Narrador: En aquel lugar donde no existían ni el tiempo ni el espacio sucedió, como todos los años sucede, la hermosa proeza de la Navidad. Habían llegado a un pueblo llamado Belén en plena noche invernal dos personajes de fama mundial: don Quijote y Sancho Panza, gente muy especial.
Don Quijote: ¡Posadero, posadero! Abrid la puerta que hace frío y queremos entrar.
Sancho: ¡Posadero, posadero! Preparad buenas viandas: buen queso manchego, buenas longanizas de León, buen vino de Rioja y de Extremadura el jamón.
Posadero: ¿Quién arma tanto alboroto?
Sancho: Es mi amo quien conmigo quiere entrar.
Posadero: ¿Ese hombre de triste figura tendrá dinero para pagar?
Don Quijote: ¡Abridme ya rufián! ¿Qué no me conocéis?
Posadero: Pues no ¿Qué queréis?
Don Quijote: Soy yo, el andante caballero don Quijote de la Mancha. Y este es mi fiel escudero, Sancho Panza.
Posadero: Si es así, que sois caballero… podéis pasar. Vos y vuestro escudero. Que ya os daré de cenar.
Narrador: Y entraron en la posada don Quijote y Sancho a cenar y a descansar de su largo viaje desde La Mancha de España hasta Belén de Judea para celebrar la Navidad.
Mientras tanto, en la calle, un grupo de pastores y pastoras, enterados de la buena noticia del nacimiento del Niño Jesús por un ángel, van buscando un pesebre, a José y a María, y al niño que ha nacido, gloria de sus días.
Pastores: Somos pastores, pastores y pastoras, que venimos esta noche a dar a Dios Niño gloria.
Otros pastores: Desde lejos caminamos, desde cerca también venimos, empujados por un ángel que nos indica el camino.
Narrador: Se oye a Sancho asomado a la ventana.
Sancho: ¿Quiénes sois villanos? ¿Qué jaleo es este? Despertaréis a mi señor don Quijote.
Pastorcilla: No, buen amigo Sancho. No queremos molestar.
Sancho: ¿Cómo sabes mi nombre pastorcilla?
Pastorcilla: Es mi abuelo, quien me ha contado las hazañas y desventuras, a la orilla de la fogata, mientras descansaban los rebaños, del caballero de la triste figura, el señor don Quijote de la Mancha.
Narrador: Se asoma también don Quijote a la ventana para ver quién arma tanto alboroto.
Don Quijote: ¿Quién es, Sancho?
Pastores: Somos los pastores que venimos a adorar al hijo del Altísimo que ha nacido ya.
Don Quijote: ¡Par diez, que es cierto! Que ya es la hora, ya. Debe haber nacido el Niño, pues ya es Navidad.
Sancho: ¿Y qué hacemos, mi amo?
Don Quijote: Vayamos con los pastores a ese hermoso niño a adorar.
Narrador: Y los pastores, Ddn Quijote y Sancho partieron en busca de la Navidad.
Pastores: (Cantando).Navidad, Navidad, dulce Navidad.
Pastorcilla: Aquí debe ser, donde está ese resplandor.
Pastores: Sí señor, sí señor. Viva la alegría, viva el amor.
Don Quijote: ¡Por mi señora Dulcinea del Toboso! ¡Cuánta hermosura hay en esta cueva… entre una gallina y una cabra…
Sancho: No, mi señor don Quijote, no son gallina y cabra… sino buey y mula.
Don Quijote: Gallina o buey, ¿qué más da? Lo importante son esos dos ojos que quien los mira realza su dignidad.
Pastores: ¡Qué hermoso día! Un día para celebrar en la posteridad.
Otros pastores: Ahora sentémonos junto a esta sagrada familia a descansar.
Don Quijote: Y Sancho y yo saldremos a la puerta a vigilar. Haremos guardia para que no pase ni Herodes ni su maldad.
Narrador: Don Quijote y Sancho salieron bajo las estrellas. Montaron la guardia. Y Jesusito se durmió sabiendo que dos héroes velan su sueño, y que tranquilo puede descansar. Y de repente, se oye en la noche una voz de mando.
Don Quijote: ¡Alto! ¿Quién va?
Sancho: Santo y seña… o no pasará.
Narrador: Se acerca una figura en medio de la noche. Y como no quiso, o no supo contestar… Don Quijote y su escudero Sancho se le acercaron para con la espada y el garrote golpear.
Herodes: ¡Alto! ¡Que soy Herodes! ¡El rey!
Don Quijote: Bastante has dicho cara bicho, malandrín y rufián.
Sancho: Las barbas te vamos a arrancar, si no das media vuelta y te vas.
Herodes: Me iré. Pero pronto mis guardias aquí estarán.
Sancho: A mi amo eso no le da miedo, pues ha luchado hasta con molinos de viento, eso no le asustará.
Narrador: Como hacía ya bastante frío, nuestros héroes entraron para sus cuerpos calentar. Y una vez dentro, todos juntos se pusieron a cantar.
Todos: Navidad, Navidad, dulce Navidad…
Don Quijote: ¡Par diez Dulcinea! ¡Qué hermosa es la Navidad!
Precioso entremés, claramente escrito en verso, con mucha gracia y buena literatura. Enhorabuena, Juan Antonio y Feliz Navidad.
Muchas gracias, querido Ramón.
Que tengas una Feliz Navidad!
Un abrazo
Sensacional Juan Antonio. Los que como tú, seguimos creyendo en don Quijote, y de alguna forma pretendemos seguir a al mismo por los caminos y leyendas, creemos en sus dichos y Dulcineas. No hay temor, porque el Hidalgo de la Mancha no ha muerto. Don Alonso de Quijano, el Bueno, esta con nosotros, y somos nosotros. No ha muerto porque es España, y su llanura es la de La Mancha.
La vida es una llanura, llena de gigantes que son solo molinos.
FELIZ NAVIDAD
Gracias, querido Julio.
Creo que Cervantes no creó a don Quijote, tuvo la sabiduría y la magia de conformar el personaje a través de la contemplación del muchos españoles a los que observó al igual que hizo con los demás personajes de su inmenso libro (que ando leyendo estos días, dicho sea de paso). Tuvo el acierto de recrear unos personajes tan reales que aún hoy siguen vigentes y vivos. Y el Quijote y Sancho los más grandes y universales.
¡Feliz Navidad!