La viruela del mono. Sí, como lo oís: después de sobrevivir a una pandemia causada por la transmisión de un virus de origen animal a seres humanos, llega desde África –continente que toma el relevo de Asia en una nueva muestra de las bondades de la globalización– una nueva enfermedad caracterizada por los síntomas de la viruela de siempre, pero a lo bestia: dolores de cabeza, musculares y erupciones cutáneas supercontagiosas que dejan marca.
Lo peor de la enfermedad, descubierta en los años 70 y con un gran momento de gloria tras un tremendo brote en el Congo en los años 90, sin duda es su grotesco origen. Pues si ya era repugnante imaginarse cuándo llegó lo gordo del coronavirus al potaje de murciélago, pensar que la génesis de esta viruela se produjo cuando alguien tuvo presuntamente más que una amistad entrañable con un simio, es escalofriante. Una vez más y al parecer, la realidad vuelve a superar a la ficción: ni Tarzán que vivió toda su vida con Chita se atrevió a tanto. Que sepamos.
Hay que reconocer que este virus nos ha pillado a todos por sorpresa: cuando esperábamos la séptima ola de coronavirus –tal y como me atreví a pronosticar en mi artículo ‘Tiempo de torrija’– llega a la chita callando (perdón por el juego de palabras) un nuevo virus sobre el cuál sobrevuela una inquietante sombra de expansión, ¿por su viralidad? No, porque Fernando Simón ya ha vuelto a pronosticar que no hay de qué preocuparse… En principio. Es como el pronóstico de los fichajes en el Marca, puede que lleguen al Madrid o puede que no. Mientras tanto, la viruela del mono se expande por toda Europa… Por el momento, y al parecer, entre hombres que también entienden la amistad desde un punto de vista aristotélico.
También ha llegado a España otro virus. Éste, uno especialmente nocivo para las arcas del Estado: Juan Carlos I ha regresado a España después de dos años viviendo a todo trapo y a gastos pagados (nadie sabe por quién) en Abu Dabi. Ha llegado en flamante jet privado a su querido Sanxenxo en un retorno que ha sido retransmitido vía streaming a todos los españoles que han podido ver una nueva versión de ‘El Retorno del Rey’.
Solo que en esta, en lugar de Aragorn entrando en la ciudad a caballo, el emérito ha pisado España bajando las escaleras del avión a trompicones…Y acompañado de una nueva rubia que evidentemente no es Corinna. Será su asistente.
Su agenda para esta semana exprés, apretada: regata con los amigos, almuerzo con su hijo y quién sabe si café con la reina Sofía, que por si acaso, se ha ido a pasar la semana a Miami. El ‘quédate en el piso que yo me voy a la casa de la playa’, pero a escala global.
No solo de Oriente ha llegado el rey mago de las finanzas. También lo ha hecho una delegación de Catar con el emir a la cabeza que ha sido recibida con honores por Felipe VI. Para que luego digan que el rey no quiere recibir a majestades que vienen del Golfo Pérsico.
Los cataríes también se reunieron con Pedro Sánchez y lo que queda de su “gobierno”. Tan deslumbrados han quedado por el oropel y el crudo que traen, que se han olvidado de los derechos humanos, de la igualdad (cierta ministra se fotografió solo con jeques macho y no con jeques hembra (ejem, ejem…), y hasta del proyecto de abolición de la prostitución de sus socios de gobierno. Quien con un cojo anda…
Termino el post cerrando el círculo que comenzó con ese vestido de Marylin Monroe que no le cerraba a Kim Kardashian. En un espectacular giro de la trama, los responsables de mantener la pieza intacta han denunciado que la cotizada prenda sufre “estrés” después de ser vestido por Kim con fatales resultados.
Y las autoridades de los museos donde se exhiben estas joyas históricas, han tirado de decretazo a lo Pedro Sánchez y han prohibido de por vida que cualquier famoso o famosa vuelva a lucir una de estas piezas para que las pobres no sufran más. Porque ya se sabe que hay tantos vestidos que sufren de estrés como celebrities que adolecen del mal del tordo: la cara fina y el culo gordo.
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