La Expendeduría de Tabacos número 32 se convierte en uno de los comercios más veteranos de la ciudad
Los alicantinos más veteranos recordarán aún la imagen del pequeño local que abrió sus puertas en la antigua estación de autobuses de Alicante en la primavera de 1954, en la todavía España del blanco y negro. Setenta años después, la que fuera Expendeduría de Tabacos Número 32 sigue abierta, hoy frente a la Plaza de Séneca. Siete décadas en las que hasta tres generaciones de la familia Rodríguez han regentado el negocio, al que sigue acudiendo puntual, todas la mañanas, José, que cerca ya de los 90, contempla orgulloso como el pequeño estanco es hoy una auténtica cava.
Transcurría el mes de abril de 1954 cuando, en un diminuto local encastrado en la antigua estación de autobuses, levantaba su persiana, por primera vez, la Expendeduría de Tabacos Número 32, conocida por todos desde entonces como «el Estanco de Autobuses».
En apenas seis metros cuadrados y con una única ventana al exterior, comenzaban esta andadura Dolores y su hijo José, incorporándose más adelante la esposa de este último, Antonia. Y así, con esfuerzo, dedicación y entrega absoluta no solo consiguieron gestionar con brillantez su vida profesional sino también educar y ver crecer a sus cuatro hijos.
Con la pérdida de Dolores, madre y abuela a la vez, es José quien hereda la credencial del estanco para, junto a su esposa Antonia y con la ayuda de sus hijos, continuar la labor iniciada en 1954 y seguir ganándose, merced a su cordialidad, sencillez y espontaneidad, el afecto tanto del vecindario como de los trabajadores de la estación. El cierre y traslado de esta última, determinan que en el año 2000 el estanco abriera sus puertas en una ubicación repleta de simbolismo: justo enfrente de los antiguos andenes por los que transitaron durante décadas miles de pasajeros con miles de experiencias por contar.
El nuevo milenio coincide con la jubilación de Antonia y de José, quienes alcanzan por fin tan merecido descanso al ceder el testigo a sus tres hijas para que éstas, en la ya conocida como «Cava Rodríguez», perpetúen la labor de sus ascendientes. Los actuales ochenta y ocho años de José no son obstáculo alguno para que cada mañana y cada tarde realice su particular visita al estanco para aportar, con su sola presencia y sus siempre certeros consejos, la sabiduría que solo siete décadas de vivencias, de trabajo y de dedicación pueden proporcionar.
En este 70 aniversario, sus hijos —ya la tercera generación— rinden homenaje a su padre y a la memoria de su abuela y de su madre y, muy especialmente, quieren manifestar su gratitud y reconocimiento al barrio que los vio crecer y a todos aquellos que, con tanto cariño, los han acompañado —y lo siguen haciendo— en este viaje que es la vida.
Bonito recuerdo para el viejo estanco que renació, como bien dices, frente a los andenes de la antigua estación de autobuses, ahora con más metros cuadrados que años tiene José, al que veo casi todos los días sentado en un banco de la plaza de Séneca (sin autobusos) frente al establecimiento, rodeado José por venerables ancianas que chismorrean de todo lo divino y humano tomando el sol mientras se hacen compañía. Un abrazo para tí, familiar del gran cardiólogo doctor Rodríguez Argüeso, de cuya sabiduría me aprovecho para seguir vivito y coleando.