Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Opinión

Edificios abandonados (II)

A la izquierda: Edificio de Telefónica; a la derecha: casas del Barrio Heliodoro Madrona (Fotografías: Toni Gil).

Después de la publicación la semana pasada de mi primera aproximación a este tema, a través de lectores y amigos me han llegado sugerencias de otros inmuebles, y alguno más que me he encontrado recorriendo las calles de mi ciudad.

Edificio en la Avenida de Jijona, 58, de Alicante (Fotografía: Toni Gil).

Junto al antiguo colegio de las Adoratrices, en la avenida de Jijona, 58, desde hace dos decenios, gestionado por una institución denominada FEYDA, de perfil católico, persiste un edificio abandonado, que parece fuera una residencia.

Otras instalaciones son las del antiguo Asilo de Benalúa, con vallas superpuestas en el jardín, que por su apariencia parece prácticamente abandonado a su suerte, tal cual las instalaciones anejas de Cáritas en la avenida de Aguilera, inmueble sobre el que se especuló algún que otro proyecto, de los que yo —al menos— tiempo ha que no tengo noticia alguna.

Añado el antiguo colegio sito en la calle Jiménez Reyes, construido en su momento por la Caja del Sureste, posteriormente cerrado y enajenado por presión vecinal al Ayuntamiento de Alicante —tiempos de Sonia Castedo como alcaldesa, me dicen— para dedicarlo a temas sociales, actividad que fue efímera y hoy también incluidos en la carpeta de edificaciones olvidadas y sin uso alguno.

Más duele ver el abandonado barrio Heliodoro Madrona o “casitas del Puerto”, otra imagen deteriorada para los viajeros que se allegan a la ciudad en bus. Cerradas muchas de ellas con mallas de hierro para evitar okupas, llevan años esperando alguna solución urbanística. Ni se derriba, como se anunció, ni se restaura, ni se rehace, sólo parece que se olvida.

Y de nuevo me cruzo con Telefónica, esta vez con un edificio obsoleto con fachadas a Isabel la Católica y Alona, donde solo se usa la planta baja por la asociación de jubilados de la empresa, que espero permanezcan allí con sus actividades socioculturales muchos años, aunque se busque alguna utilidad para el inmueble.

Insisto en mi opinión: la Administración es responsable de la infrautilización de estos inmuebles tanto como sus propietarios. Hay una falta de ideas por ambas partes para dar salida útil a todas estas instalaciones mediante las oportunas reformas y aprovechamiento social. En una primera instancia, el Ayuntamiento como propietario o como responsable de la ciudad no puede permitirse el lujo de disponer de techos sin utilizar, y tampoco debería permitir que lo hicieran los particulares para lo cual quizás debería castigar, vía impositiva, el abandono de estos bienes económicos, instando a sus dueños a buscar salidas dignas a estas construcciones o incentivar, por el mismo método, su recuperación.



Nota: La primera parte de este artículo está en el enlace: Edificios abandonados (I).



Toni Gil

Periodista.

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