(Puigdemont, el salvador de Cataluña)
Introducción
Como ya es de dominio público, en política, nada se sabe. Por lo menos en este país. Todo es cambiante o tiene posibilidad de cambiar, nada es verdadero ni falso (revisen los casos de corrupción con pruebas que eximen o agravan o simplemente se convierten en armas arrojadizas contra el oponente parlamentario y que para unos son verdad y para otros, mentira. Hablemos más recientemente de corrupción en el caso Koldo, que ha defenestrado al mismo exministro todopoderoso José Luis Ábalos y por el que el PP va a pedir auditorías para investigar a los ministerios presuntamente implicados y a la presidenta del Congreso, Francina Armengol, de la que también ha pedido su dimisión; o el caso González Amador por dos delitos de fraude a Hacienda y uno de falsedad en documento mercantil, novio de la presidenta de la Comunidad de Madrid Isabel Díaz Ayuso, de la que Pedro Sánchez como la oposición madrileña piden la dimisión por “mentir” sobre los pagos del empresario); ni izquierdas ni derechas (pregunten a Felipe González o a Alfonso Guerra que según “las lenguas de doble filo” socialistas se han hecho de derechas).

Nada es imposible o posible ante la ley (según el interés del líder al que siguen una reata de abogados, fiscales, jueces, juristas que, siempre divididos en dos bandos, ven luz o sombra en el mismo candil); los mismos hechos no son ni blancos ni grises ni negros, sino todo lo contrario, y lo que no es no, acaba siendo sí.
Tenemos la gran suerte de haber nacido en un país muy especial, donde se dice que todo es diferente, alegre, festivo y soleado; es el país del esperpento (mirando la realidad a través de los espejos cóncavos del callejón del Gato) que nos relatara Valle-Inclán en su magnífica obra Luces de bohemia. Así, a veces, se construye nuestra historia y nuestra realidad; situaciones que pareciendo inverosímiles son ciertas y por patéticas acaban siendo relatadas como luminosas.
El independentismo según la biblia apócrifa
Hubo una época no muy lejana en la que apareció en escena un tal Carles de Puigdemont El Puigdemonteno, que comenzó su andadura en la vida pública desde el anonimato. Reforzó sus ideas que había bebido de otros, las asumió y las expandió, llegando a encabezar unos discursos convencido de la realidad de las alucinaciones que en su mente vivían y condujo al gran número de sus seguidores que le iban aclamando hacia unos actos un poquito “ilegales”, enfrentándose directamente con las leyes del pueblo judío y dirigidos a socavar el poder de Caifás (piensen ustedes quién puede ser este sumo sacerdote). Pero fueron 155 razones las que impulsaron a Caifás (el presidente), al sanedrín (los ministros), a los escribas y fariseos (los dirigentes del PP, PSOE y otros partidos políticos) a condenar tales ideas, pretensiones, y sobre todo, a las acciones fuera de toda ley “judía” y romana. Algunos cabecillas que impulsaron las revueltas (promovidas por Puigdemond a otros dirigentes afines a dichos propósitos) fueron detenidos y encarcelados. Pero El Puigdemonteno, de forma milagrosa desapareció, y se tuvo noticias de él cuando se materializó a miles de quilómetros fuera de las fronteras judías. Este acto de desmaterialización tuvo alguna repulsa por parte de sus acólitos que vivían entre rejas, pero gozó de la admiración de sus más fieles devotos.

