Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Opinión

El Dr. No nos pone entre el pepé y el popó

Pedro Sánchez durante la sesión de investidura del pasado 31 de agosto. Foto: CONGRESO DE LOS DIPUTADOS
Pedro Sánchez durante la sesión de investidura del pasado 31 de agosto. Foto: CONGRESO DE LOS DIPUTADOS
Tengo amigos socialistas, amigos en versión Facebook, que lo están pasando muy mal. Y desde hace muchos meses. Cuando están despiertos tratan animosamente de convencernos a todos los demás de que Pedro Sánchez (conocido también como el Dr.No) lo está haciendo muy bien, y de que con el Partido Popular no se puede ir ni […]

Tengo amigos socialistas, amigos en versión Facebook, que lo están pasando muy mal. Y desde hace muchos meses. Cuando están despiertos tratan animosamente de convencernos a todos los demás de que Pedro Sánchez (conocido también como el Dr.No) lo está haciendo muy bien, y de que con el Partido Popular no se puede ir ni a la vuelta de la esquina salvo que de la esquina se quiera volver recortado o estafado. Y renuncian, por consiguiente, a intentar embridarlo con el argumento de que los españoles equivalentes a 350-137 diputados no eligieron a Rajoy como su presidente, olvidando que los correspondientes a 350-85 no eligieron para tal cometido a Sánchez.

Hay, por tanto, que explorar otras vías, dicen, que es lo que pide a gritos la ciudadanía, aunque no los Ciudadanos pese a la común apelación a ambos. Cuando entran en el duermevela de cada noche, mis amigos cuentan nubes en vez de borreguitos. Y cuando están dormidos, añorando tiempos de gloria, tratan de convencerse a sí mismos de todo lo anterior. Y se enrocan ahí, agarrándose a ese clavo ardiendo, contra la razón y contra la Historia.

El no de Sánchez a Rajoy es el no de Rivera a iglesiasContra la razón, porque el mismo “no” empecinado con el que Sánchez rechaza a Rajoy es el “no” con el que Rivera repudia a Iglesias. Parece que hay alguna parte de ese “no” que Rajoy no entiende y que tampoco entiende Sánchez. Y sin esa combinación a tres bandas con los dos emergentes el declinante Sánchez sólo puede explorar el camino al despeñadero con los independentistas de tres grupos diferentes, por si no hubiera bastante con uno. O sea, que, si le dejan, gobernaría durante un año una España con fecha de caducidad más que anunciada. El simple coqueteo de los separatistas con el secretario general socialista ya debería hacerle sospechar de su debilidad, que es lo que los reinventores de la Historia de España (que, como en los vasos comunicantes, rebajan de los 500 años a la vez que inflan la suya hasta los 1.000) necesitan y buscan en un gobernante de ídem para exigirle lo que un gobernante de ídem no puede ceder nunca: la integridad del territorio de ídem, cuyos destinos rige.

Joan Tardà, de Esquerra Republicana, fija posición sobre la investidura de Mariano Rajoy. Foto: CONGRESO DE LOS DIPUTADOS.Y digo que si lo consigue, porque por el camino podría, precisamente por todas esas razones, perder algunos de sus 85/350 escaños, y la mitad de Podemos, esa que lidera Iglesias sin Errejón y que, para El País, quiere pactar con él cuando es imposible y se le aleja si surge la posibilidad. En ciclismo dirían que “le hace la goma”. Todos le ven frágil, dúctil, maleable, insoportablemente fatal, como su destino. También el pepé, que le necesita. Pero no para permanecer en el poder, no, eso, mal que bien, ya lo está haciendo, sino para gobernar un país de pensionistas y funcionarios que van a ver congelados sus emolumentos por culpa de Sánchez, que ni forma ni deja formar ejecutivo.

Ahora el factor electoral de la corrupción está ya descontadoOtra cosa es que el partido de Rajoy merezca pasar a la oposición por torpezas como “el episodio Soria”, pero sobre todo por su responsabilidad in vigilando de los golfos que en el pasado minaron su base electoral y las arcas públicas. Y digo en el pasado, porque ahora el factor electoral de la corrupción ya está descontado. Se ha cobrado los votos que se ha cobrado, y la tendencia, a pesar del otoño judicial en lontananza (todo va a sonar a conocido, la capacidad de sorpresa e indignación siempre tiene un límite más allá del cual no hace efecto), es la de que el PP recupere apoyos y el PSOE los pierda. Porque aquí a Sánchez se le escapa una cosa: que los votantes del PP necesitan votar al PP desde que Ciudadanos pactó la intentona anterior con el PSOE, mientras que los votantes socialistas andan especialmente mareados y son especialmente abstencionistas cuando no ven luz al final del túnel.

En conclusión, yo no quisiera estar en la piel de Pedro Sánchez el lunes próximo, una vez conocidos los resultados de las elecciones gallegas y vascas, que son los valladares tras los que gana tiempo el eterno candidato. La única opción viable que le quedaba para no acabar de hundir anímica y orgánicamente su partido y de salvar muebles, honra, imagen, y votos, era imponer duras condiciones regeneracionistas a Rajoy con un calendario corto que hiciera posible sólo eso, los presupuestos, y las zarandajas europeas (que le van a obligar de nuevo al PP a hacer recortes) y ponerse luego todas las medallas para afrontar con garantías unas nuevas elecciones dentro de dos años. Pero “no” es “no”. Y mientras tanto nosotros, entre el pepé y el popó. Que para Sánchez vienen a ser la misma cosa.

Vicente Climent

Periodista.

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