Las cuatro rayas de la espalda le habían delatado. No supo cómo reaccionar. Quedó mudo mientras dibujaba una sonrisa nerviosa. Escupió al aire y se desplomó. Le habían descubierto. La libertad con que se movía, la leve sonrisa, los gestos espontáneos… Su forma de actuar no era normal. La policía ciudadana le había seguido y para que no se perdiera entre la gente le dispararon una descarga eléctrica con sus pistolas. Los pitidos de los coches abrumaban la cálida incertidumbre de la tarde pajiza. Revoloteaba el cóndor suave de la amnesia sobre sus tenues sienes adormecidas. Y las lágrimas del otoño resbalaban en los cristales monótonos del suspiro grave de la ciudad. Todas las calles se removían en serpentina diagonal hacia la llanura palatina de la plaza donde se arremolinaba gente en torno a una sonrisa quieta. Tom se incorporó aturdido y quedó sin respiración ante las miradas penetrantes de aquellos desconocidos que le fusilaban, con los ardores de la envidia, la zona desnuda de su hombro derecho. Esas cuatro rayas era imposible que estuvieran ahí. Había habido demasiados percances, abundantes conflictos, tantos avatares difíciles, que era imposible creer que en ninguno de los percances hubiera perdido alguna de esas cuatro rayas de la vida que se van gastando hasta agotarlas todas y dejar de existir. Era difícil de creer que su corazón estuviera intacto y su alma íntegra.
Así empieza un breve relato distópico que publiqué en la Hoja del Lunes ahora hará un año, Las cuatro rayas negras.
Distopía es la representación ficticia de una sociedad futura de características negativas causantes de la alienación humana, según nos dice la RAE. Es la representación hipotética de una sociedad indeseable.
Acontecimientos como las guerras mundiales, el régimen soviético y la bomba atómica fueron enfriando la esperanza de un futuro mejor. El sueño que despertó la tecnología no se materializaba en felicidad; por el contrario, mostraba una posibilidad de destrucción masiva. Esto hizo que se empezara a perder esa ilusión en la utopía de una sociedad perfecta que se inició en la época del Renacimiento (en 1516 Tomás Moro publicó Libellus vere aureus, nec minus salutaris quam festivus, de optimo reipublicae statu, deque nova insula Vtopi —en español, «Librillo verdaderamente dorado, no menos beneficioso que entretenido, sobre el mejor estado de una república y sobre la nueva isla de Utopía»—), más conocido como Utopía; y se multiplicó con la Revolución Francesa. Y por otro lado, el capitalismo empujaba a la masificación y abocaba al individuo al consumo. Esto forjó las bases para que surgiera un nuevo género literario que denunciaba el peligro de un control político y la falta de libertad individual de pensamiento.
Las distopías, a menudo, se caracterizan por la deshumanización de la sociedad, regida por un gobierno tiránico, aparecen en la posguerra de un gran conflicto (como pudiera ser una guerra nuclear) o tras un desastre ambiental, etc.
Un mundo distópico se suele presentar en una sociedad completamente dirigida y sin resquicio para la libertad, en un ambiente oscuro con barrios marginales, humedad, aguas residuales, altos rascacielos, luces de neón, anuncios luminosos, gente del hampa, malos modales, complots, personajes desconfiados, gentes engañosas, reglas extremas, ambiente hostil, personajes que controlan, violencia, leyes estrictas, falta de libertad, mundo tecnológico, seres clonados, seres que —a imitación de humanos— se rebelan contra sus creadores y las reglas establecidas, un mundo en el que aparentemente está todo controlado, sobre todo, las personas, aunque hay disidentes que se ocultan y se oponen a esta forma de vida y son perseguidos.
Este tipo de sociedades han ido apareciendo, en principio, en forma de novela como han sido Un mundo feliz, de Aldous Huxley (publicada en 1932), 1984, de George Orwell (publicada en 1949) y Fahrenheit 451, de Ray Bradbury (publicada en1953).
Un mundo feliz
EnUn mundo feliz se nos presenta mediante la ironía un mundo utópico donde la humanidad es siempre feliz porque no existen guerras ni pobreza y las personas tienen buen humor y gozan de salud y de tecnologías muy avanzadas en una sociedad donde el ‘Estado mundial’ gobierna ese mundo feliz. Es una sociedad centrada en el hedonismo, que no le importa vivir bajo un régimen totalitario. Para ello sus dirigentes han eliminan la familia, la filosofía, la religión, la diversidad cultural, la ciencia, el arte y la literatura. El ‘Estado mundial’ inculca al ser humano el amor a la servidumbre.
