Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Al paso

El beso de otro Judas, pero con (y sin) huevos

Las letras "Bésame mucho" realizadas con flores en el Coachella Valley Music & Arts Festival, 2016. Fotografía de Roberto Behar y Rosario Marquardt (Fuente: Wikimedia).
La canción ´Bésame mucho´ cumple 92 años; fue compuesta por la mexicana Consuelito Velázquez y la han cantado algunos de los más grandes, entre ellos los Beatles

Lo primero es dejar las cosas claras: si crees que es tener huevos el tocarte los cataplines representando a España en un mundial de futbol femenino y promover y ejecutar un beso traidor, peor, casi, que el de Judas, estás equivocado. Y si, luego, no tienes ‘vuevos’ para dimitir, has quedado como un cobarde. Puedes tener atenuantes, si quieres, pero no eximentes. Tu conducta es indigna de un máximo representante del fútbol español, con los agravantes de tener al lado a la reina y otras autoridades y, en las televisiones del mundo entero, a millones y millones de escandalizados espectadores que no daban crédito a tu estupidez. No discutamos sobre si hay delito o no; que eso lo dirima la Justicia y no los políticos, ni los periodistas, ni los aficionados, ni el sursum corda. Los delitos tienen un único camino: la Justicia. Pero la evidencia es que tu comportamiento presidencial fue inaceptable y tienes que dimitir.

Reitero: los ‘vuevos’ están para completar el valor y la voluntad de la hombría global, la que le aconsejaba aquel famoso matador de toros a un maletilla que le preguntaba qué cosas le hacían falta para triunfar: “Las tres ‘v’, valor, voluntad y vuevos”. Gritaste cinco veces “no voy a dimitir”. Tus gestos tras ganar el Mundial ‘gritan’ tu dimisión. Aunque no los quieras oír. No te acuso de delito alguno: no soy fiscal. No te condeno por delito alguno: no soy juez. Yo hablo de decencia; de tu decencia. Y si me preguntas qué pasa con la decencia de los otros, de algunos que acaso tampoco andan sobrados de decencia, sobre todo entre los políticos que otrora te bailaban el agua, allá ellos. Denúncialos. Pero tú dimite. Si lo hubieras hecho, muchos hubiéramos gritado “olé tus vuevos”.

Errar es humano, pero los errores se pagan. Nada de irse de rositas. Lo del beso, acaso (digo acaso, porque no sé todo lo ocurrido; no estuve allí presente para ver y escuchar todo) es harina de otro costal. Cuando todo se aclare (si es que se aclara) me pronunciaré. Es ridículo y miserable calificar un beso público de ataque sexual, casi una violación virtual. En principio, para mí, es un beso traidor, un beso que no debió producirse; un beso casi peor que el de Judas; un beso que no venía a cuento y que Chiquito de la Calzada calificaría de heterobisexual o cosa por el estilo. Beso condenable, pero no con prisión perpetua no revisable.

Besos para la historia ha habido muchos, además del de Judas. Creo que ese beso mundialista de Rubiales, sea robado o no (a ver qué dicen los tribunales, esperemos el veredicto de la Justicia que no tiene por qué coincidir con el de los ministros de Pedro Sánchez el Justiciero), nunca debió producirse. El beso, en su esencia, como dice el diccionario, es ‘caricia o saludo’. Lo máximo es lo que hacen las madres cuando ‘se comen a besos’ a sus hijos. O cosa de enamorados. Como los de aquella famosa canción, a punto de cumplir cien años: “Bésame, bésame mucho;/ como si fuera esta noche la última vez./ Bésame, bésame mucho,/ que tengo miedo perderte,/ perderte después./ Quiero tenerte muy cerca; mirarme en tus ojos;/ verte junto a mí./ Piensa que, tal vez mañana,/ya estaré lejos,/ muy lejos de ti”.

La canción es de Consuelito Velázquez, pianista y cantante mexicana que la compuso en 1934 y la popularizó en 1940. A lo largo de los últimos 90 años la han venido cantando infinidad de artistas desde Pedro Infante a Sara Montiel, Lucho Gatica, Luis Miguel y hasta los Beatles con Paul McCartney como solista.

Posdata

Besos famosos (en la boca, claro) ha habido algunos y no sólo el también ‘futbolístico’ entre Iker Casillas y Sara Carbonero, tan lejano y tan olvidado. Dio la vuelta al mundo el beso entre dos famosas, Madonna y Britney Spears, en la gala de los MTV Video Music Awards, en 2003, beso que repitieron en la boda de Britney con Sam Asghari en California, en 2022. Igualmente protagonizaron un beso Rosalía y Rauw Alejandro en la entrega a éste del premio al Mejor Artista en LOS40 Music Awards (también ‘rompieron’ luego, como Casillas y Carbonero). Finalmente traemos a la memoria un beso entre dos desconocidos (hasta entonces), Greta Zunmer y George Mendonza. Ella veía un desfile de marines en Nueva York para festejar la rendición de Japón (1945) y el fin de la II Guerra Mundial. En el soldado Mendonza, aquella espectadora besó a todas las fuerzas armadas de la Unión en nombre de todas las madres, hermanas y novias de los combatientes.

Fotografía de Víctor Jorgensen de los US Archives (Fuente: Wikimedia).

No todos los besos son iguales. Pasa como con tantas cosas. Lloramos de alegría ante un bebé que nace llorando y lloramos de tristeza por un bebé al que no le dejan llorar porque no le dejan nacer. Lloramos de alegría por la Constitución de 1978, la de concordia, y vamos a llorar, si Dios no lo remedia, si dejamos que la cambien los enemigos de España: separatistas catalanes y vascos, algunos de ellos amigos y homenajeadores de asesinos etarras. Y algunos se besan y abrazan con ellos. Se las dan de “buenos” y sus besos son más traidores que el de Judas. Un poco de decencia, señor Sánchez; un poco de dignidad, señoras ministras, que repetís lo que dice el jefe como cacatúas. No digo ‘como loros’ para no ser tildado de machista y reservo lo de ‘loros’ para Bolaños y demás ministros, todos igualmente repetidores serviles de las consignas de Su Sanchidad. No habrá concordia. En el mejor de los casos, paz, la paz de los muertos. En el peor de los casos, odio; el odio que se está sembrando con sonrisa… de hiena. Me despido enviando besos de vida y amor, junto con abrazos de concordia, para todos, aún a sabiendas de que no servirá de nada. Me sale de dentro querer el bien de todos y volver a proponer la conjunción del sanchismo y del feijooismo para salvar a España. No pido que se besen; sólo un abrazo para salvar a España ya. Mañana puede ser tarde.

Ramón Gómez Carrión

Periodista.

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