos identitarios reales o mitificados que subrayamos mas unos u otros en función de los límites que se pretendan del grupo: la lengua, las costumbres y tradiciones, la cultura y el arte, la historia común, el estado, el trabajo y el lugar en la producción, etc…

Las fronteras patrióticas así definidas pueden ir desde la “patria chica”, el clan o la casta, el lugar dónde trabajamos, la provincia, la región, el estado, la clase social, o el ser humano. Al fin y al cabo, la realidad radical es que todos tenemos una vida igual de valiosa para cada uno, y con unos valores universales.  Si sigo por este camino, puedo llegar al tema catalán. En otra ocasión. Hoy quiero referirme al cambio que veo en el nacionalismo, principalmente en el europeo.

El nacionalismo en siglos pasados tenía un toque romántico en ocasiones y casi siempre expansionista supremacista o imperialista. En el siglo XX europeo tuvo mucho que ver con las guerras que desangraron el continente. En la postguerra,  el presidente Charles De Gaulle empeñado en retaurar “la grandeur” de Francia, tras la ocupación y la descolonización, buscó afirmar la autonomía del Estado -centralista- francés con su desarrollo nuclear en lo militar, y en lo económico se atrevió a reclamar a EE.UU. que le cambiaran los dólares por su correspondiente valor en oro. Fue un gesto simbólico que ponía en duda el patrón dólar en un momento en que la globalización empezaba a crecer imparable. Por eso se unió con Alemania, causante con Francia de la mayoría de los conflictos centroeuropeos, para poner en marcha lo que hoy es la Unión Europea. Los dos mayores países de Europa pusieron en marcha un modelo de integración basado políticamente en la democracia y en los derechos humanos. Gran Bretaña no quiso unirse y la España franquista ni estaba, ni se la esperaba.

Los nacionalismos ya no son ni la sombra de lo que eran. Son siervos de los imperiosLos nacionalismos actuales son antieuropeos, antiglobalización, anticlases sociales -ya superadas, dicen- y, en teoría , anticapitalistas. Victor Orban, uno de los recién llegados a la UE que ha puesto serias objeciones a la Comisión Europea, a la acogida de refugiados, con limitaciones a las libertades en su pais en nombre de una identidad magiar transnacional, ahora pone la alfombra de las reverencias a Putin, el representante del imperio que lo ha subyugado, ocupado e invadido militarmente durante décadas. Orban se brinda a ser el caballo de Troya de Rusia en la UE, abogar por el levantamiento de las sanciones, y lo que haga falta. Aunque no renuncia a las cuantiosas ayudas que recibe de los Fondos Comunitarios. Al lider del UKIP, Nigel Farage, abanderado del Brexit, le faltó tiempo para ofrecer sus servicios a Trump. No quiere pactar el gobierno con Bruselas pero no le importa estar a las órdenes -quería ser el embajador de Trump en Europa- del otro “emperador”. 

Tambien Marine Le Pen dicen que se dejó ver por el hotel Trump de Nueva York. Todos ellos, incluido el lider nacionalista holandes Wilders, la lider nacionalista alemana del AfD, la Liga Norte italiana, Amanecer Dorado, griego, etc… con sus plantemientos anti Unión Europea se ha reunido para corear los pronósticos de Donald Trump sobre la desmembración de la Unión. El nacionalismo sumiso al que se une Rajoy ofreciendo sus buenos oficios en medio mundo. Siguiendo los pasos de Jose Mª Aznar. Querrá superarlo. Estos nacionalistas ya no son ni sombra de lo que eran. Son siervos de los imperios.

Antonio Balibrea

Sociólogo y periodista.

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