El ‘Estado Mundial’ pretende uniformizar al “producto humano” educándolo mediante el sueño desde el nacimiento y, de esta forma, mantener la utopía mediante la sugestión del individuo. A través de la ciencia crea diferencias humanas, que permite a los dirigentes del gobierno destinar a cada individuo a una jerarquía social y económica dividida en 5 clases desde los más inteligentes, los Alphas, con capacidad para tomar decisiones, hasta los Epsilones, que son los empleados de trabajos duros.
Para evitar los momentos de tristeza y estados melancólicos se suministra soma, que es una sustancia que elimina esos sentimientos. En este sistema socialno se admiten la frustración ni las emociones negativas. El soma es un medicamento que evita que el individuo se enfrente a los problemas de manera “natural”. El consumismo da la felicidad, se elimina el individualismo, se deshumaniza a las personas, se impone la felicidad a toda costa. El objetivo de este sistema es el de conseguir individuos satisfechos continuamente, para ello son diseñados genéticamente.
1984
George Orwell también nos introdujo en este tipo de sociedades en su novela 1984. En ella se presentan conceptos como omnipresente, Gran Hermano o Hermano Mayor, policía del pensamiento, neolengua, entre otros. Esta novela nos introduce en un mundo dividido en tres grandes potencias que se alternan en los enfrentamientos bélicos y alianzas cambiantes. Presenta una sociedad en la que se va transformando el pasado o haciendo desaparecer de la memoria colectiva hechos reales que no interesa que permanezcan en el recuerdo, se cambia la historia según los intereses del partido único en el poder para tener a los súbditos sometidos a su voluntad, y para ello sustituyen los acontecimientos por falsedades o directamente los eliminan, incluso acontecimientos actuales mediante la destrucción de los registros escritos o su tergiversación para que la gente piense que la tiranía es la mejor forma de vivir felices. Crean una nueva lengua en la que hacen desaparecer multitud de palabras y conceptos para, de esa forma, restringir los pensamientos, las ideas, y poder controlar a los habitantes de pensamientos más simples y sin capacidad de tener un juicio crítico. Y mediante unas telepantallas que están por doquier, incluso en las casas, el Gran Hermano, líder del partido con poder absoluto, vigila a cada ciudadano.
Fahrenheit 451
En Fahrenheit 451 se presenta un mundo en el que los libros están prohibidos y hay que quemarlos. El título viene de la temperatura a la que arde el papel. Los encargados de esa tarea son los bomberos que incineran todos los libros que encuentran. De esa forma se evita que se propague la «infección del pensamiento».
La novela propone la rebelión como movimiento de liberación. Es una crítica al capitalismo que empuja a ser feliz por medio del consumismo, el deseo de satisfacción inmediata del placer. Presenta un Estado que mantiene»dormidos» a los ciudadanos con una saturación de datos:
“Si no quieres que un hombre sea políticamente desgraciado, no lo preocupes mostrándole dos aspectos de una misma cuestión. Muéstrale uno… Que la gente intervenga en concursos donde haya que recordar las palabras de las canciones más populares… Llénalos de noticias incombustibles. Sentirán que la información los ahoga, pero se creerán inteligentes. Les parecerá que están pensando, tendrán una sensación de movimiento sin moverse”.
Ray Bradbury expuso estas ideas en la década de los 50. Quizá puede entenderse esta novela como un anticipo al excesode estímulos e información que afectan a la sociedad. Mostró una realidad superficial en la que todo resulta fácil y pasajero: “La gente no habla de nada…Citan automóviles, ropas, piscinas, y dicen ¡qué bien! Pero siempre repiten lo mismo, y nadie dice nada diferente…”.
Era narcisista
Según el filósofo Jean Baudrillard vivimos en una era narcisista, en la que al individuo sólo le interesa su persona. Estamos en un mundo de conexiones virtuales, en el que las pantallas se transforman en un centro de distribución para todas las redes de influencia. Esto nos lleva a la desaparición de la intimidad del ser humano, de su interioridad. Así que, para luchar contra la inercia de las personas se debe mantener el pensamiento crítico y autónomo. En este sentido, los libros son la única arma poderosa contra estos sistemas.
Esta ficción es una crítica social ante el rumbo que estaba tomando la sociedad de su época y funcionó como advertencia. Hoy está plenamente vigente.
