El pasado 26 de febrero el colega Raul Navarro publicaba en Alicante Plaza sus reflexiones sobre los espacios culturales de Alicante y citaba: “…el Marq, el MACA, el Mubag, la Lonja del Pescado, el Teatro Principal, el Teatro Arniches, el Instituto de Cultura Juan Gil-Albert, Casa Mediterráneo, el Espacio Séneca, el Museo de Aguas de Alicante, la Plaza de Toros, el Aula de Cultura de la Fundación Mediterráneo, los espacios ya operativos de Las Cigarreras e incluso el Castillo de Santa Bárbara…”
Los citaba como “contenedores” de cultura, definición a la que me adhiero. También comentaba las posibilidades que podrían ofrecer en este campo el convento de las Monjitas de la Sangre, los edificios de las antiguas harineras en Benalúa Sur, los cines Astoria, los terrenos de la Británica, la actual comandancia de la Guardia Civil en la calle San Vicente (quizás unos 2000 metros cuadrados de superficie), y hasta los desusados asilo de Banalúa y el anexo de Cáritas, propiedad de la Iglesia (quizás unos 3000 metros cuadrados de superficie).
Como es obvio, nada que objetar al desarrollo de nuestra ciudad en materia cultural, salvo un aspecto: independientemente de poder afrontar los proyectos de edificación, rehabilitación, adaptación y dotación de los medios técnicos imprescindibles… tras el “corte de la cinta” hay que dotarles de recursos humanos, mantenimiento y actividades (o sea, contenidos), y eso requería grandes presupuestos que dudo que pudieran aportarse, cuando difícilmente se dotan hoy día para los “contenedores” actuales. La cultura, aparte de necesaria, es también cara.

Entre tanto, en Radio Alicante, Daniel Millor, Premio Princesa de Girona Social 2024 manifestaba el lunes pasado: “No quiero que sea normal que en barrios de Alicante se viva mal”, y aludía claramente a viviendas “sociales” en torno al cementerio, mal conservadas por los responsables municipales y por la falta de viviendas de esta calificación de alquiler. He consultado la página del Patronato Municipal de la Viviendas esta pasada semana: he encontrado 3 viviendas en oferta (quizás no he buscado bien, estoy dispuesto a rectificar si yerro) a 600 y 675 euros de alquiler. Sobran comentarios.
Entre tanto, en la plaza Yolanda Escrich, un edificio completo de viviendas municipales hace ya un porrón de meses que se vació y derribó internamente —para conservar la fachada y rehabilitarlo— lleva parado sin aparente justificación.
Así que si hubiéramos de establecer preferencias entre estos dos temas —la necesidad de viviendas y los proyectos culturales— que no deberían ser excluyentes, probablemente deberíamos empezar por edificar y dar techo a quienes lo necesiten. En una sencilla ordenación de preferencias esa debería ser la primera, quizás después proveer de la alimentación y el trabajo, y a partir de ahí la cultura pónganla donde prefieran.
Y como hemos citado dos superficies con miles de metros, ahí se podrían construir cientos de viviendas sociales. Una de ellas es propiedad pública, y la otra, de la Iglesia. ¡Qué mejor proyecto que el Obispado la ofreciera para un proyecto de este tipo!, donde cabrían, además de casas para jóvenes y familias necesitadas, espacios sociales, culturales y, si se desea, religiosos.
La cuestión no es dicotómica ni antagónica, simplemente hay que ponerse a trabajar.
Toni: de acuerdo. Para la recogida de firmas, ya tienes la mía. Saludos cordiales.