El curioso caso del cangrejo americano

Para que luego digan…, desde la llegada de Cristóbal Colón a las costas del Nuevo Mundo en 1492, España y América han estado vinculadas por lazos culturales, sociales y económicos. Durante siglos, los españoles hemos dejado una profunda huella en las tierras americanas, incluyendo la lengua, la religión, la gastronomía y las tradiciones. Sin embargo, la historia es un camino de doble dirección y en los últimos años hemos visto como nuestros hermanos hispanoamericanos vuelven trayendo sus costumbres, mestizajes, culturas y costumbres.

Un ejemplo sorprendente de esta fusión cultural es el cangrejo americano (Procambarus clarkii), una especie originaria de América del Norte que ha encontrado su hogar en los ríos y embalses de España. Este cangrejo es de un rojo vivo y al paladar no es muy sabroso, doy fe (aunque en León lo preparan muy bien con arroz y olla); fue introducido en Europa en el siglo XIX como una novedad exótica en acuarios privados. Sin embargo, pronto se escaparon y se adaptaron al entorno acuático español, convirtiéndose en una especie invasora. Claro, en ese contexto hispano-adormecido, nuestro cangrejo autóctono (de un color oscuro y muy apreciado en la cocina tradicional) se vio superado en tamaño, fuerza y vigor por el americano. Fui testigo de cacerías con trampas utilizando trocitos de carne de pollo, caían los cangrejos a montones, actividades, por cierto, auspiciadas por los poderes públicos que querían preservar al cangrejo español de la extinción…. Bueno pues de esa lucha cangrejil sólo se han salvado aquellos ejemplares que vivían en saltos de agua o en zonas más elevadas donde no llega el americano.

Al igual que el cangrejo americano, muchos hermanos de Hispanoamérica se han establecido en nuestras tierras interactuando con los sistemas locales, las costumbres, la comida y las tradiciones de nuestra sociedad, enriqueciendo nuestra cultura de manera diversa. Es verdad que se han producido desequilibrios en el soporte de los servicios públicos, desafíos en la integración e inclusión o incluso problemas de discriminación. Pero la apuesta debe ser positiva, la diversidad cultural y la riqueza que aportan nuestros hermanos hispanoamericanos son elementos que pueden fortalecer la sociedad y la economía españolas a largo plazo. Para aprovechar al máximo este proceso, es esencial fomentar la integración, promover la tolerancia y garantizar igualdad de oportunidades para todos. La convivencia enriquecedora de estas dos culturas puede ser un motor de prosperidad y un ejemplo de cómo la diversidad puede fortalecer nuestra nación.

Guillermo García Asensio