Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Opinión

El hundimiento del submarino indonesio Nanggala

Submarino Nanggala. Fotografía: Marina de Estados Unidos por el especialista de tercera clase Alonzo M. Archer (Fuente: Wikimedia).

De los cuarenta y siete años de carrera en la Armada que tengo en mi haber, veintiocho estuve destinado en el Arma Submarina. En esos años tuve que hacer el curso de submarinos; estuve como dotación de quilla en la construcción de dos submarinos de procedencia francesa y embarcado en ellos como dotación durante veinte años; hice varios cursos y adiestramientos en la escuela de submarinos francesa en Saint Mandrier; fui profesor de la Escuela de Submarinos y encargado de la Oficina de Valoración y Adiestramiento de Submarinos, al frente de un grupo de diez suboficiales especialistas que embarcábamos en los submarinos y los sometíamos en adiestramientos para reaccionar ante emergencias, como fallos de los timones de buceo, vías de agua e incendios simulados y el adiestramiento como arma de guerra, entre otras pruebas.

No es una manera de vanagloriarme en relación con mi currículo profesional, pero sí de dejar constancia que el marino submarinista debe de estar lo suficientemente adiestrado para pertenecer a la dotación de estos barcos. No solamente debe de ejercer a bordo los conocimientos que tenga de acuerdo con su especialidad profesional como marino, sino que debe conocer exhaustivamente las instalaciones de su barco, aunque no entren en su especialidad, para poder reaccionar ante una emergencia.

Doy por sentado que la dotación de este submarino estaría adiestrada para reaccionar ante la emergencia que les llevó a perder sus vidas.

Para mí, como submarinista, cuando se produce la pérdida de uno de estos barcos sea de la nación que sea, lo siento como si perteneciera a nuestra Arma Submarina porque son también mis compañeros, teniendo en cuenta que nuestras vocaciones y riesgos son los mismos. Por tanto, creo firmemente que la dotación de ese submarino hizo todo lo posible para que no descendiera al fondo en la cota en donde se encontraba en esos momentos. Eso me lleva a reflexionar y preguntarme qué ocurrió para que no se pudiera controlar la emergencia.

Lo primero que me llamó la atención fue que este submarino se había construido en Alemania y pertenecía a la clase del ARA San Juan de la Armada Argentina, que también se hundió en 2017.

Escribí en esta misma Hoja del Lunes, en su momento, un artículo en el que se razonaban unas hipótesis que podían haber llevado al ARA San Juan a hundirse. La hipótesis, de acuerdo con las informaciones que dieron las autoridades navales a través del último contacto por radio que tuvieron con el comandante, sobre lo que calificaron entonces como una avería en las baterías que se había corregido, pudiera que fuese más grave de lo que pensaban y al fallar la corriente que alimenta al motor eléctrico y quedarse sin propulsión el submarino, fuese difícil hacer frente a la emergencia para evitar que se hunda poco a poco. Dije esto y lo vuelvo a decir porque en uno de los submarinos en el que estuve como dotación, tuvimos esa avería y no pudimos controlar el submarino hasta que recuperamos la corriente de las baterías. Cada minuto descendíamos diez metros camino del fondo.

Submarino ARA San Juan. Fotografía: Martín Otero (Fuente: Wikimedia).

En el ARA San Juan también se registró el ruido de la implosión cuando el submarino alcanzó la cota de colapso por el satélite de la Organización del Tratado de Prohibición de los Ensayos Nucleares. También la implosión dejó una serie de pedazos del casco del submarino muy pequeños dada la gran presión que se produce sobre el casco resistente al sobrepasar la cota de colapso.

En el caso que nos ocupa, todavía tenemos muy pocas informaciones para que me atreva a decir una hipótesis que esté relacionada con el hundimiento del Nanggala. No obstante, con los pocos datos que se han trasladado a los medios de comunicación, sí que voy a exponer, de acuerdo con mi experiencia, lo que pienso en estos momentos, sin que sea forzosamente lo que ha producido su hundimiento.

Primeramente, hay que tener en cuenta que el submarino participaba en unas maniobras y llevaba en sus seis tubos lanzatorpedos no sé cuántos torpedos, probablemente, buscadores acústicos que, para evitar que el submarino fuese atacado, se sumergiría a una cota por debajo de la máxima que pueda alcanzar el torpedo en su carrera que arranca dentro del tubo. Normalmente por debajo de los doscientos metros. Es posible que, al abrir la puerta exterior para lanzar, si la interior no cierra debidamente, se produjera una vía de agua que, si no se puede controlar, se aísla con la puerta de la cámara. Si la cámara se inunda, la proa del submarino se inclina hacia el fondo por exceso de peso.

Pienso que no ha sido esta la avería, pero es un suceso que ya ha ocurrido en submarinos de otras naciones, por ejemplo en el ruso KURSK, aunque, en este caso, se produjo una explosión en la cámara cuando se estaba preparando el torpedo.

También hay que tener muy en cuenta el trimado y la inclinación del submarino. El trimado sirve para controlar la cota en la que tiene que navegar el submarino, manteniéndose estable en ella controlando el peso del submarino por medio de unos tanques, que pueden llenarse o vaciarse con agua para que el empuje para flotar resultante contrarreste el peso, de acuerdo con el principio de Arquímedes. Llevar los tubos cargados con torpedos y en la proa cambia también la inclinación del submarino. El trimado y la inclinación del submarino son vigilados y corregidos permanentemente.

Coordenadas en las que se localizaron los restos del Nanggala (Fuente: Wikimedia).

En segundo lugar, en este caso parece que no hubo ninguna implosión al llegar a la cota de colapso, según informaron las autoridades navales a los medios de comunicación. Y en las fotografías que se han tomado con cámaras muy precisas, los restos del casco resistente del submarino en el fondo está partido en tres trozos y no se observa ninguna señal que se haya producido con una implosión. En cambio, en los trozos sí que se observa que hay grietas por donde pudiera haber entrado el agua a presión una vez que llegaron a la cota de colapso.

Es muy pronto hasta que no se rescate el casco resistente, que parece que la Armada Indonesia está tratando de recuperarlo para que, una vez que se analicen los trozos del casco y el resto de las partes del submarino, se pueda llegar a saber que ocurrió realmente para que se hundiera. Como “compañero” submarinista deseo que los componentes de la dotación del Nanggala descansen en paz y me uno a sus familias en su dolor por las pérdidas de sus seres queridos.     

Joaquín Ñeco

Alférez de navío.

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