Durante varios años vivió en un lujoso destierro palaciego rodeado de toda suerte de consideraciones y lujos. Y siguió ejerciendo su cátedra desde allende los Pirineos debido a su poderosa inmunidad ante las leyes “judías”.
Por aquel tiempo apareció la figura de Pedro el Bautista que, a cambio de siete monedas, se convirtió en el personaje que iba a allanar el camino para la entrada triunfal en Catalunya, y a la postre, en España, de aquel magnífico personaje llamado Puigdemont convertido ya en salvador para sus seguidores (aunque entre sus afines había algunos Judas partidarios de aquellos que fueron encarcelados que, en privado, deseaban la derrota de este salvador Puigdemont por cuestiones de representatividad para dirigir el poder de la circunscripción catalana en la que Carles quería obtener su preponderancia y ejercer su poder).
Pedro también tenía discípulos, a los que él cariñosamente llamaba ministros. Y les dijo a estos: “Seguid a este preclaro hombre que será el pacificador de las tierras y de los tiempos”. Y ellos apoyaron a dicho personaje siguiendo a pies juntillas la voz de Pedro el Bautista.
Pedro el Bautista había consolidado su estatus como dirigente por los apoyos mayoritarios, incluidos los siete dirigidos desde el “santo exilio” a cambio de ciertas prebendas (algunas inasumibles, pero que el poder de El Puigdemonteno las trocó en posibles como el que convierte el agua en vino). Pedro, convertido en presidente, en lugar de atender a todos por ser presidente de todos, sólo atendió a una parte y dejó en el olvido a los “buenos samaritanos”, que eran catalanes no independentistas y que deseaban ser reconocidos y considerados catalanes con todos los derechos. Pero Pedro el Bautista los desamparó y los ninguneó. Exclusivamente siguió las directrices que marcaba desde su hermoso palacio en la lejanía El Puigdemonteno que fue corrigiendo y cambiando las propuestas de Pedro hasta que eran de su agrado y acomodo.
El rey Feijorodes, que fue nombrado jefe de la oposición a Pedro, se erigió en el perseguidor de Carles e impulsó una campaña de desprestigio, acoso y derribo tanto a Pedro, que estaba allanando el camino (buceando entre los intersticios de la ley o tratando de convencer al pueblo de la bondad que era la vuelta impune y a la postre pacificadora del susodicho salvador) como a Puigdemont, quien estaba anhelando hacer una entrada triunfal en estas tierras. Y con la espada de sus palabras continuó una batalla encarnizada con feroz enfrentamiento que unas veces repelía y otras contraatacaba el mismo Pedro el Bautista que no quería perder su difícil talismán que poseía siete votos de oro macizo.

Pero Feijorodes se ve impulsado por las pretensiones de la hermosa Salomé-Ayuso, poderosa por sus encantos de los que no puede prescindir el rey. La bella joven vive odiando a Pedro el Bautista, que la ha repudiado y agraviado en diversas ocasiones. Su orgullo no le permite perdonar dichas injurias. Así que empuja al rey a que sacie su sed de venganza, pidiéndole que le entregue la cabeza de Pedro en una bandeja de plata como ya consiguió la de Pablo Casado.
Mientras todo esto sucede, Puigdemont ha entrado triunfante en Elna (Francia) y en Perpiñán entre aclamaciones y ramos de olivo y palmas. Tras el baño de masas y sus palabras en público fue proclamado a los cuatro vientos como el salvador catalán que pronto regresará de nuevo. Así que ocho formaciones políticas independentistas, en el llamado Acuerdo del Vernet firmado en la localidad francesa de Perpiñán, se unieron bajo la sombra del ciprés de Puigdemont para enfrentarse de tú a tú con el poder central (sin contar con los judas de Esquerra Republicana de Catalunya, que no aceptaron andar el camino junto al que se desmaterializó).
Y sus fieles seguidores se preguntan: “¿El salvador catalán, tras conseguir la amnistía, tendrá también el poder para conseguir el referéndum que nos encamine a nuestra independencia?”.
Conclusión
En política, nada se sabe. Por lo menos en este país. Todo es cambiante o tiene posibilidad de cambiar, nada es verdadero ni falso. Ni pensar que Puigdemont, que debiendo gratitud a Pedro por haberlo convertido en un privilegiado ante la ley allanándole el camino para poder vencer al Estado de Derecho con subterfugios, promoviendo una amnistía a la carta (sin arrepentirse de lo que va a ser amnistiado y quien se jacta de haberse salido con la suya y con la idea de seguir infringiendo las leyes de una Constitución que no reconoce), se vaya a enfrentar de tú a tú al presidente que le donó tales prebendas, en vez hacer realidad la pacificación con Cataluña que auguraba aquél. Y me pregunto, ¿cuándo y dónde se ha visto que un delincuente rehaga las leyes con las que va a ser juzgado a su gusto e interés para ser absuelto?
Estamos en el país del esperpento que construye nuestra historia y nuestra realidad con situaciones que pareciendo inverosímiles y siendo patéticas acaban por ser realidad.
Juan Antonio: tu gran relato bíblico es la pura verdad. Puigdemont y Sánchez se han endiosado y son creadores de un nuevo mundo, nueva realidad, nueva justicia y nueva Cataluña. La vieja España se va a la mierda con todas las bendiciones de Pedro el Bautista. Un cordial saludo.