Reflexión
¿Ya pasaron aquellos tiempos de juventud nuestra en los que veíamos socavones en la tierra y de cristal transparente las paredes que formaban los cielos que nos alumbraban los caminos de ilusión y esperanza? Nosotros llamábamos utopía a los sueños de un mundo mejor en el que el ser humano se sintiera libre y feliz, rompiendo las barreras de un presente que nos ataba. Y creíamos en el dulzor de unas palabras que nos henchían el pecho de aire fresco: libertad, felicidad, esperanza, igualdad de derechos…
Fue Tomas Moro quien introdujo el concepto de utopía con su libro Utopía, en 1516. En él planteaba la posibilidad de crear un estado justo en el que todos sus habitantes alcanzaran la felicidad por medio de la organización del Estado. Esta sería la mejor y única forma de gobernar honestamente.
Y ahora nos están proponiendo para que nos vayamos acostumbrando incluida la propagación de películas (¿qué intereses tendrán?, ¿será para prevenirnos de a qué tipo de sociedades nos estamos dirigiendo?, ¿será para que nos vayamos haciendo a la idea y lo lleguemos a ver como normal?) con distintos escenarios en mundos irreales, caóticos, sin esperanza, oscuros, deshumanizados en el que la inteligencia artificial cobra un protagonismo inusitado y excesivo, en el que debemos vivir en un mundo virtual, en el que vamos a estar controlados y nuestros datos, pensamientos, gustos, deseos, archivados para poder inducirnos y conducirnos. Estamos haciendo trueque de nuestra libertad por comodidad, por entretenimiento; nuestra intimidad la abocamos en las redes sociales como si de un escaparate se tratara y nuestro pensamiento se está reduciendo a un mero transmitir ideas y conceptos que nos vienen dados sin reflexionarlos antes, incluso reproducimos y propagamos falsas noticias sin ningún pudor y cuanto más disparatadas, más nos las creemos y difundimos.
La palabra utopía se ha ido descafeinando, vaciando de significado en los últimos tiempos. Ha ido cobrando más fuerza la palabra distopía (sociedad imaginaria bajo un poder totalitario o una ideología determinada) desde que empezó a utilizarse de forma habitual quitando terreno a su opuesta utopía y que cada vez más es el tema de películas de éxito como son Metrópolis, Blade Runner, Matrix, Mad Max, Hijos de los hombres, etc. o las adaptaciones cinematográficas de las tres novelas a las que hacía referencia más arriba.
Pero sin las utopías la humanidad sería menos humana. Es necesario que el hombre tenga sueños de libertad nacidos para poder seguir caminando como personas, como individuos y no como masa informe, indeterminada. Dejo la utopía en estado cataléptico, porque los que sostienen las riendas del presente nos han llevado a perder la noción de futuro. ¡Romped las cadenas de la usurera economía y de la mala gestión política! Dejadnos abrir las puertas a nuestros sueños. ¡Yo doy por despertada la utopía!
Los deseos de la luna, que se representa en el centro de la escena de nuestros sueños, marcan la utopía de que la base de la existencia del ser humano sea la libertad, la dignidad, la tolerancia, el respeto y la igualdad.
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Admirado Juan Antonio: Esta tarde he tenido, por fin, tiempo para leer detenidamente tu denso escrito, cargado de filosofía y teología; de humanismo y deshumanización. Asuntos trascendentes. Nos faltaban los peligros de la inteligencia artificial para que peligren cada vez más los valores individuales, en especial la libertad. Algunos nos quieren atontar con la economía y el bienestar material. No se trata de la economía animalizante, sino de «la libertad, la dignidad, la tolerancia, el respeto y la dignidad», como bien señalas. Un abrazo.
Así es estimado Ramón. Gracias por tus palabras.
Ayer jueves te estuvimos esperando Palmeral y yo
Un abrazo.
Buenos días,
Me gustaría saber cual es el escrito al que hace referencia y dónde lo podría encontrar para leerlo.
gracias
Buenos días, Merche:
¿El escrito por el que pregunta es este al que hace referencia el primer párrafo del artículo de Urbano: https://www.hojadellunes.com/las-cuatro-rayas-negras/?
Espero que sí así como haber solucionado su duda, porque creo que a lo que se refiere Ramón Gómez Carrión en su comentario es que por fin ha podido leer este de «Distopía» que no pudo leerlo el mismo lunes que salió, sino al día siguiente, martes.
Un saludo,
Equipo APPA