«El Campeón», cine español `a lo Capra´

¿No echan de menos, entre tantos efectos especiales y tantas películas sin guion, una buena cinta con reminiscencias a lo Capra o a My Fair Lady?

Aunque no soy mucho de cine español (y no estoy orgullosa de ello) me gusta rebuscar entre algunas realizaciones que, quizá pasen más desapercibidas, pero que tiran más de guion e interpretación que la típica comedia a las que nos tienen más habituados desde el cine comercial. Por ello, y pensando también en, si me convencía, recomendársela luego a alguno de mis hijos, he visto este fin de semana El Campeón (2024), dirigida por Carlos Therón y disponible desde el pasado 12 de julio en Netflix.

Desde la visión romántica que, qué le voy a hacer, no puedo evitarlo, siempre llevo en mí es una película absolutamente recomendable para educar en valores como la lectura, la lucha por superarse a uno mismo, por mejorar, por sacar la genialidad que, en mayor o menor medida todos llevamos dentro…

Englobada dentro de un cine aceptable, El Campeón hará las delicias de los colchoneros, ya que se ambienta en el entorno deportivo del Atlético de Madrid (se le ponen a uno los pelos de punta en el momento del himno, con el estadio lleno); de los amantes de los coches, ya que el protagonista, Diego, pasea a su antojo un Ferrari rojo; de los que creemos en la importancia de la educación para desarrollarnos a nosotros mismos; y también para los que, simplemente, quieren pasar un rato entretenido.

La historia es sencilla y acoge los mejores clichés del cine clásico para llevar a buen término una obra que no decae en ningún momento, con valores, con un héroe con sus subidas y sus bajadas y rodeado de todos los personajes que han alimentado el cine y la literatura: el buen profesor (al estilo de Madame Bovary o de El indomable Will Hunting); el mal consejero, avaricioso y egoísta; la gran mujer (detrás de todo gran hombre); y la bondad del ser humano y lo importante de la vida por encima del dinero y la fama (a lo Frank Capra total).

En definitiva, una película fácil de ver, con actuaciones más que aceptables y en la que destaca un Dani Rovira con un papel serio, un personaje lleno de “neuras” que también aprende de su alumno y un Marcel Serrano que, si no me equivoco, se estrena en el cine y no lo hace nada mal. Entre los dos desarrollan, aunque poco, la típica relación de los opuestos que se complementan.