Una publicación de la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante

Impulso irresistible

Cuaresma, en forma espontánea

Fotografía: Pexels (Fuente: Pixabay).

Esto lo decía un gran experto en espiritualidad: En la oración hablamos con Dios y no hay que intentar elevarse un palmo del suelo haciendo más importante el momento o el contenido. Es cierto que todo nos viene por arrastre y son muchos los autores que citan frases porque siempre les han ido así bastante bien los ratos dedicados a hablar con Dios, y también es verdad que hasta en los libros ascéticos se habla mucho de “una buena y asidua preparación para ponerse a dialogar con Dios”, puesto que así lo aconseja el mismísimo Libro de la Sabiduría al advertirnos: “Antes de orar, preparad vuestra alma y no seáis como un hombre que tienta a Dios”. Y es que una meditación no preparada se ha dicho desde antiguo que lo que hace es “tentar a Dios”. El cardenal Spidlik intenta tranquilizar al lector de las meditaciones frecuentes que se hacen con los libros sagrados. Los que consideran la oración como un trabajo serio e importante tratan de emprenderlo con una preparación similar a la que se realiza cuando llevan a cabo obras importantes. Pero también hay que defender la sinergia como fuerza de concentración en donde convergen las ideas escritas desde tiempo atrás y las que se producen en la charla coloquial con Dios. Lo que importa es sentirnos arropados por la gracia divina que va sugiriendo por dónde ir y nos lleva a entrar en sus razonamientos.

Es fundamental reconocer la necesidad de decirle cosas a Dios. En lenguaje más moderno parece ser que se dice disposición, y en realidad suena bastante bien, teniendo en cuenta que vamos con ánimo decidido y ganas de entendernos sin distraernos. “Se sabe que todo se hace mejor cuando uno está dispuesto”. Así se manifiestan los artistas, oradores, deportistas, etc., que dicen “estar en buena disposición”. Cuando no se obtiene éxito, la excusa suele ser, por ejemplo, que el cantante no estaba en buena disposición. En donde no se llegue a estas formas de hablar ya es muy frecuente escuchar lo de “estar en forma”. Y es que, como define la filosofía escolástica “la disposición es comienzo de la forma”. Quien canta bien es porque está en forma.

Lo que se dice de manera negativa acerca de los impedimentos también puede ser expresado de una manera más positiva al indicar cuatro disposiciones para la oración: 1.ª, pureza de conciencia; 2.ª, mortificación de las pasiones; 3.ª, magnanimidad hacia Dios: para estar dispuestos a olvidar y a considerar como nada importante todo lo que no concierne a Dios; y 4.ª, la atención y la concentración. Y así, casi sin querer, hemos ido pasando a denominar y definir las virtudes. Unas fuerzas y energías que no se pueden improvisar, que hay que estar usándolas y ejercitándolas con gran animosidad y convencimiento. Y es aquí donde más juega y más tiempo exige la preparación para la oración, que es lo mismo que hacerlo para cualquier otro objetivo que nos propongamos. Nos surge aquí una advertencia de impedimentos que se superan con la pureza de conciencia, la mortificación de las pasiones, la magnanimidad hacia Dios para estar dispuestos a olvidar y a considerar como no importante todo lo que no concierne a Dios, y también la atención, o aún mejor: la concentración.

Esto viene a cuento recordarlo en estas fechas de exigencia personal que se llama Cuaresma (período de cuarenta y seis días que comprende desde el miércoles de ceniza hasta el sábado santo, ambos inclusive, durante el cual se guardan ayunos y vigilias), según lo define el popular diccionario español de María Moliner. Mucha gente de nuestro entorno vive estos días en auténtico sentido de piedad personal y colectiva cuaresmando (un verbo muy poco usado en España, es decir, guardando un supuesto silencio y unas actitudes por las que se observan las prácticas devotas propias de este período) que quien lo vive ha de comprender que tanto en las fechas anteriores (el Carnaval) y las posteriores (la Pascua de resurrección) parece estar “liberadas” de esas actitudes sobrias). Y así estamos ya en Cuaresma, una de nuestras antiguas costumbres piadosas.

Demetrio Mallebrera

Periodista.

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