Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Al paso

Dime en quién y en qué crees y te diré quién y qué eres

Sermón del Monte donde Jesús dio a conocer el Padre Nuestro. Pintura de Carl Heinrich Bloch, conservada en el Nationalhistoriske Museum på Frederiksborg Slot, Castillo de Frederiksborg, Dinamarca (Fuente: Wikimedia).

Eso de ‘dime con quién andas y te diré quién eres’ es más viejo que la sarna. Posiblemente me haya influido ese dicho para el título de mi artículo; no pretendo haber descubierto el Mediterráneo. Los refranes y otras sentencias populares suelen encerrar mucha verdad, porque son fruto de la experiencia. Los ancianos eran muy estimados en las civilizaciones antiguas y generalmente dirigían sus comunidades con verdadera autoridad. Aunque estemos en tiempos iconoclastas, adoradores de lo nuevo y detractores de lo viejo, no es menos cierto que hay bastante confusionismo. El dictatorialismo de Rusia y la China viejo-comunista mantiene las formas de autoritarismo, mientras en el todopoderoso Estados Unidos son dos ancianos los que se disputan el poder del cada vez menos controlador de Occidente, con una Unión Europea falta de coherencia y vapuleada por contradicciones internas, como se ha demostrado y se muestra, en relación con España, con los enfrentamientos en cuestiones de Derecho, el desprecio a la Justicia de nuestro país (las consecuencias del procés) y en la permisividad para un Gobierno con comunistas y apoyos de nacionalistas separatistas y proetarras inaceptables para cualquier observador imparcial experto en Derecho Internacional. ¿Qué cabe esperar de la UE ante la desvergonzada, ya proyectada y aún no consumada, Ley de Amnistía redactada por los criminales para absolverse a sí mismos?

En el Padrenuestro pedimos a Dios que se haga su voluntad así en la tierra como en el cielo. Los gobernantes se olvidan de que su autoridad les viene del pueblo soberano; de todo el pueblo y en definitiva de Dios, el creador de todas las cosas. En cuanto juran sus cargos se creen dioses y gobiernan, no para todo el pueblo sino para una parte y por eso no llegan a acuerdos con los que representan a la otra parte del pueblo. Y ya no consultan al pueblo ni siquiera en asuntos tan trascendentales como la Ley de Amnistía, la Ley del Aborto, la Ley de la Eutanasia y la Ley Trans.

Dime en quién y en qué crees y te diré quién y qué eres. Los ecologistas predican ‘que tu alimento sea tu medicamento’. Hay mucha verdad en el eslogan, pero no toda la verdad. La frase vale, pero no si se la aplica como excluyente. Con ‘mi’  receta para el espíritu abarco a Dios y otras facetas de la espiritualidad, siempre con una visión trascendental. Si se cree en Dios y en el amor, la hermandad, el servicio a los otros, empezando por familiares y amigos y terminando en todos los pobres del mundo, a los que puedes llegar a través de Cáritas, Manos Unidas y otras oenegés de las que tengas constancia que llegan a los verdaderos necesitados de tu ayuda, así estás cumpliendo con el mandato de Dios, con ‘amaos los unos a los otros como Yo os he amado, hasta la muerte y muerte de cruz”.     

No nos dediquemos a atesorar cosas en la tierra. Compartamos todo lo que podamos; no sólo dinero, también sonrisas, saludos, visitas a enfermos, una oración por la salud de enfermos conocidos o por las almas de los difuntos de nuestra familia y la de los amigos y conocidos. Incluso por los desconocidos y hasta por los enemigos.

La humanidad, aunque a veces nos matemos entre nosotros, somos una gran familia. Con frecuencia nos volvemos locos. Como ese joven leonés que mató a otro porque era de Valladolid. O esos narcotraficantes que matan a guardias civiles en acto de servicio. Incluso por los desconocidos o esos otros que engañan a jovencitos y jovencitas para violarlos. O los que hacen negocio con los abortos o las eutanasias o la trata de blancas.

Decía Dostoievski (Fedor Mihailovich Dostoievski, el que se disputa el haber escrito la mejor novela de la historia, Crimen y castigo, con Alejandro Dumas y su El Conde Montecristo) que “cuando Dios no existe, todo está permitido”. No recuerdo quién pronunció esta otra sentencia: “Cuando se deja de creer en Dios se cree en cualquier cosa”. San Agustín lo expresó de esta manera: “Nos hiciste, Señor para Ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti”. Una vez leí, pero no recuerdo dónde, a propósito de cómo jóvenes y menos jóvenes buscamos la felicidad en multitud de actividades y diversiones (en ocasiones destructivas para sí y la familia), lo siguiente: “un mundo sin Dios es un callejón sin salida”.

Mira, lector, si te puede interesar, en algún momento, empezar o seguir buscando a Dios Padre que está en los cielos y acaso más cerca, en tu corazón. Decía San Agustín, del que te recomiendo sus Confesiones: “En el interior del hombre habita la verdad”. (Continuará).

Ramón Gómez Carrión

Periodista.

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