Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Trescientas... y pico

El agua

Secuencia del tráiler oficial de la película "El agua".

Hay palabras que pueden parecernos intrascendentes, pasajeras, poco relevantes, pero que, miradas de cerca, acariciados sus lomos, acaban teniendo carisma, travestirse en portadoras de pócimas mágicas o, incluso, acabar siendo nuestras mejores aliadas. Esas mismas palabras, manoseadas de cualquier manera, estrujadas sus aristas, estirajado su significado más profundo, pueden llegar igualmente a ser artefactos explosivos de consecuencias inimaginables.

Como “mar”, la mar, el mar, ese curioso vocablo que no obedece solo a los cánones del masculino ni al femenino, la palabra “agua” es, muy posiblemente, también una de esas expresiones de apariencia inocua pero que, miradas al trasluz de los intereses de unos y otros, acaba siendo demasiadas veces eterna fuente de disputa, de conflictos casi irresolubles.

Fotografía: Rony Michaud (Fuente: Pixabay).

El agua, la agua si se me permite, puede ser así una de esas expresiones que albergan en su seno la capacidad de ser y dar, aliada necesaria e imprescindible en el discurrir de la vida desde sus orígenes más remotos hasta el presente. Pero como la cara “b” de un viejo disco de vinilo, al mismo tiempo también puede llegar a representar su contrario, el origen y razón de lo más terrible, de lo más deleznable. Bien que lo sabemos estos días de sequía y desiertos anunciados y en este tiempo donde su mera mención es tan interesada y calculadamente utilizada hasta desdibujar su esencia, especialmente cuando su escasez, su falta, hace aflorar todas las amenazas inimaginables.  

Lo vemos de forma diáfana y clara a propósito de los nuevos regadíos que impulsan PP y Vox en el entorno del Parque Nacional de Doñana, un proyecto de claros y peligrosos tintes electorales, un proyecto que va contra toda lógica y contra los tiempos que vienen; pero lo vemos también aquí más cerca, en la Comunidad Valenciana, a consecuencia de la nueva guerra del agua derivada de las restricciones impulsadas por el Gobierno de la nación al trasvase Tajo-Segura para preservar el caudal ecológico del río, la vida misma del río.

Parque Nacional de Doñana (Fuente: https://www.spain.info/).

Allí, en Andalucía, dos gobiernos enfrentados, dos partidos litigando por apoderarse de sus mejores significados, utilizando la palabra, manoseándola, haciendo y pidiendo hacer lo contrario de lo que durante mucho tiempo hicieron ellos mismos, conversos de última generación. Lo vemos también aquí últimamente con un gobierno presidido por el socialista Ximo Puig, obligado a meter en agenda —Puig centra en el trasvase Tajo-Segura las reivindicaciones de la provincia de Alicante ante Sánchez, titulaba el sábado el diario INFORMACIÓN su crónica de presentación de candidaturas electorales en la UA de Alicante— la palabra agua para tratar de no ser abrasado por la acometida desleal, incoherente e hipócrita de un partido como el PP, siempre dispuesto a hacer bandera propia de lo que es de todos.

Si el agua del acuífero que da vida al Parque Nacional de Doñana y el agua del Tajo y sus afluentes son, en esencia, la misma agua, la necesaria agua que hace florecer la vida, por qué lo que allí en tierras onubenses no sirve —la sobreexplotación del acuífero, la legalización de regadíos, la multiplicación sin control de un urbanismo depredador y salvaje…—, y no sirve porque básicamente pondría en riesgo la vida de todo el ecosistema del parque nacional, la vida misma de infinidad de especies animales, y también y mayormente porque Europa nos lo exige, entonces por qué se nos quiere ahora hacer ver que el agua que llega por el trasvase del Tajo es cosa diferente.

Tablas de Daimiel. Fotografía: Ecodestinos (Fuente: Ayuntamiento de Daimiel).

Por qué, quizás habría que preguntarse también y hablando de incongruencias, el gobierno de Castilla-La Mancha niega el envío del agua del Tajo hacia la costa mediterránea, alegando una y otra vez que no hay excedentes, cuando ellos miran para otro lado ante el descontrol hídrico en su propio territorio. Ahí está, como ejemplo de todo este desmadre hídrico, la situación comatosa de las Tablas de Daimiel, un parque nacional que como sabemos se mantiene vivo con respiración asistida.

En la hermosa y nominada película a los Premios Goya-2022 El agua, dirigida por Elena López Riera y protagonizada por actores y actrices casi desconocidos, rodada en las poblaciones ribereñas del río Segura a su paso por la Vega Baja, podemos asistir a toda la magia del ciclo del agua, todo lo que hace posible que la vida a su alrededor crezca y sea posible. Pero también podemos ver metafóricamente que la sola amenaza de una tormenta puede hacer que todo ese paraíso y ese paisaje en precario equilibrio puede desbordarse, cambiar su faz, hasta ser capaz de tragarse material y mágicamente a las mujeres que viven cerca de sus orillas.

Fuente: Premios Goya, Academia de Cine.

De eso parece van también las nuevas guerras del agua en Doñana, también aquí en la Comunidad Valenciana y en la esquizofrénica Castilla-La Mancha. De manosear y estirajar el significado profundo, hondo, de una palabra tan hermosa como el agua, tan necesaria para la vida y convertirla así en un espantajo y eterna fuente de conflictos. Una desgraciada película a la que estamos asistiendo de nuevo con algo de enojo y mucha desazón ahora que el calendario electoral se aproxima hacia las estación del 28 de mayo.

Pepe López

Periodista.

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