De libros y películas

Libro: The best? Devaneos sobre la mejor película de la historia.
Autor: José Luis Garci.
Prólogo: Guillermo Balmori. 
Ediciones Notorius, S.A. Madrid, 2024.

Estoy convencido, estimados lectores, de que no hace falta que les diga quién es José Luis Garci. El cine, que inventaron en 1895 los hermanos Louis y Auguste Lumière y que acabó siendo llamado “el séptimo arte”, tiene como uno de sus mejores protagonistas a José Luis Garci, el primer director cinematográfico español que alcanzo el premio Óscar a la mejor película de habla no inglesa en 1983, (mejor película extranjera), con su Volver a empezar, con los magníficos actores Antonio Ferrandis y Encarna Paso.

José Luis García Muñoz, con nombre artístico de José Luis Garci, nació en Madrid en 1944 y en su amplio palmarés se cuenta como director de cine, productor, guionista, crítico, presentador de televisión y en suma, autor literario. Juan Carlos Ortega, en un acertado artículo publicado en el periódico ABC de Madrid de 14 de julio, lo ha calificado de “el escritor que hace películas”, lo que no deja de ser cierto.

Yo soy un amante del cine, y aunque no me guste mucho la palabra, puedo también ser llamado un cinéfilo, al preferir ver las películas en las salas comerciales, mucho más que en la televisión y en otros medios audiovisuales donde las películas han perdido la fragancia espesa que tenían en aquellas de estreno, con su sonido original y lo trepidante o lo romántico que lo envolvía todo, y te introducían en el mundo irreal del guion cinematográfico. Ahora, en tu casa, estás más cómodo, pero ese estar viendo la película tumbado en tu sillón preferido “de orejas” te aleja de las correrías de Indiana Jones, o de los vuelos de Christopher Reeve como Supermán, que suenan con fulgor en las salas de cine.

Pero en fin, esto es así, y lamentarse es inútil. Los tiempos de la técnica van más rápidos que nosotros y del mismo “tic tac” del reloj, y el que no “corre, vuela”. Con lo cual, dicho lo de antes, acepto ser llamado cinéfilo, sin olvidar mis querencias de ir al cine, el elegir la butaca más próxima a la pantalla y la mejor acomodada a mi vista miope, y salir, si era jornada doble, al bar del cine a tomarme un bocado y beberme una bebida en aquellas largas jornadas de las tardes de los domingos de mis lejanos veinteañeros años, que han pasado tan rápidos como han avanzado los progresos sin parar de la técnica informática.

En este principio del Ferragosto, no quiero dejar de comentar un libro que acabo de leer y que me ha interesado, mejor, me ha apasionado, del que es autor el magnífico José Luis Garci. Es un libro más, de los muchos que José Luis Garci ha escrito de “cine” y cuando digo que es un “libro más”, lo hago en sentido numérico, porque yo creo que este libro es una lección de cinematografía y un compendio de todo lo que un alma ilustre nos puede contar sobre el llamado “séptimo arte” y todo su proceso creativo e intelectual.

Ello no obstante, me parece que el objeto primordial de este libro es responder a la difícil pregunta, de ¿cuál es la película que más te gusta? ¡Qué difícil! ¿No es verdad?

En la lectura de este este libro he descubierto que hay una revista llamada Sight and spund que, desde 1952 y cada diez años, comunica a sus seguidores cuál es la mejor película de cada década a contar desde aquel año. No importa que se repita la película si continúa en la primera valoración, y así veremos que la película Ciudadano Kane, de Orson Welles, aparecerá en más de una década. Pero la sorpresa ha tenido lugar en esta edición, al ser considerada como la mejor película ganadora en diciembre de 2022, la titulada Jeanne Dielmer, 23, Quai de Comerce, 1080, Bruxelles, película de 1975, dirigida por Chantal Akerman e interpretada por Delphine Seyring, una actriz que fue la protagonista de la película El año pasado en Mariembad y que en 1961 filmó Resnais.

Y ahora frente a la constelación de grandes películas, de las que José Luis Garci refiere en el libro, la revista, no sé de qué forma, en esta última decenal de los años, ha preferido esta película, que en su larga duración solo nos va a ir explicando la vida de una mujer de unos cuarenta años, rubia, atractiva, fría, ama de casa y madre de un hijo quinceañero que, en forma privada, esto es en su domicilio, ejerce la prostitución. Una prostitución, como un acto eventual, que Jeanne realiza de una forma mecánica y artificial para sus sentimientos y cuya práctica termina, digamos, sin “énfasis”. El sujeto abona el precio, se marcha de la casa y Jeanne sigue con sus ocupaciones habituales. Y no diré más de su argumento ni de su desastroso final.

A mí me parece que esta película de 1975, que pasó desapercibida en su momento, hoy ha ganado la preferencia del público porque el cine que al fin y al cabo también es un reflejo de la sociedad, hoy ha hecho “nueva” una película de hace casi 50 años, trayendo al mundo la defensa de una mujer, sola y desafortunada, que se las tiene que ver con lo que sea para subsistir, aunque en unos términos como descoloridos y monótonos, como nos relata su directora Chantal Akerman.

Yo no he visto la película, pero la descripción detallada que nos hace Garci en su libro, casi nos la hace ver de verdad. En cualquier caso, a mí el tema me parece muy interesante, pero calificarla como la “mejor película” me cuesta aceptarlo, y me encuentro como el propio Garci, que llega a afirmar que “fue un film que anticipó (y eso le honra) un futuro movimiento feminista, el de nuestros días, su actual agit prop reivindicativo», pero antes, en su capítulo XII del libro ya nos ha pedido que “No me lancéis la Fatua”.

Y es que al margen de esta realidad, el libro que comentamos se reconduce a determinar, al margen de encuestas, cuál es la mejor película de la historia, ¡Vaya por Dios! A mí me parece como imposible. Y vuelvo al principio de considerarme un “cinéfilo”. Pero es que, queridos lectores, ¿os atrevéis a decir cuál es para vosotros la mejor película? Si leéis el libro, veréis cómo Garci, os pone en esa tesitura y os llega a dar pautas para vuestra decisión.

José Luis Garci, astutamente ha subtitulado su libro con la frase de “Devaneos sobre la mejor película de la historia”. Osea, que se queda en aquello de “devaneos”, y le dedica el libro, “A mi amigo Pedro García Cuartango, con quien comparto tantas incertidumbres”. Yo me complazco en leer a diario a Cuartango, en un periódico muy conocido.

¿Incertidumbres? Yo siempre he creído que los hombres realmente sabios, (aquí Garci y Cuartango), acaban sus reflexiones en la incertidumbre. Porque, ¿dónde está lo cierto? Por otro lado, es curioso que Garci subtitule su libro con la palabra “devaneos” (distracción o pasatiempo vano, RAE dixit).

Guillermo Balmori, en su brillante prólogo del libro le dirá a Garci, “Como ves, querido Garci, no me ha sido del todo posible leer los textos de este libro sin darles demasiada importancia, tal y como nos pedías”. Muy al contrario, me quedo, como siempre, con frases, ideas, reflexiones, teorías, ¡Qué gozada!

Yo no me voy a andar con devaneos. Mi mejor película es si dudar El tercer hombre (1949). Ese gato, esos zapatos brillantes de charol, esa sonrisa enigmática del tercer hombre, Harry Lime (Orson Welles), al ser visto por su amigo Holly Martins (Joseph Cotten), la reiterada música de Antón Karas… el caminar por la senda del cementerio de Anna Schmidt (Alida Valli) y el paso por la cercanía del amigo de su amante, sin mirarle…

La he visto mil veces y no me canso de aquella Viena y de su noria.

Pero claro, es que es muy difícil, porque yo tampoco puedo olvidar Los cuatrocientos golpes (1949), de Truffaut, y la mirada de Antoine Doinel viendo por fin el mar; ni Cantando bajo la lluvia (1952), de Stanley Donen, con un Gene Kelly subiéndose con su paraguas a la farola y chapoteando con furor y alegría en su gran baile bajo un chaparrón tremendo; ni a La gran belleza (2013), de Paolo Sorrentino, con un Jep Gambardella (Toni Servillo) diciendo aquello de que… “al final, todo es un truco”; ni a Master and commander. Al otro lado del mundo (2024), de Peter Weir, con su final fantástico del bajel Surprise de la Armada Británica, surcando los mares con la música de Boccherini y un impresionante capitán Jack (Russell Crowe) y su extraordinaria tripulación; ni el gran final de Gladiator (2024), de Ridley Scott, con la Princesa Lucila ante el cadáver de Máximo Décimo Meridio, ordenando a los presentes, “era un soldado de Roma, honradle”; y al fin con Salvad al soldado Ryan (1998), con el capitán John Miller moribundo murmurándole al soldado James Francis Ryan: “Haz que haya merecido la pena”. Y al fondo de todos Centauros del desierto (1956), de John Ford, con un Ethan Edwars (John Wayne) saliendo por la puerta hacia un incierto destino…

Pero claro, no podemos separarnos aquí de José Luis Garci y dejar de nombrar su película, para mí, la mejor, titulada Canción de cuna (1994). Cuando Teresa (Maribel Verdú), niña abandonada y criada por las monjas dominicas de un convento de la España del siglo XIX, ya mujer, conoce al joven Pablo (Carmelo Gómez), del que se enamora y se casa y van a partir para América y acude al claustro de las monjas para que le conozcan y despedirse de ellas, al acercarse a las rejas del claustro que ocupan y que está oscuro, para no ser vistas por ser de clausura, Teresa le pide a la madre superiora que se les deje iluminarlas para que Pablo las conozca y ésta acepta. El momento del recorrido de la cámara de José Luis Garci, mostrando los rostros de las monjas, es un momento cinematográfico imborrable. No se puede hacer mejor ni expresar con más ternura un sentimiento verdadero en esta forma inenarrable. Y a mí, los ojos, cada vez que veo esa escena se me vuelven acuosos. Ya dijo José Luis Garci al filmarla que: “Si no consigo que la gente salga del cine llorando, habré fracasado”. Conmigo no hubo tal fracaso.

Gracias José Luis Garci, por tu libro, y gracias a ustedes lectores, si han leído estas letras, y se han sentido como yo, un algo “cinéfilos”.

Alicante, agosto de 2024